Sergio Rico y el larguero permiten que el Sevilla salga vivo de Turín

Empate a nada. El Sevilla volvió a la gran competición europea después de dominar con claridad la pasada Europa League. Y en el mejor escenario posible: en Turín frente a la Juventus, el campeón de Italia. Pero las expectativas de ver un gran partido sobre el verde italiano se quedaron en nada: un encuentro sin goles y sin demasiadas ocasiones por parte de los dos equipos. Al menos, los italianos pusieron algo de tensión en la segunda parte.

Tanto Allegri como Sampaoli recurrieron a una defensa muy poblada con líneas muy juntas, algo que se lleva viendo desde que comenzó la temporada en ambos equipos. Eso hizo que generar ocasiones fuese una auténtica odisea, más aún si los jugadores de ataque están espesos, algo que ocurrió en Turín. Ninguno de los dos conjuntos crearon apenas peligro durante la primera parte. Una delicia para los amantes de la táctica defensiva, un auténtico suplicio para el aficionado general de este deporte, que busca espectáculo y goles.

Tan solo Khedira levantó de la siesta a los espectadores. Dybala, que fue el jugador más peligroso de la Juventus, condujo la pelota y se la cedió al alemán, que no supo aprovechar la asistencia. Cruzó el balón y lo mandó directamente fuera, lo que creó cierto nerviosismo entre los sevillistas pero en ningún momento miedo. El italiano firmó la otra gran ocasión de la primera mitad, con delicada ruleta a lo Zidane que detuvo con acierto Sergio Rico, el mejor de su equipo.

Los contendientes se marcharon camino de vestuarios con el marcador sin estrenar, pero eso no hizo que los técnicos decidiesen aplicar cambios tácticos de cara a la segunda parte. Mucho respeto entre ambos conjuntos, que sabían que, probablemente, el primero en golpear sería quien se llevase el encuentro. La única diferencia fue de ambición: mientras el Sevilla se fue haciendo cada vez más pequeño, la Juventus se fue alimentando de su respeto para crecerse y estrechar la portería de Sergio Rico.

La Juventus, superior en la segunda parte

Primero avisó Higuaín, el jugador que está llamado a ser el gran goleador del conjunto turinés esta temporada y que acechó la portería del Sevilla, pero con cierta timidez y con poco acierto. Su cabezazo fue contudente, pero no se dirigió al fondo de las mallas. Impactó en el larguero, haciendo que medio estadio se llevase las manos a la cabeza. El gol estaba cerca, pero no llegaba.

Por parte del Sevilla, el recurso de los de Sampaoli fue buscar la espalda bianconera. Acosados por una Juventus cada vez más cómoda y con ganas de victoria, los de Nervión trataron de buscar la velocidad para sorprender sin demasiado éxito a los italianos, que aunque se lanzaron al ataque, no sufrieron excesivas complicaciones a la hora de defender las acometidas sevillistas. Buffon apenas tuvo que atusarse el flequillo.

En el otro área, un inexistente pero muy reclamado penalti sobre Pjaca en el área rojiblanca aceleró el ritmo cardiaco de los sevillistas. Pero el amago de infarto fue después del espectacular centro de Dani Alves y el posterior remate de Alex Sandro que casi acaba el gol. El remate, picado y muy cerca del palo, solo encontró la mano de Sergio Rico como obstáculo, que de nuevo volvió a firmar una parada de mérito para salvar un punto para su equipo.

Sampaoli, ante la superioridad de su rival, incluso apostó por perder tiempo, sustituyendo a cuatro minutos del final al Mudo Vázquez. El técnico se vio inferior a la Juventus, pero sale reforzado, ya que sin haber hecho un gran fútbol, ha logrado que su equipo saque un punto del partido más difícil del grupo. El siguiente, en el Pizjuan como local, el Sevilla probablemente ofrecerá una imagen bien distinta.

Ficha del partido