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Las divertidas razones del llanto de estos niños: "no puedo abrir la cerveza"
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DEL LLANTO A LA RISA HAY UNA DELGADA LÍNEA

Las divertidas razones del llanto de estos niños: "no puedo abrir la cerveza"

Pequeños que tienen el honor de ser la alegría de la casa… hasta cuando lloran

Foto: Estará llorando, pero no se puede negar que es una monada.
Estará llorando, pero no se puede negar que es una monada.

Dicen que la sonrisa de un niño es una de las mayores alegrías de la vida, pero sus berrinches más bizarros pueden traer también momentos de gloria. Cuando están en esa edad en la que ya razonan, pero con las reglas de su propio mundo, se generan situaciones maravillosas.

El diario ‘The Sun’ publica algunas hilarantes reacciones de niños que rompen a llorar por estrafalarios motivos y que los propios padres (imaginamos que después de varios minutos de carcajadas) han colgado en la web ‘Reasons My Son Is Crying’.

¡Qué indignación tiene este pequeñajo! ¿Y por qué? Pues por lo de siempre, por culpa de su hermano. Y es que los hermanos tienen la llave de todos los males que nos pasen. En este caso, su hermano mayor no paraba de cantar la canción de los Monty Python “I’m a Lumberjack and I’m Ok” (Soy un leñador y estoy ‘ok’) con voz, pues eso, de leñador. Lo que no está claro es si le asustaba su voz profunda o es que desafinaba como un condenado.

Este niño llora porque su madre no le deja desatarse los cordones… por decimonovena vez. Como un juego en el que tienes que deshacer el enredo, él vivía la satisfacción de conseguirlo incansablemente, empleando una lógica digna de un Kasparov cualquiera.
Pero a ver, un par de veces está muy bien; es divertido y hasta gracioso, pero ¡habrá que salir de casa en algún momento!

¡Si era un planazo! ¿Qué ha podido salir mal? Este pequeño se levantó por la mañana y, ni corto ni perezoso y, probablemente con la venerable intención de preparar el desayuno también a uno de sus padres para agradecer todo lo que hacen por él día a día, por darle la vida y cuidar de sus peluches; abrió dos bollos de chocolate y los metió al horno, para que estuvieran bien calentitos y bien tiernos. Quién iba a pensar que el chocolate se derretiría. Claro, cuando abrió el horno y vio que sus ilusiones tenían esa pinta…

Tamaño disgusto se llevó este chico cuando su madre le obligó a ponerse ropa interior. Vemos cómo intentó resistirse. “¡Jamás!” Pensó “¡No renunciaré a mi comodidad!”. Todo un rebelde.

¡Ay, que no lo sabía! Este pequeño no tenía ni idea de que no podía tirar las gafas de su madre por el retrete y cuando su madre se lo dijo,élsúper apurado. Pues como lo estaríamos cualquiera.

Lo dePokémon se nos está yendo de las manos; tanta realidad aumentada, que uno ya no sabe de dónde pueden salir. A esta niña la tienen tan confundida que piensa que hay un pokémon viviendo dentro de ella y, claro, no es plato de buen gusto.

Este enternecedor rubio es el sueño de cualquier persona con hijos. Pobre, qué disgusto se lleva cuando no puede abrir la cerveza para papá. Eso es amor.

El cepillo de dientes es la pesadilla de esta niña, que, como vemos, ha preferido no mirar, porque, ya se sabe, si no lo miras no existe.

A esta niña no le gusta que nadie se quede fuera. Por eso se quedó con esta cara cuando sus padres le dijeron que en las elecciones no se podía votar a todos los candidatos a la vez. Seguro que es de las que invita a todos todos sus amiguitos a su fiesta de cumpleaños y comparte las chucherías con todos. Con el manejo que tienen los pequeños del mundo de internet, seguro que a estas horas yá está investigando teoría filosófica sobre modelos de representación.

¿Le pica la lana? Tiene cara de bueno, ¿verdad? Pues llora porque no puede pegar a su padre con el teléfono en la cabeza, ahí es nada. Pronto empezará a urdir planes para conquistar el mundo, a lo Stewie Griffin en ‘Padre de Familia’.

Cómo llora este crío ante la impotencia de que ese pavo real se coma su trozo de pan. ¡Abusón, hombre ya!

Esta pequeñalangosta se puso un caparazón de langosta bebé. Su madre ya le disgustó cuando le comentó, elegantemente, que quizá le podía quedar pequeño. Pero cuando lo comprobó… ¡Ay, qué desilusión! Quizá era un superhéroe, Superlangosta y, claro, no puede ir salvar al mundo en ‘langosta-shorts’; no sería serio.

Dicen que la sonrisa de un niño es una de las mayores alegrías de la vida, pero sus berrinches más bizarros pueden traer también momentos de gloria. Cuando están en esa edad en la que ya razonan, pero con las reglas de su propio mundo, se generan situaciones maravillosas.

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