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Contra Dalí
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LA RETROSPECTIVA DEL REINA SOFÍA RESTITUYE LA IMAGEN Y LA OBRA DEL ESTRIDENTE PINTOR

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Ha llegado el momento de acabar con Dalí, de acabar con la imagen histriónica del fenómeno alborotador con el que el propio artista decidió cubrir su

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Ha llegado el momento de acabar con Dalí, de acabar con la imagen histriónica del fenómeno alborotador con el que el propio artista decidió cubrir su trayectoria, biografía e intenciones artísticas. Ha llegado el momento, dos décadas después de su muerte, de ir contra Salvador Dalí, renegar del estereotipo de su propio mito y comprender al pintor en todas sus dimensiones y en todos sus hallazgos.

La exposición retrospectiva que inaugura el Museo Reina Sofía, con más de doscientas obras procedentes de las principales colecciones que albergan su producción, es el primer intento de encorsetar la obra del escurridizo artista que conspiró contra la preservación del orden y la lógica. Dalí. Todas las sugestiones poéticas y todas las posibilidades plásticas es el intento, dicen las cartelas que darán la bienvenida a los cientos de miles de visitantes que harán de esta la muestra más taquillera de la última década de este museo, de explicar cómo acercarnos a la obra del pintor. Montse Aguer, responsable del comisariado, confirma que la propuesta es revalorizar al Dalí pensador, escritor y creador, “restituir y resituar al pintor”.

Para ello primero ha tenido que derrocar los deseos del propio artista, que dejó abocetado el diseño de exposiciones que quería para enseñar sus pinturas, esculturas e instalaciones. Esas fueron las claves que el Centro Pompidou de París decidió seguir y tener en cuenta, cuando organizó la primera parada de este montaje, entre noviembre de 2012 y finales del pasado marzo. Jean-Hubert Martin, comisario general, explica que el Pompidou se decantó por “una escenografía extremadamente abierta”, la idea que el propio Dalí había especificado unos años antes de su muerte.

Precedente de Warhol

La del Reina Sofía es mucho más tradicional. Tenemos dos exposiciones distintas a pesar de contar con el mismo contenido”, añadió. Para Martin este montaje “tradicional” tiene algunas ventajas como el espacio y la claridad entre las obras, que ayudan a contemplar de manera más reposada si los tumultos lo permiten. “La presentación en el Pompidou era muy densa y la presencia audiovisual aquí es mucho más generosa. Seguro que podrán verse con más tranquilidad las obras”, explica el experto mientras detalla los contrastes con el espectacular montaje francés, que batió récords y atrajo a 790.000 personas, aseguró Ramón Boixadós, presidente de la Fundación Gala-Dalí. Tuvieron que habilitar un horario nocturno especial para atender la expectación.

“La escenografía de Dalí está en sus cuadros”, contestó durante la rueda de prensa Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía, para explicar la decisión de un montaje más limpio y, por qué no, antidaliniano. “El ruido mediático había ocultado aquello que lo convierte en uno de los grandes artistas del siglo XX”, explicaba el responsable de la institución. Antes explicó que fue un artista que supo interpretar el papel cambiante del artista en una sociedad que pasó de ser productiva a consumista. “Es el artista precedente de Warhol. Supo entender la importancia de lo popular”, añadió.

A pesar de todo, para Borja-Villel, Dalí fue víctima de su propio teatro: “A este personaje le ha rodeado mucha anécdota, mucho elemento que no tenía interés, que era un puro ruido mediático. Hemos intentado volver al Dalí esencial”, aclara.

La purificación del escándalo

En esta revisión, limpieza y purificación de Dalí, el Museo Reina Sofía tenía la difícil tarea de justificar la inclinación franquista del pintor, que consideraba al dictador como un “genio político de Europa”. En una entrevista con Baltasar Porcel, en el año 1977, le aclara los términos de su pasión: “No digamos que yo admiraba poco o mucho a Franco, digamos que lo admiraba bastante. Y todavía lo admiro. Sobre todo, porque para mí era una especie de don Tancredo. Franco tuvo una sangre fría extraordinaria, fue un ser impasible, único en la Historia contemporánea. Y mire qué final tan impresionante, que duró un mes o no sé cuánto tiempo: qué voluntad tenía de no morirse, ¡qué resistencia!”.

