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Ser malo sale muy rentable
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LAS ACTITUDES MORALMENTE REPROBABLES GENERAN GRANDES INGRESOS

Ser malo sale muy rentable

Louise Mensch, escritora, joven, atractiva, esposa del manager de grupos como Metallica y Red Hot Chili Peppers, es una emergente parlamentaria del partido conservador británico. Cuando

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Ser malo sale muy rentable

Louise Mensch, escritora, joven, atractiva, esposa del manager de grupos como Metallica y Red Hot Chili Peppers, es una emergente parlamentaria del partido conservador británico. Cuando se hizo público que había sido una consumidora de droga dura, emitió una nota de prensa en la que afirmaba que era altamente probable que tales acusaciones fuesen ciertas y que hubo muchos incidentes de esa clase en el pasado. Aquella nota, que parecía el fin de la carrera política de Mensch, terminó por aumentar enormemente su popularidad: el electorado valoró forma muy positiva la honestidad de la parlamentaria. 

No es el único caso de persona pública que ha sacado partido de conductas inapropiadas.  Algunos de ellos, como Michael Jackson o Amy Winehouse, se hicieron tanto más populares cuanto más se conocían aspectos raramente ejemplares de sus vidas. Otros, como Lindsay Lohan, están obteniendo evidentes réditos de actitudes que son habitualmente reprobadas por los medios. Incluso en el ámbito político hay cada vez más personajes, desde Putin hasta Berlusconi, que se han vuelto tanto más populares cuanto más criticados han sido. Pocos dirigentes pueden presumir de ser tan incorrectos como el político italiano y haber gobernado un país durante tanto tiempo.

Pero el espacio por excelencia de los chicos malos es la televisión, que los utiliza en sus espacios de noticias, en la telerrealidad y en los debates televisivos. Hay incluso cadenas, caso de Tele 5, que han basado su éxito comercial en dar espacio a este tipo de personajes. Y no se frenan: ni siquiera el rechazo público de la entrevista a la madre del Cuco parece haberles detenido.

Para Concepción Cascajosa, profesora de Comunicación audiovisual de la universidad Carlos III, esta afición del espectador por las figuras negativas se extiende a la ficción televisiva, donde se hace muy evidente que estamos viviendo un cambio cultural. “Las figuras que ejemplifican el mal han tenido un enorme atractivo. Recordamos especialmente a esos personajes que nos aterran y al tiempo nos fascinan, y así era ya en la época de los grandes clásicos de la literatura del XIX”. Sin embargo, hay en nuestro tiempo especificidades que nos revelan hasta qué punto las figuras con las que nos identificamos han variado sustancialmente. Como señala Cascajosa,  “desde los años 50 hasta los 80 los protagonistas de las series eran personas de orden que abogaban por la estabilidad social, mientras que en los 90 comienzan a aparecer asesinos en serie, policías que no son buenos policías, gente que va contra el sistema o que no acepta en absoluto las normas. Y ese gusto por las figuras antagónicas se ha generalizado hasta llegar al consumo masivo”.

Personas auténticas en un mundo falso

Ese es también el modelo que ha cuajado en la telerrealidad, género cuyos creadores han tenido bien claro desde sus inicios que un buen malo es el que hace caja. Tales programas “siempre se han definido a través de ese personaje que es un maleducado, que dice cosas impertinentes o que es capaz de hacer lo contrario de lo que se supone que debe hacer, como aquel concursante al que llamaban El Yoyas”.

La identificación con esta clase de personajes tiene que ver con las exigencias de los tiempos. Se trata de celebrities que son valoradas porque son capaces de ser ellas mismas en un mundo cínico; mientras los demás tratan de disimular, escondiéndose bajo una máscara de hipocresía, ellos no quieren seguir el juego del fingimiento y pagan el precio de ser sinceros. O eso es lo que argumentan sus seguidores.

Esa franqueza también les ha sido útil a deportistas como Mourinho o a  políticos como Louise Mensch. Y no es el único caso. Como señala Antoni Gutiérrez-Rubí, asesor de comunicación y autor de La política vigilada (Ed. UOC), se trata de cualidades muy apreciadas por los ciudadanos, quienes piensan que “la vida pública y la política están regidas por la doble moral, de modo que cuando alguien hace un ejercicio de transparencia, aun cuando lo que deje ver no sea edificante, obtiene premio”.

Y ello siempre que este ejercicio se realice de forma humilde, cuando se reconozca que se han cometido errores y se formule sin intención de engañar. Pero “si se cae en la exhibición, si lo que se dice y se piensa no lleva a la humildad, sino que se actúa sin control y sin restricción, los ciudadanos le van a sancionar seguro”.

Pero quizá algo esté cambiando, también en ese terreno. Hay gobernantes, como Putin o Berlusconi, entre otros, que han hecho de la desinhibición y de la desfachatez una marca de fábrica que les fue políticamente rentable.

Burlarse de la ley

Según Cascajosa, estos elementos sólo pueden interpretarse a partir de las culturas en las que se insertan tales dirigentes. “Rusia siempre ha tenido una base patriarcal e Italia ha sido un país sexualizado, por lo que sus políticos aprovechan esas características culturales en su provecho”. Para Gutiérrez-Rubí, en el caso berlusconiano se dieron cita elementos singulares, como son “su dominio del espacio mediático, ya que es propietario de los medios de información italianos, la profunda naturaleza machista y misógina de esa sociedad y la enorme legitimación de la que goza en aquel país el burlarse de la ley. No en vano,  el 30% de su economía es economía sumergida”.

Sin embargo, hay elementos en el triunfo de estos dirigentes que exceden de la cultura del país que gobiernan. Para Gutiérrez Rubí, “hay algo en ellos de atracción por el éxito fácil que es estimulante para muchos sectores de nuestra sociedad que consideran que el éxito debe tener una dosis de impunidad adicional”. En cierto modo, subraya, son una señal de que “perdonamos al que triunfa si hace lo que no debe y castigamos excesivamente al fracasado”.

La cuestión es si la cada vez mayor presencia de este tipo de personajes poco ejemplares influye de verdad en nuestros comportamientos. Para Diego Martínez Martín Hirsel, psicólogo coordinador de Aula joven, no se puede dar una respuesta definitiva, pero “parece claro que todas las personas incorporan a su repertorio de creencias y aquello que les conviene, dependiendo de los valores que cada cual detenta.  El mismo comportamiento va a ser interpretado según las ideas que cada uno tenga”.

En todo caso, no se puede negar el atractivo que estas figuras públicas negativas tienen para el ciudadano medio. Según Diego Martínez, “es como cuando vamos por la autovía y hay un choque. Nos paramos a mirar ya que hay algo que nos atrae. Hay algo de peligro, algo de abismo en ello. Con estos accidentes andantes nos ocurre lo mismo”.

Louise Mensch, escritora, joven, atractiva, esposa del manager de grupos como Metallica y Red Hot Chili Peppers, es una emergente parlamentaria del partido conservador británico. Cuando se hizo público que había sido una consumidora de droga dura, emitió una nota de prensa en la que afirmaba que era altamente probable que tales acusaciones fuesen ciertas y que hubo muchos incidentes de esa clase en el pasado. Aquella nota, que parecía el fin de la carrera política de Mensch, terminó por aumentar enormemente su popularidad: el electorado valoró forma muy positiva la honestidad de la parlamentaria.