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Las cuatro palabras de moda que deberías dejar de utilizar cuanto antes
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QUÉ FRIKI ES ESTE HIPSTER QUE SE HACE UN SELFIE

Las cuatro palabras de moda que deberías dejar de utilizar cuanto antes

Las palabras comodín son aquellas que se utilizan por pura desidia o desconocimiento, y entre ellas figuran algunos de los anglicismos de moda

Foto: La línea que separa lo 'hipster' de lo 'friki' es muy delgada. (iStock)
La línea que separa lo 'hipster' de lo 'friki' es muy delgada. (iStock)

Por palabra comodín se conoce al término que se emplea de forma sistemáticamente en ocasiones en las que se podrían haber empleado otras más acertadas, y cuyo significado suele ser ambiguo. “Hacer”, “cosa” o “algo” son ejemplos canónicos de estas palabras “depredadoras”, como las definió el escritor Álex Grijelmo, ya que dejan un gran número de víctimas a su paso.

Como solemos recordar, la lengua se encuentra en constante expansión, lo que provoca que se incorporen nuevos términos de otros idiomas a nuestro día a día. Los medios de comunicación somos los principales culpables de darle alas al término de moda de turno. Si el año pasado no había portada que prescindiese de su twerking, hoy en día no eres nadie si no hablas de selfies.

El problema que acarrean dichas palabras es que terminan utilizándose de forma completamente abustiva. Hoy en día, todo es “friki” o “hipster”, aunque en realidad queramos decir “especial”, “extravagante”, “sofisticado” o la larga lista de adjetivos a los que dichas palabras suelen sustituir. A continuación, presentamos una lista de términos que deben llevarnos al examen de conciencia: ¿de verdad significan algo hoy en día?

Qué significa: una evolución del anglosajón “freak”, que ha conocido diversas acepciones a lo largo de la historia. De los freaks de Tod Browning a los hippies hasta llegar a su uso actual, que incluso es contemplado por la RAE, como una forma coloquial para decir “extravagante, raro o excéntrico” o “persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición”.

Qué no significa: persona con aficiones. Es habitual que se emplee la palabra “friki” para definir una amplia serie de comportamientos que nada tienen de friki. Por ejemplo, ver una película, ser aficionado a un deporte o leer libros. Verbigracia: “Ayer vi El Señor de los Anillos, ¡qué friki soy!”; “es un friki, siempre está leyendo libros de historia”, “le ha puesto aguacate a la ensalada, qué friki”. Como escuché una vez responder al dueño de una tienda de cómics después de que un cliente le confesase ser un friki, “tú no eres friki, simplemente te gusta leer tebeos”.

Por qué deberíamos dejar de utilizarlo: porque estigmatiza a toda persona que disfrute realizando otra actividad que no sea comer, beber, dormir o hacer el amor. Como explicaba el director de cine Nacho Vigalondo en un tweet, “¿por qué se renuevan palabras para calificar la disidencia y nunca las que califican la mediocridad?”

Qué significa: durante los años 40 y los 50, eran los bohemios aficionados al jazz en Estados Unidos. A partir de los años 90, el movimiento se reavivó vinculado a la música indie, cierta inquietud artística y un look caracterizado por las barbas y las gafas de pasta, así como ciertas costumbres alimentarias y deportivas. Eso sí, a diferencia, de los hipsters primigenios, suelen ser de clase media-alta.

Qué no significa: la palabra que utilizaba para definir a una tribu urbana ha terminado por convertirse en un estereotipo. Hoy en día, la reina Letizia es hipster, Borja Thyssen es hipster y Dani Alves es hipster. Pues no, hija, no. El hábito no hace al monje y, aunque estos personajes de la vida pública lleven barba, gafas de pasta o escuchen a Los Planetas, su estilo de vida nada tiene que ver con la alternativa que, tímidamente, propone lo hipster.

Por qué deberíamos dejar de utilizarla: en 2010, Mark Greif publicó ¿Qué fue lo hipster? (Alpha Decay), así, en pasado. Dicho volumen señalaba la utilización paradójica del término, y es que “aquellos que lo usaron como insulto fueron los mismos que a menudo tienden a parecer un hipster”. En otras palabras, sólo un hipster sabe qué es un hipster. Y, dado que ahora todo el mundo tiene la palabreja en la punta de la lengua, es posible que todos nos hayamos convertido en hipsters, aunque realmente el significado de la palabra se haya devaluado desde hace dos décadas.

Qué significa: una evolución del inglés self que se emplea para denominar la autofoto que los usuarios de redes sociales suelen subir a las mismas, a veces como foto de perfil en ausencia de otra persona que pueda tomar la instantánea. Poco a poco, el selfie comenzó a popularizarse en cualquier contexto y para cualquier foto que presente a la misma persona que toma la fotografía, aunque esta sea un mono. Su variante belfie hace referencia a un autorretrato del trasero.

Qué no significa: un selfie no es una foto que otra persona te ha hecho y que tú subes a una red social. Un selfie, como explicaba Alberto García-Alix a este periódico, tampoco es un autorretrato, puesto que carece de reflexión e intencionalidad. Un selfie, amigos, no es cualquier retrato de una persona tomado con un teléfono móvil.

Por qué deberíamos dejar de utilizarla: el lenguaje crea realidades, y si dejamos de dar cancha al selfie, quizá salvemos unas cuantas vidas. Sin esta moda, quizá aún seguiría con vida la pareja polaca que se precipitó por un acantilado intentando tomarse una autofoto. Y no neguemos que se nos ha sido la cosa de las manos: es un poco de mal gusto hacerse una fotografía así en el campo de concentración de Auschwitz.

Qué significa: según la RAE, “valiente”, “generoso”, “lúcido” o “espléndido”. Tan sólo fuera del castellano –como en el francés “bizarre”, en el italiano “bizarro” o el inglés “bizarre”– quiere decir “extraño”, “estrafalario” o “estrambótico”.

Qué no significa: hasta nueva orden, utilizar “bizarro” como sinónimo de “extraño” no es correcto. Pero, aun reconociendo que gracias a los Ramones y su álbum Mondo bizarro, el fanzine Mondo Brutto o la crítica cinematográfica, “bizarro” ha adquirido un nuevo significado, debemos reconocer que como ocurre con estos términos, quizá estemos abusando de la palabra. Un gato mitad canela, mitad gris no es bizarro. Una tormenta de verano que nos pilla desprevenidos no es bizarra. El triángulo de amor de la canción de New Order no es bizarro, sino extraño.

Por qué deberíamos dejar de utilizarlo: tarde o temprano, es posible que la RAE acepte “bizarro” como un sinónimo de “extraño”, lo cual sería una potente conquista de la cultura popular. Ello no quiere decir que no nos hayamos excedido con la utilización del término. No todo lo extraño es bizarro. De hecho, el término inglés weird probablemente haga más justicia al concepto que bizarre.

Por palabra comodín se conoce al término que se emplea de forma sistemáticamente en ocasiones en las que se podrían haber empleado otras más acertadas, y cuyo significado suele ser ambiguo. “Hacer”, “cosa” o “algo” son ejemplos canónicos de estas palabras “depredadoras”, como las definió el escritor Álex Grijelmo, ya que dejan un gran número de víctimas a su paso.

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