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Valencia y Osasuna miden sus crisis para ver quién la tiene más grande
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dos equipos a los que todo va de mal en peor

Valencia y Osasuna miden sus crisis para ver quién la tiene más grande

Los dos equipos han aprovechado las vacaciones para cambiar de entrenador, director deportivo y hacer un ridículo en la Copa del Rey. La pelea por el descenso pasa por el Sadar

Foto: Voro corre durante un entrenamiento del Valencia (EFE)
Voro corre durante un entrenamiento del Valencia (EFE)

Dos equipos famélicos, cabizbajos y en un mar de inciertos cambios se juegan su futuro en un estadio de fútbol. Enero está empezando, el calendario asegura que queda mucho para llegar a la meta, y a pesar de eso las urgencias son tan perentorias que son pocos los que se atreven a colocar el cartel de "un partido más" a lo que se espera entre Osasuna y Valencia este lunes en el Sadar.

Foto: Garcia Pitarch no ha cumplido un año como director deportivo del Valencia (Kai Försterling/EFE)

Se requeriría de un simposio científico para poder ordenar los dolores de uno y otro club. La conclusión más sencilla es decir que ambos tienen un fallo multiorgánico y que difícilmente los dos se mantendrán en Primera División la próxima temporada. Uno sí, quizá, los dos es difícil. Porque en este momento son demasiados pocos puntos para que la redención de ambos sea posible. Y ganar en Pamplona es respirar, al menos todo lo que puede ser respirar cuando se ingresó en la UVI hace semanas.

La última vez que jugaron en LaLiga Santander ambos equipos tenían entrenadores que ya no están. Por el camino también han sustituido a sus directores deportivos, aunque en el caso de Osasuna para que se vistiese de chándal a ver si él sí sabe cuál es la tecla que hay que tocar. Cuando se disputaron esos últimos partidos en el campeonato de la regularidad ambos estaban aún vivos en la Copa, algo que después de los resultados de esta semana, sendos ridículos, parece concluido para ambos.

La apabullante crisis del Valencia

El caso más chocante es el del Valencia, Osasuna ya sabía en agosto que el sufrimiento iba a ser el compañero de viaje. Los ché no, su cultura es otra, más cercana a la victoria que a la agonía. Pero cuando nada sale ni los más grandes son capaces de no resentirse. No hay resumen fácil para lo que está siendo la temporada de este equipo, ni siquiera para los últimos quince días en los que la esquizofrenia parece haber gobernado la entidad.

Prandelli, harto de pedir fichajes, dijo que con él no contasen para esta guerra. Demasiado descontrol para un señor tan serio. Un torrente de mentiras inadmisible. Le habían dicho que vendrían jugadores suficientes para enderezar el ritmo, pero terminó por no creerlo. Le tocó ir a Singapur a ver al dueño, Peter Lim, que cada día parece más desafecto a lo que ocurre en su club. Con él iba también Suso García Pitarch, que en aquellos tiempos aún era director deportivo. El día después de la dimisión, coincidiendo con el fin de año, Pitarch salió ante los medios. Dijo que había dimitido, pero que no se lo habían aceptado y que, para él, el Valencia no es lo mismo que para Prandelli. Al fin y al cabo nació a solo unos kilómetros de Mestalla y lo lleva muy dentro. Por eso, argumentaba, tenía que quedarse, porque no podía dar la espalda a los suyos.

Ni diez días tardó en marcharse. La segunda dimisión fue irrevocable, ya importó menos ser valenciano o tener un pasado de largos años en el club. Él también se iba, se supone que por el bien del equipo, pues no le faltaron golpes en el pecho la semana previa diciendo que para él este club es una cuestión de vida o muerte. Ahora lo verá desde la grada, aunque en lo que pase en el futuro próximo siempre tendrá una parte de responsabilidad. Especialmente en lo malo, porque quienes lleguen ahora a Mestalla se encuentran todo hecho unos zorros.

El primer fuego, quizá el más importante porque es el que puede derruir lo que queda de institución, es el deportivo. Si el Valencia se mantiene en Primera, y esa es ahora mismo la inquietud, esta no será más que una temporada para olvidar, una pesadilla pasada que terminó cuando sonó el despertador. La responsabilidad de que el club vuelva a la senda de la victoria ahora es de Voro, un exjugador que siempre había evitado hacerse cargo del equipo. Y no será porque no le hayan tentado veces para hacerlo. Él es el hombre de la casa, la solución de compromiso, el Molowny de turno que todo club de peso tiene disponible. Por más que en el pasado haya evitado, ahora le ha podido el valencianismo. A él sí.

Foto: Dani Parejo quiso abandonar el Valencia, pero el club le cerró la puerta de salida (EFE)

Y es posible que sea lo único que queda en toda la empresa que aún rezuma sentimiento de verdad. Desde Singapur se quiere que las cosas vayan bien como el inversor mira la curva de la bolsa cada tarde esperando un repunte. La diferencia es sencilla de ver, casi física, la distancia entre el cerebro y el corazón. Peter Lim, empresario y amigo de Mendes, quizá no por este orden cuando se habla de fútbol, tiene contratados y en Valencia a Lay Hoon Chan, que ejerce de presidenta, y a Anil Murthy, consejero ejecutivo de omnímodo poder en el club. Ambos tienen la difícil tarea de mandar cuando se sabe que el mando real vive a miles de kilómetros y, sobre todo, de dar la cara.

