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Todas las bazas de Irán: ¿Quién para el alza del precio del petróleo?
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LA AMENAZA CRECE

Todas las bazas de Irán: ¿Quién para el alza del precio del petróleo?

La suerte parece echada. En un lado, Israel, cuyos dirigentes sopesan atacar Irán para evitar que se convierta en potencia nuclear mientras su inteligencia militar airea

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Todas las bazas de Irán: ¿Quién para el alza del precio del petróleo?

La suerte parece echada. En un lado, Israel, cuyos dirigentes sopesan atacar Irán para evitar que se convierta en potencia nuclear mientras su inteligencia militar airea que el régimen de Teherán podría disponer ya de hasta cuatro bombas atómicas. De otro, la Administración Obama, desde donde se asegura no poder prometer, en esta ocasión, que se logre convencer a su gran aliado en Oriente Próximo para impedir que inicie las hostilidades, al tiempo que abre una vía sancionadora a la nación persa a través del Comité Bancario del Senado, encaminada a investigar si la temida Guardia Republicana es la que gestiona los recursos y beneficios de la poderosa industria petrolífera iraní, en paralelo al embargo comercial al que también se ha sumado Europa. Y, finalmente, Irán, cuyo presidente, Mahmud Ahmadineyad, no tiene reparos en anunciar, con el telón de fondo del 33 Aniversario de la Revolución Islámica, que su país ha triplicado la capacidad de enriquecimiento de uranio, al tiempo que se suceden las maniobras navales, aéreas y terrestres en el Estrecho de Ormuz. Todo ello, aderezado, además, con una elevada retórica belicista frente a cualquier intento de agresión externa.

Esta escalada de la tensión diplomática y militar en una de las zonas más convulsas del planeta ya se ha plasmado en un incremento de la presión sobre el titubeante orden económico y político; no sólo regional, sino también global. Ethan Harris, economista de Bank of America Merrill Lynch, afirma sin tapujos que Irán es un “foco caliente” -bien es verdad que junto a la doble bomba de relojería de la crisis de deuda en Europa y Estados Unidos-, que puede alterar el frágil letargo inversor y económico global de las últimas semanas. Aunque es “aún complejo y aventurado” predecir si la amenaza se torna en realidad -aclara- “sólo el recorte del suministro de crudo desde Irán”, por efecto del embargo “implicará un encarecimiento de 40 dólares del barril de Brent”, cotización que “se duplicaría en caso de que se desencadenen las hostilidades en el Estrecho de Ormuz”. Y recuerda: “en 2008, un repunte del crudo de 50 dólares condujo a Estados Unidos a la recesión antes de la quiebra de Lehman Brothers”.

Efectos económicos ‘directos’

El embargo impuesto por Estados Unidos y Europa no parece un mecanismo que pueda surtir efecto. Las sanciones internacionales precipitarían al PIB del país a la recesión, redoblarían las presiones inflacionistas y erosionarían el valor de su divisa. Pero no paralizarían ni las ambiciones nucleares ni la actividad de un mercado en gran medida autosuficiente que, además, mantendría abiertos conductos comerciales con países asiáticos, en especial con sus dos gigantes, China e India, con una elevada dependencia energética de Irán. Ya hay antecedentes infructuosos, en el último medio siglo, en naciones como Cuba, Irak o Corea del Norte. E Irán podría escapar de este asedio. No en vano, Pekín no sólo sigue cerrando acuerdos de suministro de crudo con Irán y Nueva Delhi es el principal comprador de petróleo iraní. De manera combinada, China e India -a quienes Teherán está ofreciendo descuentos de entre el 10% y el 15% en sus partidas de gas y crudo- adquieren el 34% del oro negro del país y ya han manifestado su intención de no cortar estos flujos energéticos.

El último informe del FMI sobre Irán, además, pone el énfasis en la escasa proporción que las exportaciones de energía –estimadas en unos 103.000 millones de dólares y que suponen el 78% de las ventas al exterior-, representan sobre el total de una economía de 480.000 millones de dólares y sin problemas financieros, ya que su deuda apenas rebasa el 9% del PIB. Un ratio exportador que el FMI cifra en el 21% del PIB, lejos del 30% o, incluso, 35% que supone en los emiratos del Golfo.

Escenario geoestratégico

La insistencia de las potencias occidentales por “impedir que Irán se haga con el arma nuclear”, tal y como han advertido Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, al acudir en auxilio de la estrategia de poder blando aplicada en esta ocasión por la Casa Blanca, ha tenido una reacción airada por parte de Irán, que se ha anticipado al inicio del cerco comercial europeo -establecido para el 1 de julio próximo- y ha decidido suspender de inmediato las ventas de petróleo a seis países europeos, entre ellos España. Mensaje que se une a la amenaza del cierre fulgurante del Estrecho de Ormuz, por donde pasa la tercera parte del flujo de petróleo mundial; nada menos que entre 16 y 17 millones de barriles de crudo al día transportados por una media de 15 petroleros.

