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Cunningham, el coreógrafo y bailarín más innovador
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Cunningham, el coreógrafo y bailarín más innovador

El coreógrafo y bailarín estadounidense Merce Cunningham, que falleció el lunes en Nueva York por causas naturales, a los 90 años, estaba considerado como uno de los artistas

Foto: Cunningham, el coreógrafo y bailarín más innovador
Cunningham, el coreógrafo y bailarín más innovador

El coreógrafo y bailarín estadounidense Merce Cunningham, que falleció el lunes en Nueva York por causas naturales, a los 90 años, estaba considerado como uno de los artistas que revolucionó la danza del siglo XX. "Merce veía la belleza en lo ordinario, y eso es lo que le hacía extraordinario. No se dejaba llevar por los convencionalismos, era un verdadero artista, honesto y próximo en todo lo que hacía", indicó el director ejecutivo de la Fundación Merce Cunningham, Trevor Carlson, tras darse a conocer hoy el fallecimiento.

Su manera de ver el arte, su amor y su pasión por la danza, hicieron de él uno de los grandes bailarines y coreógrafos de todos los tiempos, incluido entre los grandes del siglo XX, como Isadora Duncan, Sergei Diaghilev, Martha Graham -de quien fue alumno- o George Balanchine. Él mismo explicaría que "para permanecer, te tiene que gustar la danza. No te devuelve nada, no hay manuscritos que guardar ni pinturas que colgar en las paredes o quizás en los museos, ni poemas que imprimir o vender, no te da más que ese momento efímero en que te sientes vivo. No es para espíritus inseguros". Para Carlson, la manera en que Cunningham se aproximaba "al arte y a la vida, abría muchos caminos para que los otros, en vez de seguirlos, los descubrieran".

Nacido el 16 de abril de 1919 en Centralia, en el estado de Washington, Mercier Philip Cunningham colocó en la vanguardia durante más de medio siglo al ballet estadounidense y fue un transgresor de la danza contemporánea, a la que aportó nuevos conceptos como el del movimiento de los bailarines con independencia de la música.  Para Cunningham todo en la danza, los gestos, los bailarines, el espacio o el silencio, eran igualmente importantes. "Merce fue un artista inconformista y el más amable de los genios. Hemos perdido a un gran hombre y a un gran artista, pero celebramos su extraordinaria vida, su arte y a los bailarines y artistas con los que trabajó", señaló la presidenta de la Cunningham Dance Foundation, Judith Fishman.

Junto a su socio y compañero sentimental John Cage, "dio paso a nuevas maneras de percibir y experimentar el mundo", indicó su fundación, que señaló que el artista "ha dejado una marca indeleble en nuestra creatividad y cultura colectiva. Su legado resonará en el mundo de la danza ahora y más allá de las generaciones venideras". Un legado enriquecido por su trabajo con las nuevas tecnologías, que
 le acompañarían durante toda su carrera, y que le llevó a desarrollar un programa de ordenador llamado DanceForms que se utiliza en las escuelas de ballet.

Innumerables premios

De sus más de 200 coreografías destacan piezas magistrales como Un jour ou deux, Westbeth, How to Pass, Squaregame, Split Sides (con música de Radiohead), Suite for Five, Crisis, Second Hand, Ocean, eyeSpace o la última, Nearly Ninety (Casi noventa), que estrenó hace poco más de tres meses. Por todas ellas recibió innumerables premios a lo largo de su carrera, entre ellos la Legión de Honor de Francia, el Praemium Imperiale, el Dorothy and Lillian Gish Prize, la Handel Medallion, el León de Oro de Venecia, el Laurence Olivier Award y el Wexner Prize.

Cunningham, que en los últimos años estaba en silla de ruedas, quiso controlar también su legado, y por ello en junio pasado, apenas dos meses después de cumplir 90 años, su fundación anunció que la compañía se disolvería dos años después del fallecimiento del artista. "Intento enseñar a los estudiantes y a los bailarines mi técnica, pero de una manera que deja lugar al individualismo. Me gustaría que esa sociedad continuara haciéndolo, porque la danza es un proceso que nunca se detiene y que no debería detenerse si es para permanecer fresca y viva", dijo entonces el aplaudido coreógrafo.

La idea de Cunningham era que en los dos próximos años sus bailarines recrearan su obra, y que al final de ese período haya una actuación final en Nueva York, en la que el precio de las entradas no supere los 10 dólares (7,1 euros). Tras esa actuación, la compañía -que fundó en 1953- y su fundación cerrarán para transferir todos sus bienes a una sociedad, llamada Merce Cunningham Trust, que los custodiará. "Para honrar a Merce, planeamos centrar nuestros esfuerzos en compartir y preservar su legado, así las audiencias de hoy y las generaciones de mañana podrán ser testigos del trabajo de un artista legendario", indicó la presidenta de la fundación.

El coreógrafo y bailarín estadounidense Merce Cunningham, que falleció el lunes en Nueva York por causas naturales, a los 90 años, estaba considerado como uno de los artistas que revolucionó la danza del siglo XX. "Merce veía la belleza en lo ordinario, y eso es lo que le hacía extraordinario. No se dejaba llevar por los convencionalismos, era un verdadero artista, honesto y próximo en todo lo que hacía", indicó el director ejecutivo de la Fundación Merce Cunningham, Trevor Carlson, tras darse a conocer hoy el fallecimiento.

Su manera de ver el arte, su amor y su pasión por la danza, hicieron de él uno de los grandes bailarines y coreógrafos de todos los tiempos, incluido entre los grandes del siglo XX, como Isadora Duncan, Sergei Diaghilev, Martha Graham -de quien fue alumno- o George Balanchine. Él mismo explicaría que "para permanecer, te tiene que gustar la danza. No te devuelve nada, no hay manuscritos que guardar ni pinturas que colgar en las paredes o quizás en los museos, ni poemas que imprimir o vender, no te da más que ese momento efímero en que te sientes vivo. No es para espíritus inseguros". Para Carlson, la manera en que Cunningham se aproximaba "al arte y a la vida, abría muchos caminos para que los otros, en vez de seguirlos, los descubrieran".

Nacido el 16 de abril de 1919 en Centralia, en el estado de Washington, Mercier Philip Cunningham colocó en la vanguardia durante más de medio siglo al ballet estadounidense y fue un transgresor de la danza contemporánea, a la que aportó nuevos conceptos como el del movimiento de los bailarines con independencia de la música.  Para Cunningham todo en la danza, los gestos, los bailarines, el espacio o el silencio, eran igualmente importantes. "Merce fue un artista inconformista y el más amable de los genios. Hemos perdido a un gran hombre y a un gran artista, pero celebramos su extraordinaria vida, su arte y a los bailarines y artistas con los que trabajó", señaló la presidenta de la Cunningham Dance Foundation, Judith Fishman.

Junto a su socio y compañero sentimental John Cage, "dio paso a nuevas maneras de percibir y experimentar el mundo", indicó su fundación, que señaló que el artista "ha dejado una marca indeleble en nuestra creatividad y cultura colectiva. Su legado resonará en el mundo de la danza ahora y más allá de las generaciones venideras". Un legado enriquecido por su trabajo con las nuevas tecnologías, que
 le acompañarían durante toda su carrera, y que le llevó a desarrollar un programa de ordenador llamado DanceForms que se utiliza en las escuelas de ballet.