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Merkel y Sarkozy, una pareja decepcionante
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HOY ESLOVAQUIA VOTA SOBRE EL MECANISMO DE RESCATE DEL EURO

Merkel y Sarkozy, una pareja decepcionante

El eje franco-alemán está poniendo seriamente en peligro su propia credibilidad. Casi se diría que escapa de la realidad tan deprimente que le rodea. Si este

Foto: Merkel y Sarkozy, una pareja decepcionante
Merkel y Sarkozy, una pareja decepcionante

El eje franco-alemán está poniendo seriamente en peligro su propia credibilidad. Casi se diría que escapa de la realidad tan deprimente que le rodea. Si este domingo, el mismo día en que se troceaba y nacionalizaba Dexia (uno de los bancos, por cierto, que sacó nota alta en los últimos test de estrés) no ha sido capaz de dar detalles ni de explicar convincentemente cómo se van a recapitalizar los bancos europeos para que no sufran un destino similar al de la entidad franco-belga, sólo cabe pensar que  Merkel y Sarkozy están muy perdidos o que no han conseguido ponerse de acuerdo en cuestiones esenciales. O, tal vez, ambas cosas.

Lo cierto es que el proceso de reflexión sobre este asunto tan urgente está tan poco maduro que la cumbre europea que estaba prevista para los días 17 y 18 de este mes ha sido aplazada hasta el domingo 23, a la espera también de que la Troika tenga ya listo su informe definitivo sobre las finanzas griegas y el grado de cumplimiento de sus compromisos con la UE, el Fondo Monetario y el Banco Central Europeo. Todo hace pensar que la evaluación de los expertos será muy negativa. Para entonces,  Berlín y París deberían haber avanzado más en su anuncio de este domingo de elaborar y discutir con sus socios su definitivo plan para salvar al euro, a Europa y a sus bancos. Plan que sería presentado en sociedad en la cumbre del G-20 que se celebrará en Cannes a principios de noviembre.

Siendo como es preocupante que la canciller y el presidente galo se hayan dado un plazo de casi tres semanas para decidir cómo ayudar a los bancos y para dar otro empujón a los anunciados planes de avanzar en una mayor coordinación fiscal y económica -ya planteados el 16 de agosto en París- , lo más alucinante es comprobar cómo ni Merkel ni Sarkozy se han dado por aludidos ante las muchas voces que en los últimos días les están pidiendo firmeza y decisiones concretas y rápidas. Primero fue Christine Lagarde, la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, quien les sugirió, sin nombrarlos, “actuar con más valentía”. Este fin de semana era el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, quien se dirigía directamente a la señora Merkel en estos términos: “Mucho de lo que está haciendo la política actual es parchear. La economía y los mercados necesitan orientación y claridad”. Y ayer era David Cameron, el primer ministro británico, quien desde el Financial Times le proponía a la canciller que se olvidase de lo que opinan sus electores (cada vez más contrarios a ayudar a los países periféricos), diera un puñetazo en la mesa y actuara de manera que la Eurozona recuperara confianza y solidez. Aunque sólo sea para que la City pueda respirar tranquila...

Reestructuración de la deuda griega con una quita del 60%

Pero a la baqueteada Merkel le resbalan esos ruegos y sugerencias. Lo que le preocupa más en estos momentos es diseñar cómo va a ser la insolvencia inevitable y controlada de Grecia. Insolvencia (Insolvenz, en alemán) que el ministro de Economía, Phillip Rössler, redefine ahora como Resolvenz, es decir, solucionar definitivamente un problema. Y ahí es donde hay una disonancia básica e importante con Francia, porque ellos no quieren aceptar esa quita de hasta un sesenta por ciento de la deuda griega que pretende Berlín. O por lo menos no lo aceptarán hasta recibir garantías de  que  sus bancos, bien enfangados en Grecia, serán los primeros en acceder a ese fondo de rescate europeo que se quiere hacer permanente y cuyas funciones, competencias y límites específicos se siguen cociendo a un fuego muy lento en algún despacho en Bruselas.

Lo cierto es que Europa está haciendo todo un papelón de cara al resto de actores internacionales. Ha llevado a cabo dos tandas de stress test que han resultado ser no sólo inútiles, sino poco creíbles y hasta alejados de la situación financiera real de esos bancos teóricamente examinados a fondo. Algunos de sus dirigentes, como José Manuel Durao Barroso, o como Helmut Kohl y su ministro de Hacienda, Theo Waigel, admiten ahora que Grecia nunca debería haber entrado en la Eurozona. Se habla de salvar la moneda única como única  manera de salvar el proyecto europeo, pero en Bruselas nadie parece ser consciente de la urgencia de concluir con la redacción de  las bases legales de ese mecanismo permanente de rescate del euro, lo que sigue restando credibilidad a Europa y  produciendo  inquietud en los mercados.

Hoy, decisión clave en el Parlamento de Bratislava

Tal vez esos eurócratas son conscientes de que su trabajo puede servir de poco si este mecanismo es rechazado hoy mismo por el Parlamento de Eslovaquia, país gobernado por una coalición de cuatro partidos y que no se siente llamado a salvar ni a los griegos ni a ningún otro socio gastón e irresponsable. El más rebelde de todos los grupos parlamentarios, Libertad y Solidaridad, está dirigido por quien es también el presidente del Parlamento, Richard Sulik. Y éste ha dicho muy recientemente: “El mecanismo de rescate del euro perjudica más de lo que protege”.Los euroescépticos eslovacos no quieren participar en esta utility europea, aspiran a un opting out y pretenden incluso que los miembros del Eurogrupo puedan vetar sus decisiones futuras. La mayoría exigida de 76 votos sobre un total de 150 diputados no se logró ayer en una votación de prueba celebrada en  el Parlamento de Bratislava.

Eslovaquia es el último país de la Eurozona que vota la ratificación de  ese nuevo instrumento comunitario y, si triunfa el No, ya nos podemos ir olvidando de la recapitalización de los bancos... al menos, de momento.

El eje franco-alemán está poniendo seriamente en peligro su propia credibilidad. Casi se diría que escapa de la realidad tan deprimente que le rodea. Si este domingo, el mismo día en que se troceaba y nacionalizaba Dexia (uno de los bancos, por cierto, que sacó nota alta en los últimos test de estrés) no ha sido capaz de dar detalles ni de explicar convincentemente cómo se van a recapitalizar los bancos europeos para que no sufran un destino similar al de la entidad franco-belga, sólo cabe pensar que  Merkel y Sarkozy están muy perdidos o que no han conseguido ponerse de acuerdo en cuestiones esenciales. O, tal vez, ambas cosas.

Angela Merkel