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Ignacio, Tania y Tomás no han aprendido nada de 'House of Cards'
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LA BIBLIA DE LA PUÑALADA POR LA ESPALDA

Ignacio, Tania y Tomás no han aprendido nada de 'House of Cards'

La novela que dio origen a la serie de Netflix, publicada ahora en España, parece hecha para dinamitar las elecciones autonómicas de mayo

Foto: Kevin Spacey, protagonista de la versión estadounidense de la serie.
Kevin Spacey, protagonista de la versión estadounidense de la serie.

Ignacio González en la Mallorquina(¿tomando unas pastitas?) con el comisario Villarejo… En efecto, parece una escena inverosímil de una película de espías, pero es real. Tan real como la cabeza de González rodando por las escalerasde la Comunidad de Madrid (CAM). ¿Podía el Presidente de la CAM haber evitado la puñalada por la espalda? Puede ser. Quizá le hubiera bastado con una lectura más atenta deHouse of Cards para salvar el pescuezo…

Flashback: Esta historia arranca en 1987 con un incidente laboral. Atentos.

Una cosa es que tu jefe te eche la bronca de tu vida. Y otra cosa que tu jefe te eche la bronca de tuvida… ¡y tu jefe sea Margaret Thatcher!Si sobrevives al shock, quizápuedas cambiar de vida, como le ocurrió a Michael Dobbs, antiguo jefe de Gabinete de Thatcher, al que la Dama de Hierro le pasó por encima unos días antes de las elecciones generales de 1987.

“Ella estaba a punto de ganar por tercera vez las elecciones, todo un récord, pero la combinación de un sondeo de opinión poco fiable y unos insólitos nervios de última hora habían convencido a Maggie de que podía perder. Llevaba días sin dormir bien, arrastraba un dolor de muelas atroz y decidió que debía ser otro quien sufriera. Ese otro fui yo… Se puso a despotricar, desató una tempestad, fue brutalmente injusta… Cuando salimos de la sala, el viceprimer ministro, aquel viejo sabiondo de Willie Whitelaw, puso los ojos en blanco y declaró: ‘He aquí una mujer que no volverá a ser candidata en unas elecciones’. Whitelaw había visto asomar la semilla de la autodestrucción que no tardaría en volverse evidente para el mundo entero’”.

El resto es Historia: Maggie ganó las eleccionesen 1987… y su partido se la quitó de en medio antes de que acabara esa legislatura. Primera puñalada por la espalda de este artículo.

'Thatcher se puso a despotricar, desató una tempestad, fue brutalmente injusta'

Mucho menos conocido es que el rapapolvo thatcheristallevó a Dobbs a escribir House of Cards (1989), novela publicada en España (Alba Editorial) al calor del éxito de la serie de Netflix(adaptación a su vez de una mini serie emitida por la BBC en 1990).

“Me sentía dolido y de mal humor… El libro trataría sobre cómo deshacerse de un primer ministro”, recuerda Dobbs en el epílogo de la novela.Y añade: “¿Valió la pena el vapuleo que me dio Maggie Thatcher? Bueno, podría decirse que sí, pero me es imposible hacer comentarios al respecto”.

No obstante, leída la novela de Dobbs, puede asegurarse que la reprimenda de la Dama de Hierrovalióla pena.

House of Cards es un thriller político que ha envejecido estupendamente bien, y no sólo porque funciona como pieza literaria (es algo más que una novela de aeropuerto), o por el perverso sentido del humor del autor, sino porque su capacidad para diseccionar la fontanería política es tal que más que una novela sobre el parlamento británico ochentero parece una guíapara sobrevivir a las elecciones municipales y autonómicas de mayo en España. En efecto, lo que noscuentaDobbs no es otra cosaque lasdinámicas clásicas de cualquier lucha de poder.

El protagonista de la novela es un político tory llamado Francis Urquhart, rebautizado como Francis Underwood en la serie protagonizada por Kevin Spacey. ¿Su cargo? Urquhart es el whip del partido, el encargado de disciplinar al grupo parlamentarioy hacer que las leyes se aprueben por las buenas o por las malas (por algo “whip” significa "fusta" o "azote"). El rey del prietas las filas.

Así explica la novela de dónde surge el poder del fontanero mayor del reino. “El poder de Urquhart no era producto directo de su cargo público. No contaba con un gran Departamento de Estado o una gigantesca maquinaria de la administración pública que dirigir; el suyo era un cometido sin rostro, trabajando sin descanso entre bastidores… Era quien hacía cumplir las normas, el hombre cuyo trabajo consistía en imponer un poco de mano dura. Eso significaba queno solo infundía respeto sino también un poco de miedo… Para que los votos se depositaran necesitaba saber dónde podía encontrar a tiempo a sus parlamentarios, lo que significaba que tenía que conocer sus secretos: con quién conspiraban,con quién se acostaban, si estarían lo bastante sobrios para votar; si habían puesto las manos en la cartera de otro o en la esposa de otro. Todos esos secretos y sus pequeñas ventajas se reunían y recogían en una lista negra, que se guardaba en una caja fuerte a cuyas llaves ni siquiera el primer ministro tenía acceso”.

