“La España negra está vivita y coleando”

EL EXTRAÑO VIAJE

Para llegar a la oficina madrileña de Pablo Berger hay que meterse por un pasadizo cercano a la Gran Vía, entrar en un portal extraño y vagar por un pasillo lúgubre donde se suceden las puertas sin mayor indicación. Un lugar donde uno podría cruzarse con enanos, flamencos y madrastras sin que le llamara especialmente la atención. Nominada a 18 Goyas, 'Blancanieves' traslada el cuento de los Hermanos Grimm a la España de los años veinte. Una idea que surgió en la cabeza de Berger tras ver una fotografía de Cristina García Rodero de un grupo de bomberos toreros. Mudos y en blanco y negro.

Total. Y casi un acto terrorista contra el cine que se estrena en salas. El cine mudo exige más al espectador, pero también llena más que el sonoro si uno entra en el juego.

Puede que ‘Blancanieves’ sea la primera película muda que ven algunos espectadores en su vida…

Sí. Va dirigida a ese público. También la puede disfrutar un cinéfilo como yo, pero no la he hecho para ellos. Quería compartir las sensaciones que tengo cada vez que veo una película muda. El cine puro. Muchos piensan que mi cinta es intelectual y artística, y en parte lo es, pero también es para todos los públicos. Del cinéfilo al espectador de multiplex, pasando por el niño de nueve años: el espíritu de los Hermanos Grimm está ahí. Uno se lo puede pasar en grande y sentir miedo. Blancanieves es una película entretenida y, aunque suene raro que lo diga yo, sorprendente.

Hace unas décadas no existía ese abismo entre cine intelectual y cine popular. Ahora son dos guetos.

En efecto. Es un tema importante. No deberíamos etiquetar al cine de autor y al cine comercial. Ambos términos aíslan: usamos ‘comercial’ despectivamente y ‘autor’ como sinónimo de poco público. ¿Por qué no hacer simplemente cine? Películas que interesen. En los sesenta y los setenta los públicos estaban más mezclados. Es cierto que se podría decir que Blancanieves es un filme de autor porque lo he escrito y dirigido yo. Es un proyecto personal, en efecto, pero también abierto. No pretendía excluir a nadie. Quiero llegar al mayor número posible de espectadores. Blancanieves es una cinta comercial.

¿Que tenía la fotografía de Cristina García Rodero para que se le iluminara la bombilla?

La tengo por aquí [Abre el libro España oculta (Lunwerg, 1989) de la fotógrafa de Puertollano] Lo primero es el libro en sí, es su gran obra, a la altura de The Americans de Robert Frank. España oculta es uno de los grandes trabajos de la historia de la fotografía. Tardó 15 años en completarlo y yo me he pasado ocho haciendo la película. Hable una vez con ella y coincidimos en que los trabajos hay que cocerlos a fuego lento. España oculta parece hecho en los años veinte… hasta que de pronto aparece un coche o una televisión. Me inspira mucho esa España negra, popular… y digna. Cristina [García Rodero] no hace retratos. No pide que miren a la cámara. Y no es muy alta: cuando fotografió a los enanitos, no lo hizo desde arriba. Casi diría que los vio como a héroes. Les trató con tanto respeto que cuando vi la foto me dije que detrás había una historia maravillosa. Y me imaginé la fotografía con una invitada sorpresa: una Blancanieves torera.  Además me siento identificado con los freaks y los personajes ajenos: como cineasta no soy parte del mainstream por una decisión personal.

¿Cómo burlar el tópico cuando uno encara la España negra?

Es curioso porque soy un director vasco. Mi primer acercamiento a Andalucía y  a la cultura española es a través de la televisión en blanco y negro. Es decir, a través de los tópicos. Siempre me han atraído los estereotipos. El guionista Jean-Claude Carrière, que es uno de mis héroes cinematográficos junto a Rafael Azcona, decía que hay que partir del tópico para crear algo nuevo porque si intentas crear algo nuevo sin partir del tópico… acabas cayendo en el tópico. Me gusta darle una vuelta al cliché. Me atraen ciertos iconos españoles, pero no soy ni taurino ni flamenco. La Blancanieves torera surgió del inconsciente, me dejé llevar, no fue premeditado partir de la españolada, aunque mis dos únicas películas surjan de ahí: del landismo, al que ataco y homenajeo en Torremolinos 73 (2002), y de la España de los años veinte: negra, analfabeta e inculta, pero con su grandeza.

Si ‘Blancanieves’ es una película sobre ‘lo español’, cabría pensar que en el extranjero se vea con ojos muy diferentes a los nuestros.

No te creas. Yo también veo lo español desde dentro y desde fuera. Soy español pero también vasco. A veces me ha llegado antes la cultura francesa y europea que la española. Mi visión de lo español también tiene algo de romántica, como la de ciertos intelectuales extranjeros que veían España como un nuevo El Dorado.

Si tuviera que hacer una película sobre la actual oleada de corrupciones y sobres ¿qué género utilizaría? ¿Comedia? ¿Tragedia? ¿Ópera bufa? ¿Porno? ¿Snuff movie?

Tragicomedia. Siempre tragicomedia. Es el género que mejor retrata la sociedad. Con humor se pueden tocar todos los temas con gran profundidad. Lo que está ocurriendo ahora en este país es territorio 100% Berlanga/Azcona. España, ese país absurdo y contradictorio. Pensábamos que la España negra era parte de nuestro pasado, pero está vivita y coleando.