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El Gobierno vuelve a patinar con mensajes cruzados sobre la polémica de los guiñoles
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CONTRADICCIONES EN LA COMUNICACIÓN DEL EJECUTIVO

El Gobierno vuelve a patinar con mensajes cruzados sobre la polémica de los guiñoles

El Gobierno de Mariano Rajoy ha vuelto a enredarse en una maraña de contradicciones a cuenta de la polémica sobre el dopaje en el deporte español.

Foto: El Gobierno vuelve a patinar con mensajes cruzados sobre la polémica de los guiñoles
El Gobierno vuelve a patinar con mensajes cruzados sobre la polémica de los guiñoles

El Gobierno de Mariano Rajoy ha vuelto a enredarse en una maraña de contradicciones a cuenta de la polémica sobre el dopaje en el deporte español. La escasa coordinación de los mensajes que emite cada departamento está erosionando la imagen del Ejecutivo, y ha creado la impresión de que cada ministro pelea por su área de poder a través de los medios de comunicación. Tras los choques en materia económica que protagonizaron Luis de Guindos, Cristóbal Montoro y Soraya Sáenz de Santamaría, la guerra de los guiñoles ha puesto una vez más en evidencia la falta de armonía en el Consejo de Ministros.

Una rotunda frase de José Ignacio Wert bastó ayer para desmontar el relato patriota del Gobierno a favor de los deportistas españoles. “Por supuesto, tenemos, no hace falta decirlo porque está de la más rabiosa actualidad, un problema con el dopaje, por eso vamos a intentar a la brevedad posible aprobar la modificación de la ley antidopaje”, aseguró ayer el titular de Educación, Cultura y Deporte. Según Wert, España debe ponerse a la altura del código mundial contra esta práctica, sobre todo si pretende impulsar la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2020.  

Sus declaraciones se estrellaron contra la posición que mantuvo Rajoy al recibir al equipo ganador de la Copa Davis, así como con el relato oficial que trata de garantizar la limpieza de los deportistas nacionales. El presidente del Gobierno zanjó la cuestión afirmando que “el mayor desprecio es no hacer aprecio”, pero el resto de portavoces populares no contribuyeron a cerrar la controversia. Por ejemplo, el líder del PP en el País Vasco, Antonio Basagoiti, sumó su voz al coro de opiniones sobre los guiñoles con despectivo “que les den”.

A su juicio, se trata de “una polémica absolutamente chovinistas de unos que no asumen que el deporte español tiene muchos mejores resultados, premios, medallas y trofeos que los franceses y, como no lo soportan, buscan este tipo de bromas”. “Pero no soy partidario de seguir haciéndoles la ola. Lo que han hecho demuestra la rabia que tienen a los éxitos españoles. Que les den”, espetó.

Antes de que Wert, como ministro del ramo, proyectara nuevas sombras sobre los controles antidopaje, tanto Soraya Sáenz de Santamaría como Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español, habían negado cualquier duda sobre estos procedimientos. “En España se cumple la normativa antidopaje y es intención del ministro de Educación, Cultura y Deporte reforzar esa ley en la medida de lo posible. Desde el Gobierno vamos a defender la autenticidad de los logros de nuestros deportistas”, señaló el viernes la vicepresidenta.

El prestigio de la marca España

Por su parte, Blanco, defendió el pasado jueves que “en 2011 en España se hicieron más de 11.000 controles” y que “más de diez federaciones internacionales tienen el centro de Madrid para hacer los estudios a sus deportistas”. “Tenemos una ley que supuso un cambio en la represión del dopaje en España. España con su ley está a la vanguardia. El salto cualitativo y cuantitativo alguien puede interpretarlo de forma incorrecta pero el resultado es fácil de explicar. Se debe a nuestros entrenadores, nuestros clubes y nuestras federaciones”, subrayó.

La crisis de los guiñoles fue alimentada desde un inicio por el Ministerio de Asuntos Exteriores, que, al margen de la calidad de los sistemas antidopajes, se volcó en una cruzada para blindar la llamada marca España, y sus embajadores los deportistas, de las críticas en Francia. Esta estrategia llevó a José Manuel García-Margallo a ordenar a la embajada española en París que enviara una carta de protesta a Canal Plus por falta de ética; mientras una segunda misiva de protesta partía del Consejo Superior de Deportes con dirección al ministro francés de esta materia, David Doulliet.

El propio García-Margallo escribió un artículo en La Razón justificando estas maniobras para “defender el honor de algunos de nuestros deportistas más queridos y admirados, cuya intachable imagen había sido puesta en entredicho en una emisión humorística francesa”. “Nuestros deportistas son un ejemplo de mérito, esfuerzo, sacrificio y superación personal que sirve de modelo a seguir para toda la sociedad española”, apuntaba en el texto. Lo que comenzó como una sátira de unos muñecos de látex no tardó en convertirse en una cuestión de honor para el Gobierno de Rajoy, pero puede acabar como una crisis de comunicación para Moncloa.

El Gobierno de Mariano Rajoy ha vuelto a enredarse en una maraña de contradicciones a cuenta de la polémica sobre el dopaje en el deporte español. La escasa coordinación de los mensajes que emite cada departamento está erosionando la imagen del Ejecutivo, y ha creado la impresión de que cada ministro pelea por su área de poder a través de los medios de comunicación. Tras los choques en materia económica que protagonizaron Luis de Guindos, Cristóbal Montoro y Soraya Sáenz de Santamaría, la guerra de los guiñoles ha puesto una vez más en evidencia la falta de armonía en el Consejo de Ministros.