El director del Reina Sofía recordó que Dalí fue una figura controvertida y hasta antipático, sobre todo entre artistas como Saura o Tàpies, “que lucharon contra el franquismo”. En la muestra también se ha limpiado esta parte. No está el retrato que el artista regaló al caudillo de su nieta, Carmen Martínez-Bordiu, a caballo.

“La adhesión de Dalí a Franco, sus recurrentes visitas al dictador y su apoyo al régimen no tienen disculpa. La convicción, realmente paranoica, de que su ego estaba por encima de las contingencias políticas no era precisamente la más apropiada para convencer a las víctimas de la política de Franco”, escribe en el catálogo de la muestra Jean-Hubert Martin.  

Desmontando a Dalí

La muestra ocupa la planta sexta del edificio de Sabatini y se extiende por sus salas en una suerte de laberinto, divididas en once apartados que tratan de resolver un enigma tan complicado como uno de sus cuadros favoritos, La Gioconda: ¿Quién es Salvador Dalí? ¿Es el pintor despojado de sus fanfarrias y algaradas que la actual revisión trata de enseñarnos? ¿Es aquel personaje que protagonizó anuncios para Iberia, Alka-Seltzer o el chocolate Lavin?

Detrás de su máscara, detrás del bigote se escondía el pintor. Pero era parte del mismo, como su bastón de mago, la fascinación por la elegancia aristócrata, su inimitable acento francés relamido y burlesco, su atuendo, su no locura. Una imagen incontrolable, insaciable e inagotable. El propio Jean-Hubert Martin así lo reconoce en su aportación a este montaje internacional que a menudo se interpretan las apariciones públicas y las obras efímeras de Dalí como meras provocaciones o “payasadas”.

“Aunque es cierto que lo parecían formalmente, siempre se basaban en un propósito y en ideas que no por ser sorprendentes dejaban de ser sólidas”, indica en un movimiento teórico disidente ante las tesis propuestas por la propuesta del Reina Sofía. Dos maneras de contar y entender al mismo artista, la del Pompidou y la del museo español. Dalí ha vuelto a sembrar la discordia, a ganar.

La gran virtud del recorrido de la muestra es la claridad con la que queda retratada la bulimia creativa del creador de imágenes oníricas con una estructura tradicional que tiene el favor del público. El sexo y la muerte, el erotismo, la premonición y el retrato de la guerra, su iluminación religiosa, el enigma estético, el vínculo con los grandes maestros antiguos como Rafael, Vermeer, Miguel Ángel o Leonardo, la teatralidad y la ciencia, así como sus acciones. Es un repaso exhaustivo más allá del movimiento surrealista que revela el ansia por absorber todo lo nuevo.  

Ponerle una camisa de fuerza al arrebato de Dalí devuelve una imagen académica y aséptica de un pintor que se encargó de no dejarnos verle. Es probable que el propio artista se revolviese contra algo así, pero no es menos cierto que la historiografía sólo podía apropiarse e incorporarlo a su discurso una vez desaparecido. Sin embargo, el disfraz de Dalí para hablar de Dalí ha sido uno de los parches que más ha falseado su figura y obra. El disidente que vivió de la fama y la superficialidad de la cultura dominante que terminó por asimilarle, ahora lo recicla y lo redefine como una cáscara vacía. Ya es oficial: Dalí es una mercancía que ofrece su imagen más contenida y explicativa. Bienvenido seas, Salvador Dalí.   

Ha llegado el momento de acabar con Dalí, de acabar con la imagen histriónica del fenómeno alborotador con el que el propio artista decidió cubrir su trayectoria, biografía e intenciones artísticas. Ha llegado el momento, dos décadas después de su muerte, de ir contra Salvador Dalí, renegar del estereotipo de su propio mito y comprender al pintor en todas sus dimensiones y en todos sus hallazgos.