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Dalí según Salvador Dalí
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EL MUSEO REINA SOFÍA INAUGURA UNA AMBICIOSA MUESTRA SOBRE EL GENIO SURREALISTA

Dalí según Salvador Dalí

El próximo sábado el Museo Reina Sofía recibe a uno de esos artistas capaces de acabar con las crisis: Salvador Dalí, con una exposición retrospectiva que

Foto: Dalí según Salvador Dalí
Dalí según Salvador Dalí

El próximo sábado el Museo Reina Sofía recibe a uno de esos artistas capaces de acabar con las crisis: Salvador Dalí, con una exposición retrospectiva que llega del Centro Pompidou parisino con cerca de 200 obras. La procedencia de importantes instituciones, colecciones privadas y de los tres depositarios del legado Dalí: Fundació Gala-Salvador Dalí (Figueres), Salvador Dalí Museum de St. Petersburg (Florida) y Museo Reina Sofía (Madrid), dan una idea de la importancia del proyecto en el repaso historiográfico del artista y en las arcas del museo madrileño.

Pero no esperen protagonizar un show póstumo del Dalí excéntrico, porque los responsables de la muestra quieren acabar con la imagen de hazmerreír con la que se le enterró en este país, y de la que él tampoco repudió. La comisaria, Montse Aguer, asegura que la exposición se propone revalorizar al Dalí pensador, escritor y creador de una particular visión del mundo. “Restituir y resituar al pintor”, dice.

La especialista adelanta el recorrido cronológico que atraviesa diferentes espacios. La primera parte está compuesta por los autorretratos que hizo a los 18 años de edad. La siguiente sala importante es la dedicada a la estancia en la Residencia de Estudiantes de Madrid, desde finales de 1922, y su encuentro con Federico García Lorca y Luis Buñuel. El Gran Masturbador (1929) protagoniza el espacio dedicado a la etapa plenamente surrealista de Dalí, donde desarrolla su famoso método paranoico-crítico. La siguiente sección es la dedicada a la interpretación que el artista hizo del Angelus de Millet. Y en la última parte, la exposición muestra el gran interés del artista por la ciencia, sobre todo, tras la catástrofe nuclear de Hiroshima y Nagasaki.

Siempre monárquico, el apóstol del surrealismo no definía su interés político porque le parecía circunstancialLa intención de devolver a Dalí lo que el propio Dalí trató de desmitificar es una tarea complicada, pero para eso están las hemerotecas con cientos de entrevistas que concedió. Porque la publicidad amaba a Dalí, y su interés por ser entrevistado respondía a la necesidad de crearse su propio personaje. Dedujo lo que la sociedad entendía como un artista y empleó al tiempo esa imagen tópica contra la propia sociedad. En la obra completa de Salvador Dalí editada por Destino con la ayuda de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales encontramos una selección de entrevistas por las que el genio se autorretrata a la vista de su entorno.

La imaginación real. Nunca dejó pasar la oportunidad de tirar con sal gorda contra la abstracción y su deriva irremediable al decorativismo, mientras que él se definía como un pintor con un estilo que se reencuentra con las grandes fuentes de la pintura. “Es que mi ambición es dotar al mundo imaginativo del mismo grado de objetividad y de realidad que al mundo corriente. Lo que el surrealismo revoluciona es sobre todo el argumento, y para explicarlo recurro a los medios de expresión de siempre. Son los temas –derivados del freudismo- lo que es nuevo. Así, adoptando los medios más conocidos y tradicionales, las imágenes son de mayor eficacia y más convincentes”. Y vuelve a mencionar a Vermeer y también a Leonardo en esta entrevista publicada en 1934. 

Surrealismo de línea clara. “Fíjese, por ejemplo, en este cuadro; ustedes ven una especie de reloj entre otros muchos dibujos que rodean el motivo central, la caja del reloj y sus saetas aparecen como estiradas y dobladas de una manera blanda e informe… Esta representación refleja una sensación fugitiva, subconsciente, que nació en mí siendo niño. La sensación del tiempo que huye. Personalmente soy partidario de un surrealismo a base de dibujos claros, exacta reproducción de la realidad; el lienzo debe contener dibujos netos, de forma que aunque el conjunto parezca incomprensible, la nitidez de los dibujos ha de permitir que se comprendan los distintos elementos que lo constituyen. En definitiva, no creo en los temas incoherentes, en los cuadros o las películas hechas a base de dibujos que son de por sí indescifrables”, explicó al periodista Robert Gayson, en 1948, para la revista Fotogramas, delante de Leda seducida por el cisne. Dalí incidía en este aspecto de su pintura: el significado se le escapaba en el momento de pintar el cuadro, era mucho más intuitivos. Por eso decía que sus cuadros estaban llenos de significados ocultos incluso para él. “A veces, no alcanzo toda su representación hasta al cabo de un par de años, pero la tienen”, le dijo a Juan Felipe Vila San Juan, en el mismo año, para La Vanguardia.

Soy un poquito original, seguramente el único español que no se mete en política de ninguna clase soy yoEl renacer católico. Siempre monárquico, el apóstol del surrealismo no definía su interés político porque le parecía circunstancial. Tras la II Guerra Mundial sufre un cambio en su sistema de creencias, en el que el catolicismo ocupó un importante lugar para ligar su metafísica pictórica: “Ha comenzado en Europa un renacimiento religioso; los sabios están en una crisis de conciencia de tipo místico; las juventudes de Europa lo saben, pero mal o confusamente. Yo quiero pintar esa idea. Por eso he venido a mi Patria. A mi paso por Francia he visto un catolicismo triste. En España se hará un catolicismo alegre, optimista. Francia se repite en pintura, continúan las experiencias. Lo nuevo, una vez más, ha de salir de España”.

