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“Se necesitan desastres que no distingan pobres y ricos para que las cosas cambien”
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CATALINA COCK, FELLOW DE ASHOKA

“Se necesitan desastres que no distingan pobres y ricos para que las cosas cambien”

Catalina Cock, una joven colombiana proveniente de un entorno privilegiado, tenía 17 años cuando visitó por primera vez una comuna pobre de su ciudad, Medellín

Foto: Catalina Cock durante una charla en TED. (Oscar Soto/TedxMedellin)
Catalina Cock durante una charla en TED. (Oscar Soto/TedxMedellin)

Hay experiencias que te cambian la vida para siempre. Y estas pueden limitarse a escuchar una frase que no esperabas escuchar. Catalina Cock, una joven colombiana proveniente de un entorno privilegiado, tenía 17 años cuando visitó por primera vez una de las comunas más violentas de su ciudad, Medellín. “Tenía muchísimo miedo”, ha reconocido a ACyV. “Era un mundo desconocido para el otro lado de la ciudad. Cuando llegué alláencontré aun joven de mi edad. En ese momento lo veía con cara de matón y me daba mucho miedo estar allí. Me puso la mano sobre el hombro y me dijo, ‘tranquila bonita, que el mismo miedo que tiene usted de venir acá lo tengo yo de bajar a su barrio”.

Todo cambió entonces en la mente de la joven (que ya no lo es tanto). “Ese día entendí que eran dos ciudades completamente distintas y que nunca habíamos hecho el esfuerzo por mirarnos a los ojos y entender que éramos del mismo lugar”, explica. “Eso marcó mi vida sin duda y sentí que quería contribuir a unir esos dos mundos, a tender puentes, a crear oportunidades para los chicos que tenían los mismos sueños, y las mismas capacidades, pero la vida les ha dado menos oportunidades y los ha encarrilado por otro camino”.

Al contrario que la mayoría de sus compañeros de colegio, Cock decidió que su vida profesional iba a orientarse a la cooperación. Y en vez de estudiar para ganar mucho dinero, lo hizo para ayudar a los demás: es socióloga y politóloga de la Universidad de Maryland (en Estados Unidos)y tiene un posgrado en Política Social de la prestigiosaLondon School of Economics.

Cock lleva 17 años dirigiendo proyectos para que su país sea un lugar mejor en el que vivir, primero como fundadora de la Fundación Amigos del Choco, a través de la cual lideró la creación del primer sistema de certificación ambiental y social para la minería de oro en el mundo (Oro Verde) y, hoy en día, como directora ejecutiva de la Fundación Mi Sangre, creada por el cantante Juanes con el objetivo de educar a los niños y jóvenes colombianos en los valores de la paz.

Un país donde es difícil ser niño

Aunque Cock no duda en calificar el proceso de negociación de paz entre el Gobiernoy las FARC como un momento “muy especial”, está convencida de que esta “no se firma en una mesa de La Habana, se firma en la mesa de la familia, el colegio y la comunidad”. Y, en ese sentido, queda mucho por hacer. Las cifras de niños que pertenecen a grupos armados oscilan entre 7.000 y 11.000, más de un millón trabajan antes de la edad permitida, y las cifras de desplazados siguen siendo elevadísimas.

Y todo esto, como explica Cock, “tiene consecuencias muy graves para los niños, desde dificultades en su aprendizaje, retrasos en su desarrollo, síntomas de ansiedad y de trauma. Muchas consecuencias que están nutriendo el círculo vicioso de la violencia”.

Desde la Fundación Mi Sangre tienen en marcha dos programas que buscan revertir esta tendencia: uno de atención psicosocial a víctimas de la violencia, para que tanto ellos como sus familias tengan capacidad de resiliencia y reconstrucción del tejido social; y otro que busca potenciar la capacidad de los niños y jóvenes, aun en contextos de violencia, para transformar estos.

El impacto de estos programas es enorme. “Hemos llegado aproximadamente a 75.000 niños”, asegura Cock. “Los resultados son muy emocionantes. Vemos personas que a pesar de haber vivido un pasado oscuro y doloroso han podido levantar su frente y construir un nuevo futuro no sólo para su propio bien, sino también para el bien de la comunidad. Tenemos experiencias de chicos que han montado escuelas de educación para la paz en barrios muy marginales y han logrado tener hasta 100 niños diarios en su colegio, evitando que estén en las calles, corriendo otros riesgos como reclutamientos forzados, embarazos no deseados, consumo de drogas…”.

Una llamada a la acción

Cuando alguien lleva casi dos décadas trabajando en un ONG sabe lo difícil que es convencer al gran público para que sea solidario. Cuando Cock fundó la inciativa Oro Verde, con la cual fue nombrada fellow de Ashoka, vio hasta qué punto las clases sociales adineradas viven al margen de la realidad cotidiana de la mayoría de sus compatriotas.

Inspirados en el boom de los mercados verdes, Cock y sus compañeros crearon el primer sistema de certificación social y ambiental de metales preciosos en el mundo, que buscaba promocionar la compra de oro extraído con prácticas responsables. Una idea que Cock barruntó tras visitar una región selvática de Colombia (Choco) en la que hay pueblos que viven, literalmente, en una mina de oro, pero en los que la gente se muere de hambre.

Como todos estos productos, el oro verde se vendía en el mercado con un 25% de recargo respecto al resto de joyas. “Cuando lo anunciábamos me sentía totalmente a contracorriente”, explica Cock. “La gente no es que no estuviera dispuesta a pagarlo, es que muchos en las joyeríasni siquiera sabían de dónde venía el oro, literalmente. No sabíanlo que era una mina”.

Por suerte, de un tiempo a esta parte, Cock cree que las cosas han cambiado bastante: “Sí, sigue siendo nicho, y falta educación, pero en los últimos quince años hemos avanzado muchísimo y ya hay consumidores dispuestos a pagar el sobreprecio”.

La sociedad va despertando a estas y otras causas, pero lo hace lentamente. “No hemos entendido que somos uno solo y hasta que no demos un paso hacia adelante, y estemos dispuestos a actuar con humidad, con solidaridad, con generosidad, esto va a ser difícil de cambiar”, explica Cock. “Desafortunadamente para que pase eso a veces se necesitan grandes crisis, desastres naturales y ambientales, que no distinguen entre pobres y ricos”.

Hay experiencias que te cambian la vida para siempre. Y estas pueden limitarse a escuchar una frase que no esperabas escuchar. Catalina Cock, una joven colombiana proveniente de un entorno privilegiado, tenía 17 años cuando visitó por primera vez una de las comunas más violentas de su ciudad, Medellín. “Tenía muchísimo miedo”, ha reconocido a ACyV. “Era un mundo desconocido para el otro lado de la ciudad. Cuando llegué alláencontré aun joven de mi edad. En ese momento lo veía con cara de matón y me daba mucho miedo estar allí. Me puso la mano sobre el hombro y me dijo, ‘tranquila bonita, que el mismo miedo que tiene usted de venir acá lo tengo yo de bajar a su barrio”.

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