Movilla, un viejo rockero con ganas de demostrar que el DNI no cuenta en el fútbol

Treinta y siete años le contemplan y tiene la ilusión de un juvenil. José María Movilla acaba de firmar un nuevo contrato, veremos si es el último, en la máxima categoría del fútbol español. Aunque se encontraba sin equipo tras concluir su periplo en el Rayo, el Real Zaragoza ha requerido de sus servicios hasta el final de la presente campaña. El ‘Pelao’ regresa a la capital maña, solicitado por el propio Manolo Jiménez, para poner orden, sentido y equilibrio al juego del conjunto de La Romareda. Y es que el centrocampista madrileño ya militó en el equipo zaragocista durante tres temporadas y media (enero 2004-junio2007), en las que dejó un grato recuerdo.

Movilla es el claro ejemplo de futbolista currante, ése que todo entrenador quiere tener en su equipo. La última campaña, con José Ramón Sandoval en Vallecas, fue imprescindible, y no exageramos al decir que fue uno de los pilares en los que se sustentó el equipo, junto a Javi Fuego y Michu. Su edad es lo de menos, lo que importa es la condición física y las ganas que uno tenga de jugar a esto del fútbol y de vivir la profesión como el primer día. Y de todo ello anda sobrado este trotamundos del balompié. Es de esa generación de jugadores, véase Ballesteros, Juanfran, Martí o Palop, que continúan dando guerra al máximo nivel. Viejos rockeros que demuestran que muchas veces el DNI no cuenta.

El de Leganés se dio a conocer en el Málaga en Segunda División. Por entonces, comenzaba a hacerse hueco ese futbolista de perfil bajo, nada mediático, pero que no ha dejado de tener ofertas durante las últimas catorce temporadas, diez de ellas en Primera División. Su extraordinario trabajo en el club malacitano, con ascenso incluido, se vio recompensado con la llamada de uno de los históricos de nuestro fútbol, el Atlético de Madrid, aunque curiosamente en su segundo ‘añito en el infierno’. Parecía un paso atrás en su carrera al volver a jugar en Segunda, pero de eso nada.

Ascenso con el Atleti y Copa del Rey con el Zaragoza

Con los colchoneros logró el ansiado retorno a Primera, donde disputó una campaña y media más, hasta enero de 2004, fecha en la que dejó el Manzanares (problemas con Manzano como principal argumento) rumbo a La Romareda. Aterrizó en un equipo con problemas, recién ascendido y en una situación comprometida en la tabla, y terminó esa temporada con título bajo el brazo, la Copa del Rey ganada al Real Madrid en el estadio olímpico de Montjuic. Posteriormente ganaría una Supercopa ante Valencia y dejó la disciplina zaragocista con el equipo en UEFA. Buen bagaje, no hay duda.

Pero su elevada ficha resultó ser un problema para un Zaragoza ya inmerso en problemas económicos, de ahí que la primera buena oferta que llegó por él, la del Murcia, fue aceptada por la directiva aragonesa. En el club pimentonero las cosas no le fueron tan bien, ya que cosechó un descenso a la categoría de Plata, con Javier Clemente en el banquillo.

Y cuando todo parecía indicar que la carrera de Movilla estaba dando sus últimos coletazos, al menos al máximo nivel, ficha por el Rayo y en dos temporadas lo devuelve a Primera División. El madrileño se convierte en uno de los ídolos de la afición vallecana, ya no sólo por su quehacer sobre el terreno de juego, sino por ejercer de gran capitán ante los graves problemas  económicos e institucionales del conjunto en su día presidido por la familia Ruiz Mateos. Nuevamente sus emolumentos vuelven a ser un problema, por lo que el Rayo, una vez concluido su contrato, decide no ofrecerle la renovación.

Dos meses después, y una vez iniciada la temporada, José María Movilla vuelve a tener equipo. ¿Qué tendrá este chico? A partir del 15 de septiembre (fecha en que vuelve la Liga) volveremos a comprobarlo y, en el caso de la afición de La Romareda y del fútbol en general, a disfrutarlo.