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Suspensión temporal del linchamiento de políticos
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'EL EJERCICIO DEL PODER' DE PIERRE SCHÖELLER TIENE MÁS DE CONFUCIO QUE DE MAQUIAVELO

Suspensión temporal del linchamiento de políticos

La trayectoria política de Bertrand Saint-Jean, ministro de Transporte francés, parece ir por buen camino. Hasta que el Gobierno decide privatizar la red nacional de estaciones,

Foto: Suspensión temporal del linchamiento de políticos
Suspensión temporal del linchamiento de políticos

La trayectoria política de Bertrand Saint-Jean, ministro de Transporte francés, parece ir por buen camino. Hasta que el Gobierno decide privatizar la red nacional de estaciones, algo a lo que él se opone. Su carrera empezará  a tambalearse por el fuego amigo disparado desde el resto de ministerios.

Ahora que "político" es más un insulto que una profesión, películas como El ejercicio del poder tienen algo de contracultural. Su director, el francés Pierre Schöeller, presume de no haber cargado las tintas sobre la maldad de nuestros representantes públicos. El respeto con el que trata a su protagonista tiene más que ver con la canónica El ala oeste de la Casa Blanca (Aaron Sorkin, 1999/2006) –que mostraba la crudeza de los mecanismos del poder pero idealizaba a un gabinete presidencial progresista– que con el cine actual. Ahora se lleva retratar la política como una actividad intrínsicamente corrupta. De las proezas mafiosas de Andreotti (Il Divo, Paolo Sorrentino, 2008) a la doble vida de todo candidato presidencial que se precie (Los idus de marzo, George Clooney, 2011). Esta oleada de visiones sombrías y descreídas ha culminado en la serie más importante estrenada este año, House of Cards, protagonizada por un siniestro Kevin Spacey.

House of Cards se ha convertido en la-serie-que-hay-que-ver. En parte por su calidad, pero también por ser muy de su tiempo, pese a su condición de remake. Quizás demasiado de su tiempo: sus políticos tienen tal falta de escrúpulos que a ratos parece una parodia involuntaria de El príncipe de Maquiavelo, cuando pretende ser un drama (o quizás, siendo justos, una tragicomedia). Resumiendo: ver la política profesional como el arte de pisar cabezas y no decir nunca la verdad parece la única manera de hacer justicia al actual grado de desconfianza ciudadana hacia sus representantes públicos. Sólo una brutal parodia como House of Cards es capaz de responder a la gigantesca ola de indignación ciudadana. Extraña justicia poética la suya.   

Pero El ejercicio del poder no va por ahí; o, al menos, no va tan por ahí. Para empezar, su título original, L'exercice de l'État, incluye un matiz que se pierde en la traducción española. “En Francia mentar al Estado aún tiene connotaciones públicas. Apelar a la cosa común, a los asuntos de la colectividad”, afirma su director. Una profesión, por tanto, que aún merece un respeto. Schöeller añade que su filme está más cerca de Confucio que de Maquiavelo: “No pensé casi nunca en Maquiavelo. Mi protagonista tiene ansias de poder, pero eso no quita para que sea generoso. Maquiavelo es el dominio y la manipulación pero, como dijo Confucio, el poder también tiene que ver con la estabilidad y la conservación”. 

La paradoja es que cuando el poder se defiende a sí mismo para garantizar su existencia suele caer en el maquiavelismo. Por eso vemos al ministro aceptar sin rechistar políticas contra las que una vez se manifestó y pasar por encima de sus subordinados para mantener a flote su vida política. La cinta también ironiza sobre lo absurdo y caprichoso de algunas decisiones del poder (que un ministro de transporte provoque un accidente de circulación en una autopista sin inaugurar y ésto impulse su carrera en lugar de hundirla es digno del Chabrol más perverso).  

Con todo, El ejercicio del poder se resiste a caer en el linchamiento de los políticos. Empatizamos con el ministro porque no tiene suficiente peso en el gobierno como para defenderse del resto de tiburones sin humillarse de algún modo.

Que la película sea más confucionista que maquiavelista no la hace mejor o peor. Lo malo es que las armas que utiliza para contar su historia no son suficientemente contundentes. Con El ejercicio del poder pasa algo parecido a lo que ocurría con La conquista (Xavier Durringer, 2011), interesante biopic sobre el turbulento ascenso al poder de Nicolas Sarkozy: su realismo de producción media francesa acaba resultando demasiado rutinario. El director de El ejercicio del poder intenta animar un poco la función con un par de escenas entre oníricas y alegóricas sobre la libido del poder, pero la trama se acaba destensando pese a su ácido giro final.

El ejercicio del poder

Director: Pierre Schöeller

Reparto: Olivier Gourmet, Michel Blanc, Zabou Breitman

Género: Drama

País: Francia

Duración: 112 minutos

La trayectoria política de Bertrand Saint-Jean, ministro de Transporte francés, parece ir por buen camino. Hasta que el Gobierno decide privatizar la red nacional de estaciones, algo a lo que él se opone. Su carrera empezará  a tambalearse por el fuego amigo disparado desde el resto de ministerios.