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Celebra el Goya de honor con el público
  1. Cultura
LA CHICA YE-YE ESTÁ COMO UNA MOTO

Celebra el Goya de honor con el público

CON EL TURBO PUESTO Lugar: puerta de la Academia de Cine. Vehículo: un taxi. Cliente: Cocha Velasco. Conclusión: los taxis son a Concha Velasco

Foto: Celebra el Goya de honor con el público
Celebra el Goya de honor con el público

CON EL TURBO PUESTO

Lugar: puerta de la Academia de Cine. Vehículo: un taxi. Cliente: Cocha Velasco. Conclusión: los taxis son a Concha Velasco lo que las cabinas telefónicas a Clark Kent. Entra por una puerta disfrazada de señora “triste y amargada” y sale por la otra transformada en su personaje más popular: ella misma. O sea, la dicharachera Conchita Velasco. Del plató de Gran Hotel, donde interpreta a la gobernanta Ángela, a un encuentro con el público. “Me gusta ir disfrazada de artista. Es casi el personaje que más me gusta”, soltó minutos después de bajarse del taxi. En efecto, Velasco está con el turbo eufórico puesto. Primero vino el discurso de aceptación del Goya de honor. Luego las charlas con sus fans. Y el domingo, de tiros largos para los Goya. Y mientras tanto, va soltando titulares, a lo tonto, como quien no quiere la cosa. Veamos.

“Rodando en 1971 en Santiago me senté en una piedra y me paré a pensar”, contó Velasco. Tocaba cambio de tercio. Lo primero, un “papelito” en una obra de Buero Vallejo (Llegada de los dioses) que le cambió la vida. La chica ye ye comenzó a arrimarse a la crema de la intelectualidad farandulera. “Conocí a Juan Diego… e hicimos una huelga nada más conocernos. Me reunía con él y con Eloy de la Iglesia en un café para hablar de la huelga del día siguiente, pero siempre acabábamos cantando canciones de Celia Gámez”. ¡Acabáramos!

Pasé de ser la chica de la Cruz Roja a relacionarme con gente que no quería conocermeLuego llegó el turno del dramaturgo José Tamayo, tan enfrascado en su reflexión intelectual, que no sabía quién demonios era aquella joven que insistía en trabajar con él. “¡Soy la chica ye ye, la chica de la Cruz Roja!”, le decía una desesperada Conchita. “Tamayo hablaba siempre conmigo como si fuera tonta, bueno, eso siempre me ha pasado”, explicó partiéndose de risa y poniendo cara de despistada, quizás para que no se notara que acababa de soltar un mandoble. A lo tonto, vaya. Y más: “Pasé de ser la chica de la Cruz Roja a relacionarme con gente que o no me conocía o hacía como que no me conocía o no quería conocerme”. Lo dijo, sí, y volvió a carcajearse. Pero eso fue solo el principio del espectáculo Metralleta Velasco. Tomen nota para acabar:

1) Los españoles, cuando no sabemos lo que hacer, leemos a Galdós.

2) “Para conseguir el papel en Tormento (Pedro Olea, 1974) engordé 15 kilos a base de tomar unas pastillas con cortisona que pueden matar a un ser humano, pero con ellas conquisté no solo a Olea, sino también a Pepe Frade” (Pedro Olea, a su lado, se tronchó escuchando esto. Velasco, también. La juerga, vamos).

3) ¡Qué suerte he tenido en mi vida. He trabajado hasta con Juan Marsé. Que digo trabajar: ¡Marsé ha estado en mi casa! ¡Y casi se me muere! En serio. Empezó a sangrar por la nariz como un loco. Tuve que llevarlo al hospital”.

4) “A mí nunca se me olvidan los diálogos. Me sé de memoria todos los que he hecho en mi vida. Tengo un disco duro de tal calibre que el día que me falle ¡me explota la cabeza como en Blade Runner!"

5) "Una ha tenido tiempo para echarse novios, pero no para aprender inglés”. En dos palabras: máximo respeto

CON EL TURBO PUESTO