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Qué hacer en Madeira, la isla portuguesa para disfrutar de la naturaleza
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Qué hacer en Madeira, la isla portuguesa para disfrutar de la naturaleza

A pesar de que esta isla pueda identificarse con la playa, sus visitantes disfrutarán sobre todo de gran variedad de opciones de turismo activo en plena naturaleza

Foto: Farol da Ponta de São Lourenço, la zona más oriental de Madeira
Farol da Ponta de São Lourenço, la zona más oriental de Madeira

Durante muchos años, el complejo aeropuerto de Madeira solo permitía a la aerolínea portuguesa TAP utilizar sus pistas: eran tan cortas que cualquier fallo podía resultar fatal y era mejor confiarlo a una compañía que conociera a la perfección sus medidas. Ahora, después de la renovación que amplió la zona de despegue y aterrizaje, esta isla portuguesa ha eliminado la restricción y opera con más empresas aeronáuticas. Buenas noticias, pues, para los que se animan a viajar a una región donde la naturaleza cobra su máxima expresión.

Una de las curiosidades que más sorprende a los turistas que vuelan hasta ella es la ruptura con la creencia de que Madeira es un destino de playa. Si bien es cierto que su condición de isla la vincula indefectiblemente con el mar, en realidad la costa que bordea su territorio está plagada de desfiladeros que parecen conducir al cielo cuando se contemplan sus hermosas vistas. Para bañarse será necesario hacer uso de los ascensores que los hoteles habilitan para superar el desnivel desde lo alto del acantilado hasta el nivel del mar y, después, se podrá disfrutar del océano Atlántico descendiendo por las plataformas artificiales que se han levantado sobre el agua.

Sin duda, una experiencia de lo más original para los que creían que lo habían visto todo en cuanto a playas se refiere. Para los más tradicionales, la visita a la cercana isla de Porto Santo hará las delicias de los aficionados al mar: en este lugar, a tan solo una hora en barco, sí existe un litoral natural apto para el baño con unos paisajes de ensueño. Además, en Porto Santo también se pueden encontrar unas fantásticas piscinas naturales de agua salada para completar un viaje pensado para el turismo activo.

Madeira: la mejor amiga del turismo activo

De hecho, Madeira se postula como un destino perfecto para la práctica del turismo activo, pues su temperatura primaveral durante todo el año –entre los 20 y los 25 grados– la convierten en el lugar ideal para realizar actividades al aire libre. A pie o en coche, la naturaleza será la compañera de viaje más esperada. Existen rutas programadas que invitan a conocer la costa norte de la isla poniendo rumbo a las localidades de Porto da Cruz y Sao Jorge, donde se conocerá un molino de agua tradicional y una iglesia parroquial de estilo barroco con un altar barroco dorado muy singular.

Además, los más aventureros disfrutarán de un paseo por las cuevas volcánicas de Sao Vicente, donde se conocerán todos los secretos de la formación de la isla de Madeira hace millones de años. El característico paisaje de la región, cargadísimo de frondosa vegetación, se podrá inmortalizar desde el mirador de Eira do Serrado. Allí, en pleno corazón de la isla, unas impresionantes vistas del valle de las Monjas se divisará a nada menos que 1.095 metros de altura. Tan idílico paisaje es perfecto para los viñedos, por lo que también se visitará una bodega ubicada en el pueblo de pescadores Câmara de Lobos. Después de esa aproximación al vino de Madeira, nada mejor que probar una clásica 'espetada': una receta que ensarta trozos de carne a la parrilla –a veces también lo hacen con pescado– al más puro estilo 'pincho moruno'.

Otros imprescindibles en Madeira

Al ser la ciudad que acoge al aeropuerto de Madeira, Funchal resulta de visita obligada a los turistas que visitan la isla. Además, esta localidad –que puede presumir de ser la primera fundada por los portugueses fuera del continente europeo– ofrece a sus 'invitados' varios puntos de interés como, por ejemplo, un casino; un teleférico; varios museos y un jardín botánico.

También se organizan paseos por senderos naturales para los aficionados a caminar. Si es su caso, no puede dejar pasar la ocasión de conocer Cabo Girao, el lugar donde se encuentran los acantilados más altos de Europa –580 metros que les convierten en los segundos más altos del mundo– a los que se accede subiendo en funicular. Arriba, sentirá que 'vuela' sobre el suelo de cristal del mirador.

Y si lo que le gustan son las experiencias adrenalínicas, la tradicional bajada en cestos desde la montaña hasta Funchal le hará disfrutar como un niño. Conocidos como 'carreiros do monte', esta tradición de Madeira consiste en dejarse empujar cuesta abajo por profesionales de la práctica subido en una especie de trineo. La 'aventura', a toda velocidad, se prolonga durante dos kilómetros de distancia y cientos de metros de desnivel salvados en un recorrido de menos de diez minutos. No ponga freno a sus ansias de viajar y ponga rumbo a Madeira. La isla le está esperando.

Durante muchos años, el complejo aeropuerto de Madeira solo permitía a la aerolínea portuguesa TAP utilizar sus pistas: eran tan cortas que cualquier fallo podía resultar fatal y era mejor confiarlo a una compañía que conociera a la perfección sus medidas. Ahora, después de la renovación que amplió la zona de despegue y aterrizaje, esta isla portuguesa ha eliminado la restricción y opera con más empresas aeronáuticas. Buenas noticias, pues, para los que se animan a viajar a una región donde la naturaleza cobra su máxima expresión.

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