“Nada será lo mismo”: un descubrimiento sacude lo que sabemos sobre Stonehenge
Un grupo de investigadores ha descubierto bajo la tierra que rodea el monumento nuevas pistas que pueden cambiar para siempre lo que sabíamos
Es tan recurrente como los consejos para mantener el calor a raya en verano o el fichaje de algunos jugadores por determinados clubes de fútbol. Cada poco tiempo –en ocasiones, varias veces en el mismo año–, un descubrimiento o una nueva interpretación abren la puerta a la lectura definitiva sobre qué era el misterioso monumento megalítico de Stonehenge. Hace un par de años, una investigación llevada a cabo por cinco universidades británicas aseguraba que era un signo de paz construido para celebrar el fin de los conflictos entre los pueblos del este y del oeste de Inglaterra. El pasado año, el equipo del arqueólogo Mike Parker Pearson de la Universidad de Sheffield sugería que se trataba de un cementerio reservado para las élites.
Lo que ni unos ni otros intentaron es averiguar qué se oculta en el terreno que rodea el célebre crómlech, algo que sí ha conseguido el Proyecto Paisajes Ocultos de Stonehenge, realizado en colaboración por un equipo inglés y el Instituto austriaco Ludwig Boltzmann. El resultado ha superado todas las expectativas de los investigadores y ofrece –ahora sí– una nueva perspectiva sobre lo que ocurría en los 6,5 kilómetros cuadrados que rodeaban el círculo de piedra. De lo que no hay ninguna duda es que, como asegura el investigador Vince Gaffney en un artículo publicado en el Smithsonian Magazine, “los niveles de actividad alrededor de Stonehenge eran mucho más altos de lo que se había sospechado anteriormente”.
Qué se oculta bajo tierra
El investigador recuerda que, hasta el momento, la visión popular señalaba que alrededor de Stonehenge se reunía el pueblo pero que, como ocurría con algunos templos o las pirámides, sólo podían acceder a su interior los líderes sociales y políticos. Sin embargo, el nuevo descubrimiento, asegura Gaffney, nos permitirá entender lo que ocurría en los aledaños del conjunto, donde se han encontrado 15 monumentos datados en el neolítico final, entre los que se encuentran pozos, crómlech, túmulos y zanjas.
De entre todos los hallazgos, Gaffney hace especial hincapié en lo que habían encontrado en el cursus, que recibe su nombre de la palabra que los romanos utilizaban para referirse a sus caminos. Se trata de una carretera de 3,8 kilómetros construida utilizando picas de asta de animales y marcada por zanjas, miles de años antes que el resto del conjunto. Su orientación este-oeste ha llevado a los investigadores a pensar que se trataba de una alegoría de la salida y la puesta del Sol. Los investigadores han descubierto que existían aberturas en el camino, probablemente para acceder y abandonar el camino en dirección norte y sur. Es decir, se trataba de una forma de canalizar a los viajeros.
Pero ello no diría nada si no fuese por el gran pozo de casi 5 metros de diámetro que se encontró en el extremo este del cursus, y que estaba enterrado a un metro bajo tierra. Los investigadores descartan que tuviese alguna utilidad práctica, como almacenar instrumentos, y creen que debido a su gran tamaño debe haber jugado una función ritual, quizá la de ser “un marcador”. El pozo formaba una línea con la dirección del sol en el amanecer del solsticio de verano y la heel stone que se encuentra delante del conjunto de Stonehenge. Ello les condujo a descubrir, al otro lado del camino, un pozo semejante, alineado con la dirección de la puesta de Sol en el solsticio de verano.
“Los dos pozos marcan la salida y la puesta de sol en verano, en mitad de un monumento que se supone que tiene que ver con el movimiento solar”, explica Gaffney para recordar por qué resulta tan relevante el nuevo hallazgo. Los pozos encontrados forman un triángulo con el grupo de rocas de Stonehenge que refleja el movimiento solar. Es la primera vez que se halla un elemento que vincule astronómicamente el cursus con Stonehenge. Además, sugiere la posibilidad de que el monumento fuese empleado tanto durante el día como por la noche, ya que el pozo de la salida de sol, debido a que se encontraba oculto tras una rugosidad del terreno, sólo podría ser visto si una señal como el humo de una hoguera emergiese de él.
Un área litúrgica y relacionada con el solsticio
Es la evidencia más clara de que toda la zona estaba dedicada a la liturgia religiosa. Como ha explicado el arqueólogo inglés Parker Pearson, existe una “cantidad excesiva de monumentos alineados con el solsticio en este paisaje” que no se repite en ningún otro lugar del planeta. A este descubrimiento hay que añadir otros quizá menores, pero que algún día pueden resultarsignificativos. Se trata de unos pequeños montículos y zanjas que se reparten por todo el territorio, pero a las que todavía no han sido capaces de conferir ningún sentido.
¿De qué sí podemos estar seguros respecto a Stonehenge? De que se trata de un grupo de piedra construido en mitad de lo que fue la cuenca de un lago en Salisbury, donde fueron enterrados restos humanos y cuya composición respondía a principios astronómicos. Sus piedras fueron traídas desde una zona del Oeste de Gales que se encontraba a más de 273 kilómetros y que probablemente se terminó de erigir alrededor del año 2.600 a.C., siglos después de que comenzase a construirse.
El mapa completo de la zona verá la luz del día el 9 de septiembre, cuando sea presentado en el Festival de Ciencia Británico de Birmingham, y sus responsables están seguros de que lo cambiará todo. Gaffney cree que el conjunto podría haber funcionado de una manera semejante a cómo funcionan las estaciones de la cruz en la cosmogonía cristiana. El investigador sugiere que hay un carácter itinerante en la zona de Stonehenge, que ya se sabía que atraía a peregrinos de zonas muy lejanas. Lo que está claro es que, como él mismo recuerda, en el monumento no hay espacio para la casualidad y, por lo tanto, “debe significar algo”. El qué, puede que nunca lo sepamos, puesto que cada nuevo hallazgo, en lugar de cerrar la cuestión, contribuye a plantear más preguntas.
Es tan recurrente como los consejos para mantener el calor a raya en verano o el fichaje de algunos jugadores por determinados clubes de fútbol. Cada poco tiempo –en ocasiones, varias veces en el mismo año–, un descubrimiento o una nueva interpretación abren la puerta a la lectura definitiva sobre qué era el misterioso monumento megalítico de Stonehenge. Hace un par de años, una investigación llevada a cabo por cinco universidades británicas aseguraba que era un signo de paz construido para celebrar el fin de los conflictos entre los pueblos del este y del oeste de Inglaterra. El pasado año, el equipo del arqueólogo Mike Parker Pearson de la Universidad de Sheffield sugería que se trataba de un cementerio reservado para las élites.