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Los viejos dinosaurios del PSOE buscan su retiro en la presidencia del partido
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CONGRESO SOCIALISTA EN SEVILLA

Los viejos dinosaurios del PSOE buscan su retiro en la presidencia del partido

El síntoma ambiental del 28 Congreso Federal del PSOE viene marcado por el perfil de los viejos dinosaurios que pululan con un pie en la historia

Foto: Los viejos dinosaurios del PSOE buscan su retiro en la presidencia del partido
Los viejos dinosaurios del PSOE buscan su retiro en la presidencia del partido

El síntoma ambiental del 28 Congreso Federal del PSOE viene marcado por el perfil de los viejos dinosaurios que pululan con un pie en la historia y otro en la conspiración permanente. Y en las cábalas que se hacen sobre la futura presidencia del partido, en función de quién gane, aparece la vieja guardia. A Felipe González se le aplaudió en la sesión de apertura, pero no como se hacía en otros congresos en los que Felipe, por encima del bien y del mal, era el principal referente histórico vivo. A González parece recriminársele que se haya “pringao” con Pérez Rubalcaba hasta el punto de perder esa virginidad que tienen los dioses cuando no necesitan ir de la mano de los mortales para resucitar. Felipe, según se comenta, no aceptaría ser presidente del partido, y sólo Rubalcaba pondría ante él ese cáliz con el riesgo de demostrar que los últimos de Filipinas se han unido para repartirse los despojos de la mayor empresa política que ha tenido España. Hay quienes opinan que Alfredo tiene capacidad de embaucar a Felipe cuando se lo propone. Claro que para eso tiene que ganar…

Alfonso Guerra pulula como un verso perdido de Machado, se encara con Pepe Griñán con un gesto muy de quien lo fue todo en el partido, frunce el ceño bajo uno de sus muchos pares de gafas y parece querer ningunear al presidente de la sesión cuando se lo encuentra en los pasillos. A Guerra lo vetó Griñán como delegado en el congresillo de Sevilla, y eso no lo olvida un buen guerrista.

Guerra, el verso perdido que mira a Rubial

A Guerra, sin embargo, no le molestaría ser presidente del partido. Ha declarado en ocasiones que siente admiración por la figura de Ramón Rubial, como queriendo insinuar que no le haría remilgos a un cargo así al final de una larga vida en la que ha conseguido el récord de ser el diputado con más cuatrienios dentro del escaño. No es previsible que Chacón se arriesgue a ofrecerle a Guerra la presidencia, chocaría con el veto de Griñán, y lo que se comenta es que entre el presidente andaluz y el secretario general saliente, Rodríguez Zapatero, se ha mantenido un pacto para que Carme Chacón consiga la victoria. Este pacto ya existía cuando Chacón quiso presentarse a las primarias frustradas para la candidatura a la Presidencia del Gobierno de cara al 20N. Ya entonces Griñan y Zapatero estaban en la cocina.

Tampoco es previsible que Rubalcaba acepte a Guerra como presidente, si gana. Multiplicar por dos el perfil de anticuario de la organización sería mal pasaporte para unos años en los que el PSOE puede vivir convulsiones internas de envergadura, derivadas de su pérdida de poder a todos los niveles y la necesidad de acoplar a miles de militantes que han que dado a la intemperie.

Manuel Chaves no quiere confirmar que renunciaría a la presidencia si se la ofrecen. No hay constancia de que nadie lo vaya a hacer. La presidencia de Chaves en el PSOE se debió a su condición de presidente de la Junta andaluza, secretario general de la mayor federación socialista de España, y también a la mano de Felipe, que quiso tener a un testigo suyo en aquella ejecutiva que conformó un advenedizo como Rodríguez Zapatero que emergió queriendo romper con el felipismo.

