Es noticia
El Barcelona huele la sangre del PSG y deja medio muerta la eliminatoria
  1. Deportes
  2. Fútbol
dos golazos de suárez son decisivos

El Barcelona huele la sangre del PSG y deja medio muerta la eliminatoria

Los azulgranas completan un partido soberbio ante un rival que ya estaba destrozado por las bajas y que además perdió a Thiago Silva. Neymar y dos golazos de Suárez dejan las semis muy cerca

Foto:

A la que corrieron los primeros catorce minutos, los ilustres que plagaban los asientos VIP del Parque de los Príncipes empezaron a disfrutar por fin del partido al que les habían invitado. Fue ese instante el que eligió Lionel Messi para encarar la eliminatoria para el Barcelona (1-3) y destrozar una racha de 33 partidos (nueve años) sin derrotas como local del PSG en su casa. No había tocado prácticamente ni una sola pelota desde que había saltado al estadio parisino. Pero no le hace ni la más mínima falta aparecer más de lo necesario para ser el más determinante para el colectivo. Porque Messi es más de lo que era antes, y antes era inabarcable. Ahora es generosidad pura y su inteligencia posicional y temporal hace feliz al resto más de lo que lo hacía su chorro infinito de goles. Cogió el balón y quiso hacer lo mismo que ante el Almería y ante el Sevilla. Pero a la tercera fue al palo.

Fue una primera parte de esas que hace el Barça en esta Champions League. Le ha metido tales repasos con alevosía al Manchester City que lo hecho en casa del campeón francés parece menor. Puede que en cierto modo lo fuera, porque la sensación de dominio global no fue tan abrumadora como sí pasó en la eliminatoria de octavos. Sin embargo, hay un detalle que la hace al menos tan meritoria como la del Etihad, y es que el Paris Saint-Germain es más equipo que el City. No hablo de jugadores, sino de fortaleza y conjunción. El Barça hizo que las bajas de Ibrahimovic, Verratti y Thiago Motta fueran mucho más terribles de lo que se podía pensar a priori.

Tres bajas que fueron cuatro cuando Thiago Silva se retiró lesionado y tuvo que entrar uno que dijeron que estaba cojo, que no llegaba al partido y que tuvo que jugar más de una hora, David Luiz. Sí, la verdad es que eran unas bajas tremendas, insustituible cuarteto por su importancia cuando están juntos. Imaginen que el Barça se hubiese presentado en París sin Busquets, Iniesta y Messi y que a los 20 minutos se le lesione Gerard Piqué. Y que el de enfrente no tuviese ni una ausencia. Pues no habría ganado el partido como lo ganó, tan sobrado como lo hizo, claramente. La baja más grave no es la de Ibra, ni la de Silva. Fue la de los dos jugadores de centro del campo.

Motta y Verratti son el pulmón del Paris Saint-Germain y sin ellos no respira. Blanc intentó remendar el desaguisado con lo mejor que tiene para sustituirlos. Cabaye es un magnífico mediocentro con el balón en los pies, pero posicionalmente no tiene la mentalidad necesaria ni la potencia física para aguantar el hecho de tener a la MSN pululando a su espalda. Y a Adrien Rabiot le espera un futuro brillante en su carrera, pero aún no está lo suficientemente maduro para sacar desde atrás el balón jugado ante la defensa posicional del Barça. Luego la ineficiencia de los de arriba en los contragolpes hizo el resto.

Bueno, mentira. También hay que echarle su parte de responsabilidad a David Luiz. Vale que quizás sus piernas no dieran lo máximo de sí esta tarde-noche parisina, pero tampoco da más de sí su cabeza y eso es lo preocupante. Por muy mal que estuviera físicamente (lo cual tampoco se evidenció de forma clara), Luis Suárez no le puede superar dos veces con dos caños sensacionales. Esos dos caños acabaron con dos golazos de un chico que costó 81 millones para que en días como hoy fuera el mejor jugador del partido. Parecía una locura pagar tanto por Luis teniendo a Neymar y Messi, pero al final va a resultar que el Liverpool no se subió a la parra.

Y eso que Suárez se pasó una horita deambulando por el partido con más pena que gloria, ajeno a la fiesta de pases y juego de Messi, Iniesta y Neymar. Estaba por ahí, pero no la olía. Pero hubo un momento en el que olió la sangre y un depredador como él siente la llamada de la jungla cuando tiene ante sí un rival herido. Y fue el de los gestitos, el que se cabreó por no evitar el empate del Sevilla desde el campo, Neymar, el que clavó la primera lanza en el costado de Blanc. Tuvo que marcar porque Messi se la puso al hueco en el momento idóneo, justo cuando Maxwell tenía reminiscencias de azulgrana y evitaba el fuera de juego. Pero ese gol llega por una de las tantísimas pérdidas del PSG en la salida del balón. Una de tantas y pocas de ellas aprovechó el Barça.

¿Por qué el PSG sólo marcó un gol? Porque Cavani se equivocó en cada acción que pudo suponer una ocasión de gol para su equipo. No fue por méritos del Barça, que se mostró en ciertos momentos dubitativo en defensa, con incomprensibles espacios entre central y lateral, entre pivote y centrales. Y especialmente Cavani, pero también Pastore y Lavezzi, se equivocaban en cada ataque. Los fallos del primero son menos excusables, porque eran pases francos, sencillos. Los argentinos fallaron porque no les dejaron acertar los azulgranas. Y eso sí que es para congratular a Luis Enrique. Esa presión constante al portador de balón evitó que se produjera ese gol que hubiera recordado el partido del Pizjuán y habría creado un nudo en el estómago culé. Cuando finalmente se dio ese tanto, ya era del todo intrascendente. Lo fue en el devenir del partido, y debe serlo en la eliminatoria.

Ficha técnica:

1 - París Saint-Germain: Sirigu; Van der Wiel, Marquinhos, Thiago Silva (David Luiz, m.21), Maxwell; Rabiot (Lucas, m.66), Cabaye, Matuidi; Lavezzi, Cavani, Pastore

3 - Barcelona: Ter Stegen; Montoya (Adriano, m. 80), Piqué, Mascherano, Jordi Alba; Rakitic (Mathieu, m.74), Busquets, Iniesta (Xavi, m.53); Messi, Suárez, Neymar

Goles: 0-1, m.18: Neymar; 0-2, m.67: Suárez; 0-3, m.79: Suárez; 1-3, m.82: Mathieu en propia meta.

Árbitro: Mark Clattenburg (ING), amonestó a Cabaye, Piqué y Messi

Incidencias: Encuentro de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones disputado en el Parque de los Príncipes de París ante unos 45.000 espectadores, unos 2.000 de ellos procedentes del Barcelona.

A la que corrieron los primeros catorce minutos, los ilustres que plagaban los asientos VIP del Parque de los Príncipes empezaron a disfrutar por fin del partido al que les habían invitado. Fue ese instante el que eligió Lionel Messi para encarar la eliminatoria para el Barcelona (1-3) y destrozar una racha de 33 partidos (nueve años) sin derrotas como local del PSG en su casa. No había tocado prácticamente ni una sola pelota desde que había saltado al estadio parisino. Pero no le hace ni la más mínima falta aparecer más de lo necesario para ser el más determinante para el colectivo. Porque Messi es más de lo que era antes, y antes era inabarcable. Ahora es generosidad pura y su inteligencia posicional y temporal hace feliz al resto más de lo que lo hacía su chorro infinito de goles. Cogió el balón y quiso hacer lo mismo que ante el Almería y ante el Sevilla. Pero a la tercera fue al palo.

Champions League Neymar Leo Messi
El redactor recomienda