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El misterioso pueblo en el que sus habitantes caen dormidos por sorpresa durante días
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SE TRATA DE KALACHI, EN KAZAJISTÁN

El misterioso pueblo en el que sus habitantes caen dormidos por sorpresa durante días

Una localidad de apenas 600 habitantes sufre, desde hace un par de años, una oleada de desmayos repentinos que deja a los lugareños dormidos durante días enteros, y nadie sabe a qué se debe

Foto: A 500 kilómetros de la capital y cerca de una mina abandonada, algo extraño ocurre en Kalachi. (Joanna Lillis/EurasiaNet.org)
A 500 kilómetros de la capital y cerca de una mina abandonada, algo extraño ocurre en Kalachi. (Joanna Lillis/EurasiaNet.org)

Imagínese un pueblo en lo más profundo de Kazajistán, a unos 500 kilómetros de la capital del país, Astaná, donde sus habitantes sufren una peculiar enfermedad: se quedan dormidos de repente. No se trata de una cabezadita transitoria, sino de sueños que duran entre dos y seis días y de los que despiertan sin recordar nada, confundidos y desorientados. Científicos de distintos países visitan la zona y son incapaces de encontrar ninguna explicación, por lo que sólo queda una solución posible ante el peligro que supone caer en los brazos de Morfeo mientras se conduce o se realiza cualquier otra actividad: desalojar el pueblo y rezar para que la epidemia no se extienda.

No, no se trata del argumento de una película o novela de ciencia-ficción, aunque parezca surgido de las mentes de los hermanos Strugatskiy, autores de Picnic al borde del camino, la novela en la que Andrei Tarkosvky se basó para realizar Stalker. Se trata de algo que está ocurriendo en este mismo momento en este planeta: mientras lee este artículo, muchos de los más de 600 habitantes del pueblo estarán haciendo sus maletas para ser trasladados por el gobierno kazajo a una ubicación más seguradonde vivan sin miedo a perder la consciencia.

Mi cerebro se apagó, no me acuerdo de nada

La primera oleada de desvanecimientos se produjo en marzo de 2013, cuando, como explica The Siberian Times, seis mujeres se quedaron dormidas mientras hacían diferentes labores. Aunque las autoridades consideraron que podía deberse al vodka de mala calidad, ninguna de ellas había ingerido alcohol. A esta oleada le seguiría otra en mayo de ese mismo año, y periódicamente se han producido desmayos hasta que, a día de hoy, alrededor del 15% de la población ha sido afectada con este síndrome. El 1 de marzo se han registrado los dos últimos casos, que elevan la cifra total hasta 152.

Testimonios en la Tercera Fase

Muchos han sido los medios de comunicación que se han desplazado hasta el remoto pueblo de Kalachi en los últimos dos años. El último ha sido The Guardian, que entre sus testimonios cuenta con el de Viktor Kazachenko, que se quedó dormido mientras conducía su motocicleta hasta un pueblo cercano. “Mi cerebro se apagó”, explica. “Se acabó. No me acuerdo de nada”. Esto ocurrió el 28 de agosto y el hombre no recobró la conciencia hasta el 2 de septiembre. Pero no le sorprendió, ya que había pasado por ello en otra ocasión, algo que también ha ocurrido con otros compatriotas.

Es el caso de Marina Felk, una campesina de 50 años, que fue interrogada por The Siberian Times. “Estaba ordeñando a las vacas, como siempre, y me quedé dormida”, explicó al medio. “No me acuerdo de nada, sólo que cuando me desperté, estaba en un hospital, y las enfermeras me sonreían”. Felk tiene una importante laguna sobre lo ocurrido durante los dos días y noches que pasó dormida, aunque las mujeres le dijeron que había intentado levantarse varias veces, preocupada porque tenía que ordeñar urgentemente sus vacas.

