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Pensionistas de élite: de Lopetegui a Amunike
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LAS SECUELAS DEL DEPORTE

Pensionistas de élite: de Lopetegui a Amunike

Futbolistas retirados reciben prestaciones públicas y vitalicias por lesiones del juego. La prestación es compatible con su sueldo, a menudo vinculado al fútbol. Lopetegui y Amunike, entre los beneficiarios

Foto: Julen Lopetegui (i) y Emmanuel Amunike. (EC)
Julen Lopetegui (i) y Emmanuel Amunike. (EC)

Escuchar a Íñigo Vélez duele. "Llevo cinco operaciones, me han cambiado el cartílago y me quedó una úlcera. La última vez que me abrieron la rodilla me dijeron que tenía un agujero en el hueso". A sus 33 años, este futbolista retirado cuenta que no puede jugar ni una pachanga con amigos. Se retiró en 2013 del fútbol profesional, tras pasar por Espanyol, Eibar, Real Murcia, Athletic de Bilbao, Numancia y Xerez. En su último año, el Guadalajara le rechazó en un reconocimiento médico. "En la última temporada en el Xerez solo entrenaba el sábado por la mañana y jugaba el domingo", recuerda este delantero. Su cuerpo no podía más. El deporte profesional puede ser muy duro. La medicina en esos casos busca exprimir al deportista, no piensa en su retirada. Ahora entrena cadetes en el Aurrerá, el club en el que comenzó.

Por esas lesiones, la Seguridad Social le concedió el 30 de mayo de 2014 una "incapacidad permanente total por la contingencia de accidente de trabajo con derecho al percibo de una pensión del 55% sobre la base reguladora de 3.262 euros". La razón era la "rotura del menisco externo de la rodilla izquierda", según una sentencia posterior entre las mutuas que debían hacerse cargo del pago. Así que Vélez recibe 1.795 euros al mes como prestación hasta que se jubile. Es el tope que marca la ley porque los futbolistas generalmente cotizaban al máximo. "Es una ayuda enorme, compensa el dinero que no he podido ganar estos años", explica Vélez, quien añade que pese a las lesiones el fútbol ha merecido la pena: "Soy un afortunado. He vivido de mi pasión. Tengo 33 años y Magisterio hecho. Mis rodillas no me permiten más, pero ya he hecho todo el deporte que tenía que hacer". "Mi futuro a nivel físico no es muy esperanzador, pero volvería a empezar sin duda", escribió en el blog de un compañero.

Perciben hasta 1.800 euros al mes compatible con su sueldo. Algunos siguen ligados al fútbol

Vélez es uno de tantos deportistas profesionales que reciben una pensión de la Seguridad Social. La mayoría tiene una "incapacidad permanente total". Es aquella que se da a quien por algún problema físico no puede dedicarse a su profesión habitual y tiene que cambiar de trabajo. Se supone que ganará menos y se le compensa. Por eso la invalidez es compatible con otro sueldo.

Los deportistas profesionales están desde 1986 sujetos al régimen general de la Seguridad Social, así que tienen los mismos derechos que cualquier otro trabajador. La ley no contempla que en cualquier caso la vida laboral de un deportista profesional tiene un límite y que tarde o temprano, lesionado o no, iba a dejar de jugar al fútbol. El resultado es que cuando los futbolistas superan la treintena y tienen alguna lesión, muchos intentan conseguir la pensión, según fuentes de las mutuas, los organismos tutelados por Empleo que gestionan las incapacidades.

Así, se han dado casos curiosos. Uno de ellos es el de Emmanuel Amunike, exfutbolista nigeriano del Barcelona y el Albacete. El 18 de septiembre de 1997, disputando un partido de Liga de Campeones contra el Manchester United, Amunike -que ganaba entonces 35.965 euros brutos mensuales, según una sentencia posterior- sufrió una lesión en la rodilla izquierda. Siguió en el Barça tres años pero sin jugar y entonces fichó por el Albacete. Su carrera siguió cuesta abajo. Lo normal. En 2001 se rompió el tendón de aquiles jugando con la selección de Nigeria contra Zambia y probó fortuna en la liga coreana. En la temporada 2003-2004 jugó en el Al-Wihdat de Jordania y al finalizar la campaña se retiró del fútbol. Tenía 34 años, volvió a España e instaló su residencia en Santander.

Amunike se retiró en 2004, ya con 34 años, pero el tribunal le dio la invalidez por una lesión de 1997

Amunike pidió la incapacidad en 2005, cuando estaba en paro. El 18 de julio de 2006, la Seguridad Social se la denegó al considerar que no tenía "reducciones anatómicas o funcionales que disminuyan o anulen su capacidad laboral". Amunike recurrió a los tribunales y un juzgado de Santander no le dio la incapacidad. Consideró que "lo incapacitante de su estado es la edad". La sentencia establecía que si Amunike no jugaba era por los 36 años que tenía ya, no por la lesión que sufrió en 1997, nueve años antes.