Los fracasos sucesorios y Almunia

José Bono también pulula, sin querer definirse sobre su opción preferida. Pero Bono está ya fuera de carrera y nadie piensa en él para nada que no sea quedar a tomar algo en un hipódromo. Además, Bono está enfrentado a José María Barreda, su sucesor, y ambos se ignoran, de la misma forma que Rodríguez Ibarra trata de ignorar  a Fernández Vara. Las sucesiones en el PSOE nunca tuvieron éxito, y prueba de ello es la presencia en los pasillos del congreso de Joaquín Almunia, refugiado de momento en el magma europeo, que sabe lo que son derrotas como las de Rubalcaba en unas elecciones.

Griñán tiene más papeletas. Un consejero de la Junta y una mujer de la ejecutiva regional aseguran a El Confidencial que si gana Chacón, Griñán será el presidente del partido. El destino del presidente andaluz está entre la vida y la muerte política. Si gana Chacón le pagará su “neutralidad activa” con la presidencia del partido, sumándola a la presencia de Susana Díaz en la ejecutiva con un puesto destacado. Si gana Rubalcaba, Griñán empezará un duro calvario por el que llegará a las elecciones andaluzas como quien se encamina hacia el matadero, no ya de Arenas sino de sus adversarios internos.

El relevo de la gerontocracia

La gerontocracia socialista, sin embargo, no parece tener mucho recambio. La intervención del secretario general de las Juventudes Socialistas, Sergio Gutiérrez, en la sesión inaugural no sólo no ha despertado vítores sino que su propio discurso peca mucho de esa endogamia propia de quienes quieren colocarse en la oficialidad de un partido que ya no tiene nada que garantizar a sus cachorros. Griñán, desde la presidencia del congreso, murmuró “y algunos dicen que hay una ola de frío siberiano”, queriendo magnificar los aplausos que recibió el joven, pero todo apuntaba a que al presidente del congreso le habían puesto demasiado cerca el calefactor.

Entre los dinosaurios y Sergio Gutiérrez hay un abismo que marea y que se quiere cubrir con Rubalcaba y Chacón, ex felipistas, ex zapateristas… Rodríguez Zapatero, en la sesión inaugural, por la mañana, recibió el aplauso más largo del día mirando al estrado como quien ve pasar una larga película de ingratitudes y traiciones; no se inmutó, no se puso de pie –lo haría en el aplauso posterior a la defensa de su gestión, en la sesión de tarde-, ni se le alegró el ánimo más de lo que lo tenía cuando entró en un congreso que iba a enterrar su legado para siempre. Sólo tuvo un gesto inicial con Griñán cuando se dirigía al plenario: se cuadró ante el presidente andaluz y le saludó como saludan los soldados. No se trataba de hacer volver a las tropas de la guerra de los antepasados, era, o así lo parecía, un signo de complicidad que apuntaba a que ambos estaban seguros de que Carmen Chacón podría ganar, y con ella, ambos conseguir algún éxito pírrico por encima de tantas derrotas y traiciones.

El síntoma ambiental del 28 Congreso Federal del PSOE viene marcado por el perfil de los viejos dinosaurios que pululan con un pie en la historia y otro en la conspiración permanente. Y en las cábalas que se hacen sobre la futura presidencia del partido, en función de quién gane, aparece la vieja guardia. A Felipe González se le aplaudió en la sesión de apertura, pero no como se hacía en otros congresos en los que Felipe, por encima del bien y del mal, era el principal referente histórico vivo. A González parece recriminársele que se haya “pringao” con Pérez Rubalcaba hasta el punto de perder esa virginidad que tienen los dioses cuando no necesitan ir de la mano de los mortales para resucitar. Felipe, según se comenta, no aceptaría ser presidente del partido, y sólo Rubalcaba pondría ante él ese cáliz con el riesgo de demostrar que los últimos de Filipinas se han unido para repartirse los despojos de la mayor empresa política que ha tenido España. Hay quienes opinan que Alfredo tiene capacidad de embaucar a Felipe cuando se lo propone. Claro que para eso tiene que ganar…