El problema no se encuentra únicamente en el hecho de quedarse dormidos. Kazachenko explica cómo, después de despertarse de su letargo, su presión sanguínea se disparó y se sentía incapaz de concentrarse. “Durante seis semanas, no supe qué hacer. Afecta a tu mente”. Otros síntomas son las náuseas, los mareos, la confusión, las pérdidas de memoria y los dolores de cabeza inaguantables. Dos niños que pasaron por el mismo trance admitieron haber sufrido alucinaciones. “Se pone a dar vueltas y se queda quieto, tambaleándose”, explicael padre de uno de los pequeños. “Cuando gira la cabeza sus ojos se quedan clavados en lo que estaba mirando”. Algunos habitantes del pueblo tienen miedo de haber enterrado vivo a uno de sus familiares, aparentemente muerto, antes de que la epidemia saliese a la luz.

La URSS utilizó la cercana mina para abastecer sus programas nucleares

Los médicos diagnosticaron a aquellos que habían sufrido los desmayos con encefalopatías acompañadas por edemas, es decir, acumulación de líquidos en el tejido intercelular. Qué pudo originarlo es mucho más difícil de averiguar pero, desde luego, no tiene nada que ver con la narcolepsia, caracterizada por la somnolencia diaria, pero que tan sólo afecta a sus pacientes por breves período de tiempo.

Un misterio aún sin resolver

Si impactantes resultan estas historias, más lo es aún que las autoridades no hayan sido capaces de descubrir qué ocurre. Tan sólo han descartado algunas posibilidades: no son los metales pesados ni el radón, por mucho que sus niveles sean más elevados que la media. Sin embargo, algunas casas de los afectados sí tienen niveles de monóxido de carbono diez veces superioresa lo normal, aunque esto no termina de explicar lo ocurrido. A finales del año pasado, se habían realizado 20.000 tests clínicos y de laboratorio sobre el agua, la alimentación, el aire y el suelo de la comarca, sin resultados concluyentes. Según señalaba Tengri News, el gobierno ha pedido ayuda a autoridades extranjeras, y es posible que los Centers for Disease Control and Prevention de EEUU ya hayan mandado a sus especialistas.

La explicación preferida por los habitantes de Kalachi también haría frotarse las manos a un director de cine. Muchos de ellos apuntan a la mina de uranio de Krasnogorsk que se encuentra abandonada en las afueras de la ciudad. Durante décadas, fue utilizada de forma secreta por la Unión Soviética para alimentar sus plantas energéticas y sus armas nucleares, lo que proporcionó trabajo a la población local, que llegó a contar con 6.500 habitantes. Un período de prosperidad tal que, como explica Alexander Rats, del ayuntamiento local, sus trabajadores podían comprar tres coches al año. La disolución de la URSS no sólo trajo la pobreza a la región, sino que dejó un legado peligroso: muchos de los habitantes creen que el viento y los olores que provienen de las minas abandonadas son la causa de estos desvanecimientos, aunque las investigaciones señalan que los niveles de radiación se encuentran dentro de lo normal.

No es eso lo que descubrió un grupo de periodistas enviados por Russia Today, que señaló que los niveles, al menos en la mina, eran 16 veces mayores de lo recomendable. Sin embargo, el problema del sueño ha aparecido ahora, y no mientras la mina se encontrabaabierta o durante los 20 años posteriores… Ante tal incertidumbre, las autoridades de Kazajistán, animadas por el propio presidente, han decidido cortar por lo sano y desalojar el pueblo, a pesar de la resistencia de muchos de sus habitantes. “No voy a ninguna parte”, decía el hombre de la moto. “He estado viviendo aquí durante 40 años. Voy a morir aquí”. O quizá, en lugar de “muerte”, sería mejor llamarlo “sueño eterno”. Lo que está claro es que, según las previsiones del gobernador de la región, Sergey Kulagin, el desalojo debe haberse completado en mayo.

Imagínese un pueblo en lo más profundo de Kazajistán, a unos 500 kilómetros de la capital del país, Astaná, donde sus habitantes sufren una peculiar enfermedad: se quedan dormidos de repente. No se trata de una cabezadita transitoria, sino de sueños que duran entre dos y seis días y de los que despiertan sin recordar nada, confundidos y desorientados. Científicos de distintos países visitan la zona y son incapaces de encontrar ninguna explicación, por lo que sólo queda una solución posible ante el peligro que supone caer en los brazos de Morfeo mientras se conduce o se realiza cualquier otra actividad: desalojar el pueblo y rezar para que la epidemia no se extienda.

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