Pero el futbolista recurrió, y ahí triunfó. El Tribunal Superior de Justicia de Cantabria falló el 4 de julio de 2007 que Amunike sí tenía derecho a esa prestación. Según el tribunal, "la edad avanzada del deportista profesional no es un elemento impeditivo, por sí solo, de la calificación de incapacidad permanente". Amunike, prosigue la sentencia, estaba "imposibilitado para las tareas esenciales del ejercicio profesional del deporte del fútbol, que le ocupaba, al momento de sufrir el accidente determinante de su estado".

El razonamiento es el siguiente: aunque Amunike tenía una "edad avanzada para practicar el fútbol cuando solicita la incapacidad, de 36 años", como "no existe límite legal o reglamentario" ni es extraño que siga jugando a esa edad aunque sea en equipos de menor nivel, tenía derecho a la prestación. Es decir, aunque se rompió la rodilla en 1997 y siguió jugando hasta 2002, la sentencia afirma que las secuelas de esa lesión "se revelan como incapacitantes en 2006". Así que Amunike tiene derecho "a una pensión equivalente al 55% de la base reguladora mensual de 2.360 euros, con efectos económicos desde el 25 de mayo de 2006". A partir de los 55 años, la pensión asciende al 75% de esa base reguladora y la cobra hasta los 67 años, cuando llega la jubilación.

Posteriormente, Amunike puso un pleito para reclamarle una indemnización al Albacete y al Barcelona. En ese caso, el Tribunal Superior de Justicia de Barcelona no le dio la razón. Y aprovechó para lanzar una pulla a sus colegas de Cantabria al afirmar que le habían dado la incapacidad "con un razonamiento lacónico que difícilmente puede compartirse".

El futbolista, que vive en Santander y dirige la selección sub-17 de Nigeria, se explica brevemente al teléfono: "Tengo la rodilla mal. Es lo que pasa en el fútbol. Estoy lesionado y todo el mundo lo sabe. Intenté recuperarme pero al final no pude". El exdefensa central del Valencia Francisco Camarasa, actual delegado de campo del club, está en la misma situación: "Me rompí el tendón de aquiles y tuve que dejarlo aunque aún tenía contrato. Intenté jugar pero las molestias podían más que las ganas". Álvaro Cervera, exdelantero del Valencia que llegó a jugar con la Selección nacional y que hasta febrero fue entrenador del Tenerife, de Segunda división, también está reconocido pero prefiere no comentarlo.

Abelardo, exjugador del Barcelona y de la Selección y actual técnico del Sporting de Gijón, también ganó la pensión inicialmente en los tribunales alegando una lesión que sufrió en 2001 jugando con España, dos años antes de retirarse. Pero la perdió después en el Tribunal Superior de Justicia de Asturias. En 2006, este falló que como siguió jugando después de lesionarse, su queja no podía atenderse. Abelardo no ha querido hablar para este reportaje alegando que "es una cuestión personal que trasciende más allá de su responsabilidad como entrenador del Sporting", según un portavoz del club.

A Álvaro Benito, que se rompió la rodilla con solo 20 años por primera vez, se le reconoció el derecho a la prestación, según la sentencia. Los consultados explican que la norma encaja perfectamente en casos así, ya que Álvaro Benito, habitual de las tertulias deportivas, tenía una gran carrera por delante y la vio truncada por la lesión.

Julen Lopetegui, exportero del Madrid, Logroñés, Barcelona y Rayo Vallecano, es otro de los beneficiarios. Acaba de ser nombrado nuevo entrenador de la selección española. Se retiró en 2002 del Rayo Vallecano con 36 años, cuando era el portero de más edad de la Liga. La Seguridad Social le denegó la incapacidad en 2004. Lopetegui recurrió a la justicia y el 11 de septiembre de 2006, el Tribunal Superior de Madrid confirmó que tenía derecho a ella. La sentencia señala que "no existe una duración prefijada de la vida profesional de un futbolista, máxime si el puesto que ocupa habitualmente es el de guardameta".

El club ayudó a Lopetegui en su reclamación. Presentó un informe según el cual le hubiera renovado a pesar de su edad -solo Anglomá jugaba entonces con 36 años en Primera- si no fuera por sus múltiples problemas físicos. El dictamen del médico del Rayo concluía: "Se le aconseja al jugador el abandono de la práctica deportiva, ya que las lesiones no le permiten desarrollar su actividad deportiva al nivel profesional exigido". Lopetegui emprendió años después una exitosa carrera como entrenador. Ha dirigido a la selección española sub-21 y ahora entrena al Oporto. Este diario ha intentado, sin éxito, obtener su versión.

Con la crisis, la Seguridad Social es mucho más estricta a la hora de conceder bajas e incapacidades, y los lesionados a menudo tienen que pleitear. Las sentencias son de lo más dispares. Hay futbolistas con lesiones graves que no las logran -Rubén de la Red, retirado del Real Madrid por un desvanecimiento, no la obtuvo porque no estaba clara su dolencia, según fuentes del sector- y otros que las consiguen cuando están ya retirados del deporte. "Lo tienen muy preparado. Llegan con los dictámenes médicos y lo ganan. Hay bufetes especializados. Los jueces aceptan lo que dicen los médicos", cuenta un abogado de la mutua.