Foto: Jorge Mendes (i) y Peter Lim (c), en una imagen de archivo (Reuters)

Lo cual no es sencillo, porque la afición valencianista nunca fue conformista, más bien todo lo contrario. Las gradas han bramado contra entrenadores ganadores por los más diversos motivos, así que en este sainete difícilmente se cruzarán de brazos. La ilusión de sus domingos se ha convertido en pesadilla. Es más, un proyecto que hace un par de todas pudo llegar a ilusionar ahora es una nueva broma del destino. Cuando Lim llegó las deudas atosigaban a la institución, el proyecto de un estadio nuevo estaba parado por la crisis -y así sigue, aunque la promesa era bien distinta- e incluso se hablaba de un riesgo de desaparición que se sofocó con el dinero asiático del nuevo dueño.

Hubo fichajes de campanillas, todos ellos de escaso rendimiento, una relación especial con el poderoso agente y cambios constantes de técnico. Los fallos se reprodujeron, el dinero empezó a no llegar con tanta alegría y en la confección de la plantilla de esta temporada hubo más salidas de nombres importantes que llegadas para mantener el poderío previo. Lim fue perdiendo fuelle, tanto que la prensa de su país ya calcula que la paciencia se ha agotado y busca maneras de salir de esta inversión que desde hace tiempo solo tiende a la baja.

El hola y adiós de Caparrós en Pamplona

Las cosas no son muy diferentes en Osasuna. Algunos aficionados, de hecho, hablan de que bajar a Segunda no sería tan grave, que ese es un lugar tan bueno como otro cualquiera para resurgir de las cenizas. Cuando tu equipo ha sumado siete puntos en 16 jornadas es un planteamiento válido. Es último el equipo y la permanencia está ahora mismo delimitada por el Valencia en 12 puntos. Cinto puntos son muchos cuando solo hay siete en tu tanteador.

placeholder Vasiljevic, cabizbajo en un entrenamiento de Osasuna (EFE)
Vasiljevic, cabizbajo en un entrenamiento de Osasuna (EFE)

También han tenido los de Pamplona su ración de tragedia griega en el descanso navideño. Empezaron la temporada con Enrique Martín en el banquillo, un hombre de la casa, el héroe del ascenso, un indudable osasunista con el que las cosas no salieron bien. Su despido fue para contratar a un clásico de la Liga, Joaquín Caparrós, que pasó el verano postulándose para ser seleccionador -una campaña digna de ver aquella- pero se quedó con las ganas. Sus destituciones en el Mallorca o el Granada no alarmaron a los dirigentes rojillos, que le llamaron para darle oxígeno al equipo. Tras ocho partidos, y con siete derrotas, se dieron cuenta del error.

Foto: Caparrós y Vasiljevic, en la presentación del primero (EFE)

Hay un problema añadido, y es que el club cumple de milagro los protocolos financieros que impone la liga. Y eso quiere decir que no hay espacio para contratar a un nuevo técnico. Así que para deshacerse de Caparrós, además de indemnizarle, solo había una opción, que era poner al director deportivo, Petar Vasiljević, en el banquillo. Y en esas está reclamando unidada mientras mira de reojo una plantilla a todas luces insuficiente para la máxima categoría.

Es Osasuna un buen proyecto, lleno de jóvenes que si estallan pueden tener buena carrera en el fútbol español. Una plantilla que se conjuga en tiempos futuros, cuando el fútbol solo entiende de presente. Un equipo que necesita tres puntos este lunes para que la fiesta siga y la esperanza no se opaque.

Sí, esto es enero y ni siquiera ha terminado la primera vuelta de la Liga. Pero dos equipos con tantos problemas no pueden ver este encuentro como si fuese uno más. No lo es.

Alineaciones probables

Osasuna: Mario; Unai García, Oier, Iván Márquez; Alex Berenguer, Causic, Imanol García, Roberto Torres, Clerc; Sergio León y Oriol Riera.

Valencia: Valencia: Alves, Montoya, Santos o Mario Suárez, Mangala, Siqueira; Enzo Pérez, Parejo, Mario Suárez o Soler; Rodrigo, Santi Mina y Munir.

Árbitro: Álvarez Izquierdo (Comité Catalán).

Estadio: El Sadar.

Hora: 20.45.

Dos equipos famélicos, cabizbajos y en un mar de inciertos cambios se juegan su futuro en un estadio de fútbol. Enero está empezando, el calendario asegura que queda mucho para llegar a la meta, y a pesar de eso las urgencias son tan perentorias que son pocos los que se atreven a colocar el cartel de "un partido más" a lo que se espera entre Osasuna y Valencia este lunes en el Sadar.

Valencia CF Osasuna