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El ojo del culo de Quevedo
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el azote satírico del siglo de oro

El ojo del culo de Quevedo

Pepitas de Calabaza reedita 'Gracias y desgracias del ojo del culo', uno de los libros más desternillantes y escatológicos del escritor, ilustrado por José María Lema y con prólogo de José Luis Cuerda

Foto: Ilustración de José María Lema para 'Gracias y desgracias del ojo del culo'
Ilustración de José María Lema para 'Gracias y desgracias del ojo del culo'

Esa fuente inagotable de sabiduría que es 'Amanece que no es poco' ya ensalzó a Francisco de Quevedo en uno de sus momentos más memorables. "Te vas a casa y te lees 'Gracias y desgracias del ojo del mismo' del señor Quevedo y ya verás como te alivias", le decía Garcinuño a un Morencos con el culo quemado antes de pedirle algo de Góngora.

'Amanece que no es poco'

El ojo del culo es "almena y faro, catalejo y microscopio, visor y radiografía de nuestras percepciones visuales". Así lo describe José Luis Cuerda en el prólogo de la reedición de Pepitas de Calabaza del texto más irreverente de Quevedo. 'Gracias y desgracias del ojo del culo, dirigidas a Doña Juana Mucha, Montón de Carne, Mujer gorda por arrobas' (1628?) llega ahora ilustrado por José María Lema con "una edición pensada especialmente para el lector sin escrúpulos del siglo XXI". "El recto, en las proximidades del ano, sabe si lo que soporta es sólido, líquido o gaseoso. Por lo que cabría preguntarse si no es más sabio el culo de todos que el pensamiento de muchos", zanja el director.

Este opúsculo es uno de los libros más desapercibidos del padre de 'La vida del Buscón', aunque no fue el único texto escatológico que parió. Entre su célebre producción poética se encuentra el 'Poema al pedo' ("El pedo es como la nube que va volando / y por donde pasa va fumigando, / el pedo es vida, el pedo es muerte / y tiene algo que nos divierte; / el pedo gime, el pedo llora / el pedo es aire, el pedo es ruido / y a veces sale por un descuido"). Y los excrementos, las purgas o las ventosidades también aparecen en el 'Buscón', 'Sueños', 'El parnaso español', en sus poemas satíricos y en muchas de las rimas que dedica a Góngora, ese "hombre en quien la limpieza fue tan poca / (no tocando a su cepa), / que nunca, que yo sepa, / se le cayó la mierda de la boca".

Lo escatológico fue uno de los temas que abordó Quevedo con mayor profusión. No es raro porque en el Siglo de Oro era uno de los campos habituales de la literatura, heredado del pasado, pero a pesar de que cada vez se ensalzan más estas sátiras quevedianas siguen estando en un segundo plano. Juan Goytisolo apunta, en el artículo 'Quevedo: la obsesión excremental' escrito en 1976 en la revista 'Triunfo' y recogido en 'Disidencias' (Seix Barral), a que "los críticos y estudiosos de la obra de Quevedo acostumbran a esquivar con un mohín de disgusto la obsesión escatológica del escritor o la despachan con unas breves frases condescendientes, cuando no francamente condenatorias (...) El simple hecho de que el tema, fundamental en la obra de Quevedo, no haya sido tratado aún con la seriedad que merece, indica hasta qué punto estas represiones y censuras siguen actuando hoy incluso entre nuestros críticos más avanzados".

La coprofilia literaria quevediana acompaña al escritor desde los chistes más populares (ese '¡qué vedo!' mientras está obrando, ante el que él replica: 'hasta por el culo me conocen'), pero no debe tomarse como mera provocación. Tras su gusto por los culos, pedos, excrementos y demás fluidos sobresale, por un lado, un acertado acercamiento al lenguaje popular pero también una crítica social cercana al pueblo y cargada de un componente filosófico no exento de sorna. La hispanista Marie Roig Miranda lo definía así en 2007 en la revisita 'Criticón': "Lo escatológico, en la poesía burlesca de Quevedo, está presente pero no es un tema que está ahí para hacer reír, aunque en él se desarrolle el ingenio quevediano. Las más de las veces tiene un carácter simbólico, sirve la sátira moral, al desvelar el ser bajo detrás de las apariencias engañosas".

