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Poniente está que arde: así ha logrado 'La casa del dragón' convertirse en la serie del año
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Poniente está que arde: así ha logrado 'La casa del dragón' convertirse en la serie del año

Repasamos las múltiples virtudes de la precuela de 'Juego de tronos', una serie que nadie pidió, pero que ha terminado cautivándonos

Foto: Emma D'Arcy es Rhaenyra en 'La casa del dragón'. (HBO)
Emma D'Arcy es Rhaenyra en 'La casa del dragón'. (HBO)

A veces, muy en contadas ocasiones, estirar el chicle da buenos resultados. Cuando HBO anunció la puesta en marcha de la producción de 'La casa del dragón', una precuela de Juego de tronos centrada en la familia Targaryen, muchos nos preguntamos si realmente era necesario recuperar un producto que nos dejó con tan mal sabor de boca tras un final abrupto y fallido. Diez episodios después, es evidente que nos equivocábamos: la serie no estira el chicle sino que lo hace más sabroso, más picante, más placentero.

Con récords de audiencia históricos para HBO —su estreno fue el más visto de la historia de la cadena y el episodio final atrapó a más de 9 millones de espectadores— y la crítica especializada a sus pies, podemos afirmar que 'La casa del dragón' es la gran sorpresa del año y una más que digna sucesora de 'Juego de tronos'. Una ficción con ambiciones propias que nos ha traído de vuelta al Poniente más interesante: el de las intrigas palaciegas y traiciones cocidas a fuego lento.

placeholder Matt Smith y Emma D'Arcy dan vida a Daemon y Rhaenyra. (HBO)
Matt Smith y Emma D'Arcy dan vida a Daemon y Rhaenyra. (HBO)

Basada en la obra 'Fuego y sangre' de George R. R. Martin, la serie de HBO ha conseguido dominar la conversación en las redes sociales e imponerse a 'El señor de los anillos: Los anillos de poder', la gran apuesta de Amazon Prime Video que ha dividido al público, o 'Andor', la nueva aventura de 'Star Wars' en Disney+. ¿Cómo ha conseguido convertirse en la nueva reina de la televisión?

Con un tono más melodramático y pausado que su antecesora, 'La casa del dragón' ha llevado a otra escala los niveles de dramatismo y violencia, con un relato perfectamente construido en torno a la creciente tensión entre dos facciones dentro de los Targaryen, los negros y los verdes. Y es que en tan solo una temporada hemos asistido a todo tipo de escenas perturbadoras: batallas sangrientas, masacres, bullying, niños arrancándose los ojos, cabezas cortadas, partos traumáticos, brutales asesinatos, incestos y hasta fetichismo de pies. Semana a semana, la ficción capitaneada por Miguel Sapochnik y Ryan Condal no ha perdido su capacidad para impactar, asquear y emocionar al mismo tiempo. Poniente está que arde.

placeholder Olivia Cooke como Alicent Hightower. (HBO)
Olivia Cooke como Alicent Hightower. (HBO)

Personajes complejos y un reparto en estado de gracia

Vinimos por los dragones, pero nos quedamos por las personas. Y es que no hay dragones en este mundo, por muy espectaculares e imponentes que resulten, que sustenten un mal guion o un fallido desarrollo de personajes. Es imposible construir con éxito una serie-evento si no se cimenta sobre personajes sólidos y esa es justamente la gran fortaleza de 'La casa del dragón'. Como ya ocurrió con Juego de tronos, la serie de HBO vuelve a deleitarnos con una batería de personajes cautivadores, complejos y cargados de matices, encarnados por un reparto colosal que brilla con la misma intensidad que sus predecesores. Ni siquiera los comentados cambios en el reparto, ocasionados por los saltos temporales en la narración, han obstaculizado que los espectadores continuaran empatizando con los traumas e historias de los protagonistas.

