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España empieza a mover el culo
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SUBE LA FIEBRE DEL BAILE CON ESTILOS COMO EL 'TRAP', EL 'DUBSTEP', O EL 'MOOMBAHTON'

España empieza a mover el culo

La división católica entre cuerpo y alma siempre ha supuesto un lastre. Como poco, a la hora de bailar, un actividad donde los españoles destacamos por

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España empieza a mover el culo

La división católica entre cuerpo y alma siempre ha supuesto un lastre. Como poco, a la hora de bailar, un actividad donde los españoles destacamos por nuestra torpeza. Ni siquiera el hedonismo militante de la década de los ochenta consiguió disolver nuestros los complejos. Víctor Abundancia, líder de Los Coyotes, lo explica mejor que nadie: "Aquí la música de baile está muy mal vista, a no ser que seas negro. Baile suena a cosa cutre. En España con el baile pasa como con los idiomas: la gente no se anima porque le da corte hacerlo mal cuando empieza. Los portugueses, en cambio, disfrutan mucho bailando o imitando los acentos extranjeros." ¿Alguien se anima a rebatirlo?

Cambio de tendencia

Contra todo pronóstico, los veinteañeros empiezan a sacudirse el prejuicio. Géneros sudorosos como el dubstep, el moombahton o el trap se imponen poco a poco en las discotecas. Especialmente en Madrid, con sesiones en Madtrap, Post Club o Bananarama, entre otros. "Estamos viendo un cambio de tendencia entre la gente joven, que prefiere estos estilos al house o el techno, dominantes hace unos años", afirma David Sánchez de Clubbing Spain, la web más completa sobre música electrónica. En Barcelona destacan propuestas como The Bus en Razzmatazz (con sus noches I Love Dubstep) o las sesiones Bass In Your Face que programa del Apolo. 

El poder del bajo

Los madrileños Holy-Dubs son uno de los colectivos más pujantes de la escena electrónica. "La noche en general necesitaba aire fresco, las fórmulas estaban demasiado quemadas. Ahora vivimos un auge de la llamada bass music, que son estilos muy distintos basados en el bajo, con gran carga de graves", apuntan. En los cinco últimos años ha dominado el dubstep, nacido en los barrios negros de Londres y conectado con la tradición jamaicana. Su gran mérito ha sido seducir a un público diverso, procedente del hip-hop, el indie o la cultura de clubes.

Más macarras

Podemos hablar de estilos "tuneados" o bastardos. Por ejemplo, el trap, que parte del hip-hop del sur de Estados Unidos y lo refuerza con bases ácidas y bailables. O el contagioso moombahton, mezcla de house holandés y el reguetón caribeño. Tony Karate, del colectivo Ziontific, se ha hecho un nombre pinchando ambos estilos. Hay gente muy joven con ganas de parrandeo y pasarlo bien. En Madrid ya están más acostumbrados y en otras ciudades les resulta curioso

Así ve la ebullición actual: "El trap se esta convirtiendo en el nuevo dubstep. Hay gente muy joven con ganas de parrandeo y pasarlo bien. En Madrid ya están más acostumbrados y en otras ciudades les resulta curioso". Apunta que estas músicas han contribuido a deshacer las divisiones artificiales creadas por las tribus urbanas. "El público no vive tan cerrado en el estilo que le gusta". Entre los nombres de la escena destaca a Don Fuegote, Blastto, Beauty Brain, Poisound, Serokah, Lowlight y Soniyemuzick. "Hay "jambos" buenos dándole cañita", explica entre risas. La pista de baile está más macarra que nunca. 

Diecisiete millones

Hablamos de estilos marginales, cocinados en los guetos de Londres o Estados Unidos. Aunque parezcan minoritarios, no lo son en absoluto. Los vídeos de dubstep, trap o moombahton llegan muy alto en Youtube. ¿Un ejemplo? Hard in Da Paint (Waka Flocka Flame), un himno de 2010, ya supera los 17 millones y medio de clics en esa red social (a la altura de cualquier pelotazo rock). 

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El apoyo de la radio o la prensa especializada es mínimo. La escena crece gracias a Internet, publicitando las fiestas en redes sociales y compartiendo música en Soundcloud. Algunas marcas comerciales de ropa o bebidas se animan a patrocinar pinchadas porque intuyen que es una escena pujante. Las agencias de publicidad suelen tener más olfato para estas cosas que los críticos musicales. 

Mala infraestructura

Cuesta predecir hasta qué punto pueden calar estos géneros en España. Hay obstáculos culturales como el desprecio a la música negra. Durante el franquismo fue censurada, pero los prejuicios viene de más atrás (lo demuestra Santiago Auserón en su último ensayo, El ritmo perdido). También hay factores meramente técnicos. Así lo explican Holy-Dubs: "En Madrid están las típicas salas donde hace años que no se renueva el equipamiento. Su único objetivo es ganar dinero, aunque tengan que tratar al público como borregos. Otros clubes han visto la necesidad de invertir y mejorar, como The Fame y Siroco, donde llevamos trabajando casi tres años".En Madrid están las típicas salas donde hace años que no se renueva el equipamiento. Otros clubes han visto la necesidad de invertir y mejorar

Enigma EDM

Por encima de estos estilos callejeros, planea la sombra del EDM (Electronic Dance Music), género hipercomercial que arrasa en Estados Unidos. Nombres como David Guetta o Skrillex figuran en el top diez de los DJs mejor pagados del mundo. El problema es que no está muy claro si estamos ante una nueva mutación de electrónica o una capa de pintura al pop-rock de siempre. "Gran parte del EDM es pop. Me interesan más las producciones de Beyoncé que las de David Guetta", afirma Ricard Robles, director del Sónar, festival de música experimental que se celebra en Barcelona.

Segregación musical

Un curiosidad final: la mayoría de las discotecas españolas marginan la música que llega de los barrios pobres de África y América latina. Hablamos de estilos tan potentes como el reguetón, el tribal guarachero y la cumbia electrónica. "Es verdad que el público no presta tanta atención a los estilos latinos o africanos, pero muchos productores/beatmakers han mamado esos sonidos para poder crear sus temas. 

A veces en España nos puede más el "qué dirán" que descubrir la música que realmente nos flipa", explica Karate. Tanto Madrid como Barcelona sigue siendo ciudades segregadas para el baile, donde la población inmigrante se divierte en locales específicos. Londres, París o Nueva York supieron sacar mucho más partido al talento musical de sus barrios. 

La división católica entre cuerpo y alma siempre ha supuesto un lastre. Como poco, a la hora de bailar, un actividad donde los españoles destacamos por nuestra torpeza. Ni siquiera el hedonismo militante de la década de los ochenta consiguió disolver nuestros los complejos. Víctor Abundancia, líder de Los Coyotes, lo explica mejor que nadie: "Aquí la música de baile está muy mal vista, a no ser que seas negro. Baile suena a cosa cutre. En España con el baile pasa como con los idiomas: la gente no se anima porque le da corte hacerlo mal cuando empieza. Los portugueses, en cambio, disfrutan mucho bailando o imitando los acentos extranjeros." ¿Alguien se anima a rebatirlo?