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Iranzo deja el laboratorio de ideas de la CEOE para no ser un mero 'correveidile' de Rosell
  1. Economía
RENUNCIA COMO VICEPRESIDENTE DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS ECONÓMICOS

Iranzo deja el laboratorio de ideas de la CEOE para no ser un mero 'correveidile' de Rosell

Harto ya de estar harto, ya se cansó. Más o menos, así se resume la experiencia de Juan Iranzo como vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos

Foto: Iranzo deja el laboratorio de ideas de la CEOE para no ser un mero 'correveidile' de Rosell
Iranzo deja el laboratorio de ideas de la CEOE para no ser un mero 'correveidile' de Rosell

Harto ya de estar harto, ya se cansó. Más o menos, así se resume la experiencia de Juan Iranzo como vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE), del que este martes presentó su dimisión irrevocable. No está dispuesto a servir como mera correa de transmisión de los postulados que Juan Rosell decida en cada momento proyectar desde la cúpula patronal y considera que la deriva del IEE no tiene ahora nada que ver con la etapa de esplendor que catapultó a este organismo como un verdadero laboratorio de ideas con personalidad propia en la sociedad civil española.

El IEE fue fundado en 1979 por un grupo de empresarios para promover y difundir tareas de investigación orientadas al favorecer el desarrollo de la economía española. Su estrecha vinculación con los servicios de estudios de la CEOE no ha impedido al Instituto marcar su propio paso con una autonomía de gestión que ha permitido a sus profesionales trabajar con plena independencia. Bajo este requisito esencial, los debates suscitados por el IEE han sido de gran utilidad en la adaptación del proceso productivo en España a las nuevas tendencias liberalizadoras que se pusieron de relieve principalmente con los sucesivos gobiernos de José María Aznar.

Esta singladura de amplio reconocimiento en el mundo empresarial y de negocios sirvió como línea conductora en el discurso que el propio Juan Iranzo formuló el pasado martes ante la Junta de Gobierno del IEE con motivo de su despedida. Según fuentes de las propias entidades patrocinadoras del Instituto, el hasta ahora vicepresidente no tuvo reparos en justificar su renuncia con una descripción verdaderamente demoledora de lo que han sido sus dos últimos años dentro de la casa.

Iranzo fue desplazado de la dirección general del IEE en abril de 2011 por decisión expresa de Juan Rosell. El presidente de la CEOE, que había relevado cuatro meses antes a Gerardo Díaz Ferrán, emprendió una ofensiva destinada a asegurar la toma de poder en puestos claves de la cúpula patronal. El proceso todavía no ha concluido del todo, pero una de las prioridades inmediatas del nuevo presidente de la organización fue asegurar el control efectivo del Instituto con una persona de su máxima confianza.

Iranzo fue relevado en el cargo de primer ejecutivo del IEE por Joaquín Trigo, uno de los más cercanos colaboradores de Rosell en su anterior etapa como presidente de la patronal catalana Foment del Treball Nacional. Para amortiguar el golpe, el titular de la CEOE consiguió que el antiguo director general aceptase una salida airosa pasando a la reserva activa en calidad de vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos. Iranzo perdió a partir de entonces toda su capacidad ejecutiva en una transición muy poco edificante y que pone en entredicho el programa de modernización con que Rosell quiere dejar patente su impronta en la CEOE.

Harto ya de estar harto, ya se cansó. Más o menos, así se resume la experiencia de Juan Iranzo como vicepresidente del Instituto de Estudios Económicos (IEE), del que este martes presentó su dimisión irrevocable. No está dispuesto a servir como mera correa de transmisión de los postulados que Juan Rosell decida en cada momento proyectar desde la cúpula patronal y considera que la deriva del IEE no tiene ahora nada que ver con la etapa de esplendor que catapultó a este organismo como un verdadero laboratorio de ideas con personalidad propia en la sociedad civil española.

Juan Rosell