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Coaching político: “No somos ni psicólogos ni hacemos la pelota a los políticos, más bien somos su conciencia”
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Coaching político: “No somos ni psicólogos ni hacemos la pelota a los políticos, más bien somos su conciencia”

“En este trabajo no hay espacio para el peloteo. Los políticos que vienen a mi despacho no buscan que les haga la pelota sino que les

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Coaching político: “No somos ni psicólogos ni hacemos la pelota a los políticos, más bien somos su conciencia”

“En este trabajo no hay espacio para el peloteo. Los políticos que vienen a mi despacho no buscan que les haga la pelota sino que les entrene. A nadie le gustan las críticas ni admitir sus debilidades, pero cuando uno de ellos recurre a un coach tiene que estar preparado y dispuesto a aceptar que le digan la verdad a la cara”.

Quien pronuncia estas palabras es Euprepio Padula, director general de Padula & Partners, una de las pocas consultoras con oficina en España dedicada al coaching político. "No tiene nada que ver con hacer la pelota, sino con poner los puntos sobre las íes. Sólo les decimos lo que hacen bien y lo que tienen que hacer para mejorar", añade Juan Carlos Cubeiro, de Eurotalent.

La palabra coach significa entrenador y, aunque su uso más extendido es dentro del ámbito deportivo, también tiene aplicaciones en el mundo empresarial y administrativo. De la misma manera que un deportista recurre a un entrenador para conseguir los mejores resultados personales y mejorar su rendimiento, los políticos acuden cada vez más a esta figura para alcanzar determinadas metas: conseguir mayor credibilidad en sus discursos, gestionar con eficiencia equipos de trabajo o, lo que cada vez sucede con mayor frecuencia, dar el salto de la empresa pública a la privada.

Hombres y mujeres de cualquier color político y de todos los niveles de la administración. El perfil de quien decide ponerse en manos de un coach es de lo más variado.

Lo fundamental: fijar los objetivos a conseguir

Pero, ¿en qué consiste exactamente? “Es una herramienta más en la formación de un político”, explica Padula quien, sin embargo, reconoce que a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, todavía está poco extendido en España. En Padula & Partners, por ejemplo, el entrenamiento se articula en torno a seis u ocho sesiones individuales y confidenciales, una o dos veces por semana y de una duración entre dos horas y dos horas y media. No obstante en una o dos reuniones preliminares se fijan y definen los objetivos a seguir.

Una vez elaborado el documento de ruta se inician esas sesiones. "Intentamos que sean cada dos semanas ya que así el político puede digerir lo que ha aprendido en ellas, ponerlo en práctica y evaluar los resultados obtenidos", comenta Padula.

Por su parte, Cubeiro explica que en Eurotalent, este proceso de entrenamiento puede durar unos seis meses. También se articula a través de sesiones personales y confidenciales una vez al mes. "En alguna ocasión nos hemos encontrado con algún político que cien días antes de celebrarse unas elecciones quiere nuestros servicios. Es muy poco tiempo".

En esta consultora se siguen determinadas pautas. "Analizamos su trayectoria política, su comunicación verbal y no verbal. Cómo se expresa, la manera en que lo hace. Si tiene iniciativa, con quién se relaciona. Reflexionamos con él sobre los objetivos a conseguir, ya que tienen que ser realistas en el tiempo. Somos como su Pepito Grillo, su conciencia. Generalmente cuando es el político quien establece las metas, la efectividad del coaching se sitúa en torno al 10%. Cuando éstas se reflexionan y se analizan con el coach, la efectividad sube hasta el 85%".

En política, a diferencia de lo que sucede en el coaching a directivos, se trabaja mucho la comunicación. Si llegan o no los mensajes que se quieren transmitir. "Es muy importante que tengan una convicción muy fuerte en lo que están diciendo y haciendo. La seguridad en uno mismo. No hay líder sin equipo, ni equipo sin líder", comenta Cubeiro.

 "En Estados Unidos hay coach están presentes hasta en las reuniones de sus clientes. En España todavía no hemos llegado hasta ese punto. Pero tampoco es una situación tan improbable ya que a veces se crea una dependencia excesiva entre el político y su coach. Hay quienes necesitan que esté constantemente a su lado. De hecho, la química entre ambos es tan grande que se genera una relación de extrema confianza. El buen coach, sin embargo, es quien consigue que haya poca dependencia", comenta Padula.

Sin embargo, también explica cómo poco a poco va cobrando fuerza el mentoring. Esto es, muchos políticos buscan un mentor. Alguien con quien tener línea directa y a quien consultar dudas en cualquier momento. Una especie de asesor constante.

De hecho, tal es el vínculo que se establece entre el coach y el político, que hay quienes ven un importante componente psicológico. "Un buen coach tiene que saber escuchar. De hecho, pueden contarnos lo que quiera, de ahí que se consiga un grado muy elevado de intimidad", comenta Cubeiro. 

"También es fundamental no juzgar a nadie", añade Padula, al tiempo que asegura "no soy psicólogo aunque a veces es inevitable entrar en temas personales y sentimentales. Hay un acercamiento individual a la persona y para conseguir los objetivos deseados se tiene que establecer una complicidad y un compromiso entre ambas partes. De hecho, en ocasiones, de estas sesiones nacen muy buenas relaciones de amistad".

¿Más hombres o mujeres?

En Padula & Partners, el coaching político es, por ahora, más cosa de hombres que de mujeres. "Los primeros son más pragmáticos, mientras que ellas son más autocríticas. "Se ponen más en discusión. A diferencia de ellos, están menos pendientes de la efectividad de las sesiones a corto plazo, lo que les permite estar más relajadas". En Eurotalent, por el contrario, trabajan con más mujeres. Cubeiro destaca de ellas que se prestan más al coaching, son más conscientes de que quieren mejorar y se lo toman más en serio.

Esta consultora también está presente en Latinoamérica. "En general y, a diferencia de los políticos españoles, los iberoamericanos están muy preaparados en el ámbito empresarial. Son, profesionalmente hablando, más ricos y más acostumbrados a la gestión de organizaciones y empresas, que los españoles. Hay muchas cosas que ya saben".

“En este trabajo no hay espacio para el peloteo. Los políticos que vienen a mi despacho no buscan que les haga la pelota sino que les entrene. A nadie le gustan las críticas ni admitir sus debilidades, pero cuando uno de ellos recurre a un coach tiene que estar preparado y dispuesto a aceptar que le digan la verdad a la cara”.