Los expertos en Defensa conceden bastante credibilidad a la capacidad de reacción de Irán y a sus avances nucleares. O, dicho de otro modo, no creen que el tono beligerante persa sea un órdago sin cartas para rebajar las sanciones impuestas por Estados Unidos, que se centran, además de en evitar el tránsito comercial, en estrechar la vigilancia sobre los movimientos monetarios de su banco central o en otorgar nuevos poderes a los bancos americanos para que congelen activos del Gobierno iraní. Entre otras razones, porque desde el Pentágono se reconoce que Irán posee suficientes misiles Sunburn, adquiridos en la última década a Rusia y China, diseñados para derribar buques, el arma anti-naval considerada como la más letal. Pero, sobre todo, porque, según datos que maneja desde hace meses la inteligencia militar israelí, Irán tiene acumuladas más de 4 millones de toneladas de uranio y está en disposición de fabricar bombas atómicas.

La consultora de seguridad Stratfor admite los avances modernizadores del Ejército iraní y su predisposición a poner en práctica su poder militar para solventar las dudas sobre su capacidad real, que forman parte de una clara estrategia disuasoria. Sin embargo, esta agresiva retórica -precisan los expertos de este think-tank- habitual en momentos de alta tensión como el actual, podría concretarse en un cierre del Estrecho de Ormuz, ante la potencial entrada en escena de sus rivales regionales; no sólo los países del Golfo, sino también Turquía, socio de la OTAN, a pesar de que el discurso oficial tanto de Ankara como de Qatar, es el de avisar de un “desastre” si se enciende la llama bélica, y apostar por la solución negociadora; toda vez que varias cancillerías europeas admiten, soterradamente, la existencia de submarinos nucleares hebreos apuntando directamente al corazón de Teherán.

George Friedman, director de Stratfor, defiende una entente cordiale entre Estados Unidos e Irán para evitar que Teherán logre su objetivo esencial de expandir su órbita de influencia, como escudo anti-occidental, desde Afganistán hasta Líbano, en una etapa en la que la Casa Blanca tiene como prioridad reducir -con su política de soft-power que tan buenos resultados le ha labrado a su imagen en las revueltas de la Primavera Árabe-, el peso iraní en el régimen sirio, y preparar una salida, diplomática o revolucionaria, de Bashar al-Assad de Damasco. Jonathan Paris, analista del Instituto Legatum, también alerta sobre las consecuencias de un ataque a Irán. “Atacar las instalaciones nucleares generaría demasiadas incertidumbres y no tendría un impacto determinante sobre el régimen de Teherán porque la República Islámica levantará entonces la bandera de la defensa nacional, la Guardia Republicana tomará ventaja sobre este escenario y, con ello, desaparecerá cualquier vestigio futuro de que pueda resurgir el Movimiento Verde que canalizó años atrás las esperanzas democratizadoras en Irán a través de los reformistas del régimen”.   

Lazos diplomáticos entre Irán y España

La interrupción de las ventas de petróleo a España ha precipitado un giro diplomático para lograr cubrir las entregas de crudo desde Arabia Saudí y Argelia. El último informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) sobre España afirma que el suministro de crudo está bien diversificado, con contratos con 20 países. Rusia, con el 15%, es el principal socio, seguido de México (13%) e Irán, con el 12%. Inmediatamente detrás se sitúa Arabia Saudí, con el 11%. El petróleo representa el 47% del mix energético nacional. Para España, Irán es un mercado casi inhóspito. Las exportaciones se ciñen a material mecánico y manufacturas, con advertencias oficiales de un clima de negocios intervencionista. España es el vigésimo segundo socio comercial de Irán, cuyos principales proveedores son los Emiratos Árabes Unidos, Alemania, China y Suiza. Cesce mantiene la cobertura de seguros de crédito a la exportación cerrada a largo plazo y bajo consulta a corto plazo por el alto riesgo político, cuya situación cataloga de “inestable”, y la “desfavorable” coyuntura económica.  

La suerte parece echada. En un lado, Israel, cuyos dirigentes sopesan atacar Irán para evitar que se convierta en potencia nuclear mientras su inteligencia militar airea que el régimen de Teherán podría disponer ya de hasta cuatro bombas atómicas. De otro, la Administración Obama, desde donde se asegura no poder prometer, en esta ocasión, que se logre convencer a su gran aliado en Oriente Próximo para impedir que inicie las hostilidades, al tiempo que abre una vía sancionadora a la nación persa a través del Comité Bancario del Senado, encaminada a investigar si la temida Guardia Republicana es la que gestiona los recursos y beneficios de la poderosa industria petrolífera iraní, en paralelo al embargo comercial al que también se ha sumado Europa. Y, finalmente, Irán, cuyo presidente, Mahmud Ahmadineyad, no tiene reparos en anunciar, con el telón de fondo del 33 Aniversario de la Revolución Islámica, que su país ha triplicado la capacidad de enriquecimiento de uranio, al tiempo que se suceden las maniobras navales, aéreas y terrestres en el Estrecho de Ormuz. Todo ello, aderezado, además, con una elevada retórica belicista frente a cualquier intento de agresión externa.