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El futuro del Celta, en manos del niño prodigio
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RUBÉN BLANCO SE DOCTORA EN EL PARTIDO DE LA SALVACIÓN EN BALAÍDOS

El futuro del Celta, en manos del niño prodigio

Si a cualquier aficionado que el sábado estaba presente en el estadio de Balaídos le hubieran dicho a principio de temporada que el futuro del Celta

Foto: El futuro del Celta, en manos del niño prodigio
El futuro del Celta, en manos del niño prodigio

Si a cualquier aficionado que el sábado estaba presente en el estadio de Balaídos le hubieran dicho a principio de temporada que el futuro del Celta en Primera División iba a estar en manos de un portero de 17 años en la última jornada, más de uno se hubiera tirado de los pelos. Pero como suele ser habitual, la realidad siempre supera la ficción. Un nuevo héroe en ciernes asomaba para deleite de la parroquia celeste, que no sólo iba a disfrutar de la permanencia de su equipo, sino que además lo iba a hacer con un nuevo ídolo bajo los palos, y además de la casa. Rubén Blanco, el hasta hace una semana desconocido portero del juvenil, se ha convertido en el espejo en el que se miran decenas de canteranos del Celta que sueñan algún día con defender la camiseta del club de sus amores.

En el caso de Rubén no lo pudo hacer en mejor momento y en un escenario más propicio. Los caprichos del destino tienen cosas como ésta. A dos partidos para la conclusión del campeonato, el Celta tenía pie y medio en Segunda, era colista de la categoría y ni siquiera dos victorias podrían servirle para huir de la quema. El panorama no era demasiado alentador, pero los de Abel Resino, por si las moscas, se adelantaban en el marcador del Nuevo Zorrilla. Poco antes del descanso se produjo un importante contratiempo para los gallegos. Su guardameta titular, el experto Javi Varas, se lesionaba. No podía seguir. En esos momentos, el técnico toledano echó un vistazo a su banquillo y allí estaba él. Un imberbe de 17 años, sin un solo minuto de experiencia en la máxima categoría del fútbol español, era el encargado de tomar el testigo del exguardameta del Sevilla. Un niño ante el mayor reto de su vida.

La situación hubiera superado a cualquier chaval de su edad, pero no a él. Considerado un diamante en bruto para los técnicos del fútbol base del Celta y de la Real Federación Española de Fútbol (es uno de los guardametas de la selección sub’19), cual tempano de hielo, Rubén Blanco solventó todas y cada una de las acometidas del Real Valladolid para firmar una gran actuación, sumar los tres puntos y mantener viva la esperanza de la permanencia. El primer capítulo del sueño del canterano vigués concluía con final feliz.

Comenzaba una nueva semana, la última del Campeonato Nacional de Liga. La duda se instalaba en el celtismo. ¿Quién jugaría en el trascendental y definitivo partido ante el Espanyol? ¿Se la jugaría Abel con el chaval o recuperaría a Sergio Álvarez, su segundo guardameta? Éste último recibió el alta médica, pero el entrenador del Celta estaba por la labor del órdago. Rubén iba a convertirse en el ángel de la guarda de Balaídos. Algunos podían pensar que era un riesgo, pero los hechos terminaron por dar la razón al que fue portero del Atlético de Madrid.

Y salió a hombros

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Llegó el gran día. Estadio de Balaídos, 21 horas. El Celta necesitaba la victoria en su partido y una derrota de su eterno rival en Riazor. Todo se dio según el mejor guión diseñado por cualquiera de los aficionados que llenaron a reventar el estadio vigués o por el propio adolescente que defendía los tres palos de la portería celeste. Tras el pitido inicial se consumaba la permanencia del Celta y buena parte de los focos de la celebración se centraban en ese imberbe de 17 años que hace tan sólo siete días estaba sentado en el banquillo de Zorrilla.

En tan sólo una semana, la vida de Rubén Blanco ha cambiado a ritmo de vértigo. Del anonimato al estrellato. No es de extrañar, por tanto, que el canterano vigués saliera a hombros y por la puerta grande. Al más puro estilo de José Tomás, la faena del guardameta había sido redonda, con paradas decisivas y demostrando a todos que ahí hay portero para rato. El Celta podrá estar preocupado por reforzar algunas posiciones del equipo con vistas a la temporada que viene, pero no la portería.

El club que preside Carlos Mouriño ha decidido apostar por la cantera. Rubén es el ejemplo que mejor refleja esa política en estos momentos, pero no hay que olvidar que ahí están también los Hugo Mallo, Roberto Lago, Borja Oubiña, el ídolo Iago Aspas… La confianza en los jóvenes valores genera grandes futbolistas. Rubén está llamado a ser un referente en el Celta, el futuro está en sus manos. Y lo afrontará desde la intensa experiencia de estos dos cruciales partidos en una semana, donde ha sabido demostrar su templanza, serenidad y categoría. Una perla cultivada en A Madroa que ya se puede enseñar y lucir en las mejores galas. Ha nacido una estrella, ahora sólo es cuestión de saberla cuidar.

Si a cualquier aficionado que el sábado estaba presente en el estadio de Balaídos le hubieran dicho a principio de temporada que el futuro del Celta en Primera División iba a estar en manos de un portero de 17 años en la última jornada, más de uno se hubiera tirado de los pelos. Pero como suele ser habitual, la realidad siempre supera la ficción. Un nuevo héroe en ciernes asomaba para deleite de la parroquia celeste, que no sólo iba a disfrutar de la permanencia de su equipo, sino que además lo iba a hacer con un nuevo ídolo bajo los palos, y además de la casa. Rubén Blanco, el hasta hace una semana desconocido portero del juvenil, se ha convertido en el espejo en el que se miran decenas de canteranos del Celta que sueñan algún día con defender la camiseta del club de sus amores.

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