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La vagina mancillada de Anish Kapoor
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su obra 'dirty corner' ha sido atacada

La vagina mancillada de Anish Kapoor

Anish Kapoor se debate estos días entre la violencia artística de su obra y la violencia política que ha dejado su obra “Dirty Corner” (Esquina sucia) instalada en los jardines del Palacio de Versalles

Foto: Varias personas observan la obra "Dirty Corner" de Anish Kapoor (EFE)
Varias personas observan la obra "Dirty Corner" de Anish Kapoor (EFE)

¿Limpiar la obra vandalizada y hacer como si nada hubiera pasado o convertir la ofensa en arte a modo de venganza? Anish Kapoor se debate estos días entre la violencia artística de su obra y la violencia política que ha dejado Dirty Corner(Esquina sucia), la enorme escultura de hierro oxidado instalada en los jardines de Versalles, manchada de pintura amarilla, obra de la intolerancia de la extrema derecha.

Alguien escuchó de los labios del propio Kapoor durante la presentación de la instalación, una suerte de trompeta gigante rodeada por 500 toneladas de piedras, un “¡aquí está la vagina de la Reina tomando el poder!”. No hizo falta más. La prensa la bautizó con su nombre genital, más interesante y comprensivo que el oficial, y la ultraderecha se echó las manos a la cabeza porque tal “obscenidad” pudiera exponerse en un lugar en el que pasean familias con niños.

Las “provocaciones” del artista, que presenta seis instalaciones en los jardines de Versalles hasta el 1 de noviembre, no quedaban ahí. En Shooting into the corner(Disparar a la esquina), en la que un cañón básicamente hace lo que el título de la obra indica, dispara una especie de cera roja en una esquina, los críticos veían un orgasmo masculino. Otros una metáfora de la violencia durante la revolución francesa, pero lo sexual finalmente se impone. Algunos blogs del entorno del Frente Nacional han llegado a aconsejar a los padres que no visiten estos días los jardines del “Rey Sol” porque la exposición “no es para todos los públicos”.

Y de la indignación a la acción. La obra de la vagina, de 60 metros y que se abre hacia el palacio en una suerte de trompa que el propio Kapoor ha descrito como “muy sexual”, apareció rociada la semana pasada con chorros de pintura amarilla y roja a modo de gran eyaculación. “La voz perversa de unos pocos ha dirigido el debate y ha resultado en un acto de vandalismo hacia la obra”, ha explicado Kapoor en un artículo de opinión en The Guardian, donde reflexiona sobre el poder del arte y su capacidad para ofender. Y, a la cabeza de ofensas en el arte, las vaginas.

Que se lo digan, por ejemplo, a Gustave Courbet y su Origen del mundo, que tras permanecer años escondido porque la muy liberal Francia no se sentía preparada para exponerlo por si hería sensibilidades, se exhibe en el Museo de Orsay custodiada por un guardia por si a algún visitante indignado le da por dañarla. Lo sexual causa controversia, y la controversia vende. El pasado diciembre, alguien pinchó también el “árbol” que el artista Paul McCarthy había instalado en la muy señorial Place Vendome de París y que venía a representar un consolador anal gigante hinchable.

'La voz perversa de unos pocos ha dirigido el debate y ha resultado en un acto de vandalismo hacia la obra'

Dirty Corneres, en algún sentido, un acto de violencia artística. Intenta perturbar la ordenada superficie del Versalles de (André) Le Nôtre (el paisajista de los jardines). Entabla una conversación perturbadora con la rigidez geométrica del palacio. Mira debajo de la “alfombra verde” de Le Nôtre para permitir lo incómodo, incluso lo sexual”, se explica el artista en el diario británico. La violencia política, sin embargo, es “destructiva”, busca acabar con la idea ofensiva, dice Kapoor. En este caso se ha utilizado pintura, pero “podía haber sido una bomba o una capucha que hubieran puesto en la cabeza de alguien para secuestrarlo”, señala. “La violencia artística puede gritar a la tradición de las generaciones anteriores. Puede darle la vuelta a lo que había antes y de esa forma sigue una larga tradición de regeneración. Siempre avanza en el lenguaje del arte”, reflexiona el artista.

En esta tesitura, Kapoor se pregunta si no debería dejar las manchas de pintura sobre la obra: “¿Puedo yo, el artista, transformar este grosero acto de vandalismo político en un acto creativo? ¿No sería esta la mejor venganza?”. Los trabajadores del palacio se lo han puesto fácil al británico y ya han eliminado la marca de los vándalos, así que la duda queda reducida a una reflexión teórica. Y la polémica sobre la vagina y la pintura, en publicidad extra para el artista.

¿Limpiar la obra vandalizada y hacer como si nada hubiera pasado o convertir la ofensa en arte a modo de venganza? Anish Kapoor se debate estos días entre la violencia artística de su obra y la violencia política que ha dejado Dirty Corner(Esquina sucia), la enorme escultura de hierro oxidado instalada en los jardines de Versalles, manchada de pintura amarilla, obra de la intolerancia de la extrema derecha.

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