Ni la Seguridad Social ni la Asociación de Futbolistas Españoles tienen datos sobre cuántos futbolistas hay en esta situación. Manuel Higuera, presidente del Racing de Santander, donde jugó como extremo, que además es abogado, cuenta que hace unos años se daban muchas incapacidades. "Hubo un auténtico 'boom'. Ahora son más duros, pero entre 2005 y 2010 las pedía todo el mundo. Habrá cientos de casos, seguro". Y razona: "Todo jugador profesional tiene las articulaciones tocadas". Rubén Agote, socio de Cuatrecasas en Barcelona y que ha llevado pleitos de este tipo, coincide en que hay bastantes deportistas con la incapacidad reconocida, no solo futbolistas. Josu Reta, abogado de Íñigo Vélez, cuenta que él habrá ganado unos 50 casos, pero advierte: "Solo cojo los que veo claro", deportistas con lesiones flagrantes, como Vélez.

¿Tiene sentido que con el dinero de las cotizaciones sociales se pague una pensión vitalicia a un deportista que de todas formas, con lesiones o sin ellas, iba a tener una carrera profesional limitada en el tiempo? Agote señala que "la ley no diferencia entre carreras profesionales más largas o más cortas, aunque quizá sería razonable atender a esa diferencia". Sí resalta que no se benefician de nada específico, sino que "el régimen es igual para los deportistas y los no deportistas" y que también hay trabajadores no deportistas en esa situación.

Con el Gobierno de Zapatero, el PSOE llegó a plantear un cambio legal para que los deportistas recibieran una pensión solo durante unos años. Un reglamento debía fijar para cada deporte las edades máximas hasta las que podrían cobrar la prestación. No salió adelante. Fuentes del sector explican que aquellos que recibieron la pensión de la Seguridad Social pueden ver su caso revisado, aunque según una portavoz de Empleo, no hay ninguna campaña específica sobre este tema.

José Lasa, letrado de Laffer Abogados, y antiguo base del Real Madrid de baloncesto, ha llevado casos de incapacidades de deportistas, afirma: "El legislador lo propuso y no lo aceptó. Así que no me pueden decir que está limitado por la edad. (...) La discusión es cuánto ha influido en la retirada la lesión y cuánto el desgaste típico" del deporte profesional. Los abogados cuentan que hay casos de jugadores con las rodillas machacadas que no consiguen la pensión siendo jóvenes y otros que pasada la treintena la logran pese a estar ya sin equipo. En esos casos, los jueces aceptan que sin la lesión habrían seguido jugando. Cruchaga, ex de Osasuna, la solicitó, sin éxito, pese a que había corrido los sanfermines.

El PSOE propuso un cambio legal para limitar la duración de la pensión pero no llegó a aprobarlo

Sí lo consiguió Julio Pineda, delantero que jugó en el Recreativo de Huelva, Almería, Écija, Xerez y Lucena. En 2010, con 38 años y en el paro, alegó "pubalgia tras esfuerzo". La Seguridad Social le denegó la incapacidad "por no alcanzar las lesiones que padece un grado suficiente de disminución de su capacidad laboral para ser constitutiva de una incapacidad permanente". El 31 de enero de 2014, un juzgado de Cádiz dio la razón al futbolista.

Las mutuas y la Seguridad Social recurrieron. Consideraron que el jugador, que no ha querido hablar para este reportaje, "no desempeñaba ya su actividad como futbolista al tiempo de producirse la baja por razón de su edad" y que su pubalgia no le impedía jugar al fútbol. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se puso de parte del futbolista: "No parece que pueda dudarse de que el padecimiento sufrido le incapacita no para el desarrollo de cualquier otra actividad, pero sí para la realización de un deporte profesional tan exigente con el uso de las extremidades inferiores como el fútbol". Con esa sola frase, Pineda pasó de ser un deportista de élite a un pensionista de élite.

Escuchar a Íñigo Vélez duele. "Llevo cinco operaciones, me han cambiado el cartílago y me quedó una úlcera. La última vez que me abrieron la rodilla me dijeron que tenía un agujero en el hueso". A sus 33 años, este futbolista retirado cuenta que no puede jugar ni una pachanga con amigos. Se retiró en 2013 del fútbol profesional, tras pasar por Espanyol, Eibar, Real Murcia, Athletic de Bilbao, Numancia y Xerez. En su último año, el Guadalajara le rechazó en un reconocimiento médico. "En la última temporada en el Xerez solo entrenaba el sábado por la mañana y jugaba el domingo", recuerda este delantero. Su cuerpo no podía más. El deporte profesional puede ser muy duro. La medicina en esos casos busca exprimir al deportista, no piensa en su retirada. Ahora entrena cadetes en el Aurrerá, el club en el que comenzó.

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