Un nervioso Cristiano Ronaldo pasa por el diván de Mourinho

Guste o no, Cristiano Ronaldo, al menos en este Real Madrid, es imprescindible. Mourinho sabe que, como dijo sobre Sergio Ramos y su posición en la defensa, el equipo está construido con el portugués haciendo lo que quiere, cómo quiere y dónde quiere. Esa es la realidad. El problema llega cuando el propio técnico se percata de que algo está fallando con el ex del Manchester United, cuando toda esa fuerza y ambición que tiene y que le ha llevado a estar en lo más alto del fútbol mundial no la está sabiendo administrar, que está malgastando parte de esa energía en batallas perdidas de antemano. Y aquí entra la labor del entrenador que está realizando con CR7 en búsqueda de ese jugador que todo el madridismo ansía que sea decisivo.

Sus partidos ante Villarreal y Real Sociedad han dejado dudas, más por sus gestos que por su fútbol. Algo de lo que se han percatado tanto en la directiva, como en el cuerpo técnico, como la propia afición. Nadie quiere que se rompa el buen momento que ha encontrado el equipo y menos aún por un descuido de su estrella, o por lo menos de su rostro más visible. La vuelta al liderato casi un año después es un aliciente más.

En los dos choques citados, Ronaldo anduvo cerca de la expulsión, picado con Catalá primero y con Iñigo Martínez el pasado sábado. En ambas ocasiones dio motivos para ver la tarjeta roja por acciones sin importancia y que teminan por descentrarle, por sacarle de partido. La consecuencia es que se acelera, que no encuentra el sentido del partido y busca la revancha de manera particular, lo que hace que el equipo pierda el sitio y no aproveche las ocasiones. La consecuencia llegó en Anoeta cuando el Real Madrid no supo cerrar el partido y aunque no sufrió, el final del choque se rodeó de incertidumbre, la que señalaba la escasa ventaja madridista. Además, el portugués mostró públicamente su nerviosismo tras el encuentro del sábado cuando, con la victoria en el bolsillo y entre gestos de euforia desmedida, se dirigió al público donostiarra y les gritó: "¡Os vais a joder, 'caralho'!".

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