Francis da miedito, sí, mucho miedito. Una tarea de pitbull parlamentario perpetradacon una dosis de cinismo a prueba de bombas atómicas:

“Como whip, debo familiarizarme con cualquier problema humano. He tenido que tratar con casos de violencia de género, adulterio, fraude, enfermedades mentales. Incluso un caso de incesto. No, no te preocupes, a ése no le dejamos presentarse a la reelección, está claro, pero no ganábamos nada con convertirlo en un escándalo público”, cuentaUrquhart en el libro.

'Tenía que conocer sus secretos: con quién conspiraban, con quién se acostaban, si estarían lo bastante sobrios para votar'

Dobbs, de hecho, llenala novelade sombríos aforismos sobre las cosas delpoder: “Política: dícese de la disciplina en la que cuesta muy poco pasar de diputado a imputado”.

O: “No hay forma alguna de perversidad que un político no pueda permitirse y que un periodista no dude en cacarear”.

Pero volvamos alfuego amigo.Quizáhayan ustedes notado que los tres políticos que encabezaban las apuestas para ser elpróximo presidente de la CAM… ni siquiera podrán presentarse a las elecciones. Y que los tres –Ignacio González, Tomás Gómez y Tania Sánchez- han sufrido exactamente el mismo ‘accidente’ laboral: filtración periodística de algún asunto más o menos turbio con pinta de haber surgido del interior de sus respectivos partidos. O el festival del fuego amigo.

Pues bien: House of Cardsestá repleta de advertencias sobre los compañeros de filas:

“La lealtad puede ser buena, pero rara vez es aconsejable”.

“Un político nunca debería dedicar mucho tiempo a pensar. Eso le distrae y hace que olvide guardarse las espaldas”.

Cuenta Dobbs que el Palacio de Westminster, donde se ubica el Parlamento, fue una vez una ciénaga a orillas del Támesis. Y añade: “Y en el fondo lo sigue siendo”.

'Un político nunca debería dedicar mucho tiempo a pensar. Eso le distrae y hace que olvide guardarse las espaldas'

El novelista explica las peculiares características del hemiciclo británico, la sala de la Cámara de los Comunes, que confronta -literalmente- a Gobierno y oposición: “Los diputados están separados por dos líneas rojas en la alfombra, y la distancia entre ellas representa la longitud de dos espadas; pero es engañoso, pues el peligro más inminente nunca queda más lejos que la longitud de una daga, en los bancos de detrás”. Es decir, en los bancos donde se sientan tuscompañeros de partido.

Conclusión de Dobbs: “Casi todos los primeros ministros acaban rebanados, hechos picadillo y obligados a dejar su puesto chorreando sangre. Por lo general, más de la mitad de los diputados del partido parlamentario del Gobierno creen que puede cumplir con su tarea mucho mejor. Aquellos a quienes han echado, o a los que nunca les han ofrecido un puesto, se sientan detrás de su líder y miden la anchura entre sus omoplatos”.

Quizá es ahora cuando deberíamos sacar una fotografía de Esperanza Aguirre mirando fijamente a los omóplatos de un Mariano Rajoy o una Cristina Cifuentes, pero igual lo dejamos para otro día…

Por último, Dobbs aprovecha para meterle un cariñoso sopapo a Margaret Thatcher. Puede que su perfil de la Dama de Hierro le recuerde a usted a alguien:“Margaret era despiadada cuando tenía que serlo, y muchas veces también cuando no tenía que serlo. Siempre parecía tener tanta puñetera prisa por llegar a su objetivo que no le daba tiempo a hacer prisioneros, y tampoco le importaba pisotear a unos cuantos amigos. No era muy grave porque tenía madera de líder. Eso sí que hay que concedérselo a la chica”.

Ignacio González en la Mallorquina(¿tomando unas pastitas?) con el comisario Villarejo… En efecto, parece una escena inverosímil de una película de espías, pero es real. Tan real como la cabeza de González rodando por las escalerasde la Comunidad de Madrid (CAM). ¿Podía el Presidente de la CAM haber evitado la puñalada por la espalda? Puede ser. Quizá le hubiera bastado con una lectura más atenta deHouse of Cards para salvar el pescuezo…

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