La filosófica coprofilia quevediana

"No hay que considerar las obras de tema escatológico como algo aparte en Quevedo, en oposición a su obra seria, sino como parte integrante de su creación toda, ya que en esas obras burlescas, al mismo tiempo que lo ingenioso, asoma a menudo su pensamiento, e incluso lo filosófico", añade Roig Miranda. Y coincide con la radiografía que hace Goytisolo, quien afirma que "la complacencia quevediana de mostrar a los personajes en el acto de defecar, orinar, hablar o escupir y en general de aprehender al ser humano como cuerpo esencialmente excremental, responde a un proceso de cosificación y revela un "insuperable desprecio del hombre".

Por eso conviene ir más allá de la primera y desternillante lectura y bucear en las intenciones que deja el escritor en 'Gracias y desgracias del nombre del culo', que como su propio nombre indica utiliza Quevedo para loar las bondades del ojo del culo, el "manojo de llaves" o el "cofre" como también lo define, y poner en la picota 17 situaciones 'complicadas' que puede padecer.

"¿Cuándo se habrá visto que por ser testigo de vista hayan ahorcado a nadie por él, como por los de la cara, que con decir que lo vieron forman sus calumnias los escribanos? Fuera de que el ojo del culo es uno y tan absoluto su poder, que puede más que los de la cara juntos. ¿Cuándo se ha visto que en las irregularidades se metan con el ojo del culo?" (...) Está probado y asentado, ¿habrá curioso alguno que diga que los ojos de la cara tienen alguna virtud? Luego el ojo del culo, él por sí solo, es mejor y de más provecho que los ojos de la cara".

Equiparar los ojos de cara y culo sirve aquí para relacionar los dos rostros de una persona: el que se exhibe y el que se oculta; el libre y el preso; el que se puede corromper o manipular y el libre de pecado. "La obra de Quevedo refleja con una lucidez el insoluble conflicto entre cuerpo y razón y es un grito de alarma de aquel contra la tentativa de convertirnos en ángeles o máquinas", apunta Goytisolo..

Lo mismo ocurre cuando ensalza los pedos, que "antes hace al trasero digno de laudatoria que indigno de ella", son hacedores de risas, amistad y prueba de amor -"pues hasta que dos se han peído en la cama, no tengo por acertado el amancebamiento"-, y tienen hasta clasificación. "Los nombres del pedo son varios: cual le llama 'soltó un preso', haciendo al culo alcaide; otros dicen: 'fuésele una pluma', como si el culo estuviera pelando perdices; otros dicen: 'tómate ese tostón', como si el culo fuera garbanzal. Otros dicen algo crítico: 'cuesco', derivado de la enigma; y otros han dicho: 'Entre peña y peña el alba, río que suena".

El hispanista y lingüista francés Maurice Molho fue uno de los primeros defensores del estudio sin antiojeras de la escatología quevediana y defendió que lo que realmente persigue es representar al ser humano de forma estrictamente visceral y fisiológica. Es, añade Goytisolo, "una respuesta del cuerpo mortificado al proceso alienador que lo sublima" porque, sostiene, al "evocar el excremento, saliva u orina será una forma discreta de recordarnos su presencia, de hacernos sentir que "está ahí". Vista desde tal perspectiva, la discutida coprofilia de Quevedo traduce la protesta de un cuerpo que rehúsa la condición de glorioso y asume provocativamente su inmunda culpabilidad".

Y esa gloria del culo, el trasero, el cofre o el reino escondido entre las nalgas y sus secreciones es la que ensalza un Quevedo sin complejos, porque en el fondo el trasero no lleva sino "como sirvientes a todos los miembros del cuerpo delante de sí y tiene sobre ellos particular señorío. Culo, voz tan bien compuesta, que lleva tras sí la boca del que le nombra".

Esa fuente inagotable de sabiduría que es 'Amanece que no es poco' ya ensalzó a Francisco de Quevedo en uno de sus momentos más memorables. "Te vas a casa y te lees 'Gracias y desgracias del ojo del mismo' del señor Quevedo y ya verás como te alivias", le decía Garcinuño a un Morencos con el culo quemado antes de pedirle algo de Góngora.

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