Apolítico y franquista. En una de las últimas entrevistas que concede, en 1977, el periodista y escritor Baltasar Porcel le busca las cosquillas para que destape sus pensamientos políticos más íntimos. De salida no consigue más que una vaga descripción de un ser sin carga ideológica: “Soy el único que ha podido enaltecer e ilustrar con entusiasmo los poemas de Mao Tse-Tung y, a la vez, hacer el retrato de nuestro rey Juan Carlos I, que tengo empezado y que voy a acabar en primavera. Escríbalo: Dalí, totalmente apolítico. Me interesa la historia, pero la política es únicamente la anécdota miserable de la historia. Por eso me interesa Rumanía. ¿Quién se preocupa hoy por saber las opiniones políticas de quien hizo la Venus de Milo o los cuadros de Vermeer? Y como, además, soy aquello que se dice un poquito original, seguramente el único español que no se mete en política de ninguna clase soy yo”. 

Dalí insiste en que no le meta en política, trata de escaparse pero Porcel sigue con la suya y le recuerda frases de algunos años atrás que hacían referencia al “invicto Caudillo”, “tenemos al generalísimo Franco para restablecer a las monarquías españolas”, “además de considerarlo el genio político de Europa, estoy seguro de que es un místico”, etcétera. Hasta que finalmente se desborda en parabienes: “Bueno, sí, era una personalidad, y no insista usted más. Pero si hubiera un partido llamado franquista, yo no sería de él. No digamos que yo admirara poco o mucho a Franco, digamos que lo admiraba bastante. Y todavía lo admiro. Sobre todo, porque para mí era una especie de don Tancredo. Franco tuvo una sangre fría extraordinaria, fue un ser impasible, único en la Historia contemporánea. Y mire qué final tan impresionante, que duró un mes o no sé cuánto: qué voluntad tenía de no morirse, ¡qué resistencia! Un don Tancredo”.

Las influencias. Nunca bajó del pedestal a Velázquez. Un paso por detrás, Rafael. Repitió hasta la saciedad a lo largo de los años que desde Velázquez, la pintura mundial gira en torno a la española y que no habría impresionismo sin Museo del Prado, que no existiría el cubismo sin Picasso y que nada se sabría del surrealismo sin Dalí. “Las únicas influencias en mi pintura han sido el arte flamenco y Picasso. Pero mis cuadros no son, como los de Picasso, composiciones estéticas cuya finalidad es ser agradables a la vista. Hasta hace poco todos era documentos psicopatológicos. Ahora estoy en el inicio de una nueva fase que combina la mitología del individuo con la tradición estética”. A la misma altura que la del pintor malagueño coloca a Joan Miró, de los que aseguraba su “más ferviente admiración”. “Fuera de estos dos nombres, en España, todos los demás artistas me parecen completamente putrefactos”.  

No hay nada en mi vida que sea broma. Todo está cargado de un contenido real y trágico. Todo tiene importanciaLa excentricidad. Para cuando se encuentra con el periodista Joaquín Grau, en 1958, su trayectoria pictórica ha quedado socavada por los titulares que le dedican a su extravagancia. En la entrevista publicada en el diario Pueblo, el pintor explica que la principal característica de su personalidad es la excentricidad y confiesa que es el mejor recurso para saciar una angustiosa necesidad de que la gente se fije en él. “Es mi más imperiosa necesidad y la he sentido desde pequeño. Así, en mis tiempos de colegial, para que mis compañeros se fijaran en mí, me dejaba caer rodando desde lo alto de una escalera. No lo hacía por gusto, ya que casi siempre salía de esa exhibición chorreando sangre. Este momento de duda en el que veía a todos mis compañeros de clase, niños aún como yo, pendientes de mi decisión, me resultaba, sencillamente, divino”.

La seriedad. En una entrevista, en 1957, con el presentador más polémico de la televisión norteamericana, el insolente Mike Wallace le pregunta cómo podemos estar seguros de que su pintura no es una gran broma. “La mayor parte de mi vida es de una seriedad absoluta. No hay nada en mi vida que sea broma. Todo está cargado de un contenido real y trágico. Todo tiene importancia. Porque, por ejemplo, mi reloj, mi reloj blando ¿sabes?, el reloj que s derrite, todo el mundo pensaba que era un verdadero escándalo y causaba un efecto cómico. Pero en realidad no es más que una tremenda obsesión con el miedo a la muerte”. 

El próximo sábado el Museo Reina Sofía recibe a uno de esos artistas capaces de acabar con las crisis: Salvador Dalí, con una exposición retrospectiva que llega del Centro Pompidou parisino con cerca de 200 obras. La procedencia de importantes instituciones, colecciones privadas y de los tres depositarios del legado Dalí: Fundació Gala-Salvador Dalí (Figueres), Salvador Dalí Museum de St. Petersburg (Florida) y Museo Reina Sofía (Madrid), dan una idea de la importancia del proyecto en el repaso historiográfico del artista y en las arcas del museo madrileño.

Salvador Dalí