Al igual que en la serie madre, el gran aliciente de esta historia es que ningún personaje es completamente bueno o malo, sino que todos ellos presentan varias capas y lidian con contradicciones. Aunque el público parece haber decidido que los malos de la historia son lod del bando de los verdes, con los Hightower al mando, lo cierto es que entre los negros, liderados por Rhaenyra, también nos encontramos con personajes de dudosa moralidad que cometen actos despreciables.

placeholder Milly Alcock y Emily Carey interpretan a Rhaenyra y Alicent de jóvenes. (HBO)
Milly Alcock y Emily Carey interpretan a Rhaenyra y Alicent de jóvenes. (HBO)

Los negros: los héroes más oscuros

Milly Alcock y Emma D'Arcy dan vida a Rhaenyra Targaryen, la bisabuela de la inolvidable Daenerys (Emilia Clarke), en diferentes etapas vitales. La primogénita del rey y heredera legítima al Trono de Hierro se ha convertido, probablemente, en el personaje mejor construido de la serie e, incluso, de la franquicia. Sobre ella recae la responsabilidad (o más bien la carga) de mantener al reino unido tras la rebelión del bando enemigo. Al igual que Daenerys, la nueva Khaleesi también debe enfrentarse a un mundo dominado por la crueldad de los hombres y si quiere participar en el juego deberá endurecer su carácter y tomar decisiones dolorosas para proteger a su familia.

Otro de los personajes más atractivos del bando de los negros es Daemon Targaryen (un sobresaliente Matt Smith), tío y posterior marido de Rhaenyra, un hombre impulsivo que a pesar de cometer atrocidades como asesinar sin escrúpulos a su primera esposa, ha logrado que el público enloquezca con él. El clásico antihéroe, violento e incluso sádico, pero que protege a los suyos cuando toca y nos muestra su lado más vulnerable. Destacan otras figuras como la princesa Rhaenys (la siempre infalible Eve Best) una gran estratega que ha conseguido mantener su halo de misterio durante toda la temporada hasta que, finalmente, ha tomado partido por un bando.

placeholder Matt Smith se mete en la piel de Daemon Targaryen. (HBO)
Matt Smith se mete en la piel de Daemon Targaryen. (HBO)

Aunque, sin duda, el personaje más memorable es el rey Viserys Targaryen, con un magnífico Paddy Considine que debería ir haciendo hueco en su estantería para colocar su más que probable premio Emmy. El actor británico, muy conocido por su papel en Peaky Blinders, logra dotar al personaje de una humanidad inédita en un universo donde todos parecen haber sucumbido ante la oscuridad y la sed de poder. La secuencia más comentada del octavo episodio, en la que Viserys entra por sorpresa al salón del trono con una máscara dorada que oculta sus heridas, quedará para siempre en nuestra memoria como uno de los momentos más emocionantes de la historia de la televisión moderna.

placeholder Paddy Considine como el decrépito rey Viserys Targaryen. (HBO)
Paddy Considine como el decrépito rey Viserys Targaryen. (HBO)

Los verdes: los villanos más humanos

En el bando opuesto, el de los verdes, nos hemos encontrado con Alicent Hightower (interpretada por Emily Carey en los primeros episodios y por Olivia Cooke en su etapa adulta), la reina consorte y segunda esposa de Viserys, un personaje mucho más ambiguo que la malvada sin matices planteada en el libro. En la serie, la hija de la alimaña de Otto Hightower (un soberbio Rhys Ifans), es manipulada por su padre y empujada a renunciar a sus principios en contra de su voluntad. De esta forma, cuando es consciente de la espiral de corrupción y conspiración en la que está involucrada ya es demasiado tarde. La escena en la que consuela a la doncella a la que acaba de violar su hijo Aegon mientras se muestra amenazante al mismo tiempo refleja a la perfección el carácter de un personaje difícil de etiquetar. Por no hablar de la controvertida escena relacionada con sus pies y el onanismo de Larys Strong (Matthew Needham).

Los vástagos de Alicent se roban todo el protagonismo en los episodios finales. Tras varios saltos temporales, las versiones adulta de los pequeños Targaryen han captado la atención del público por su carácter kamikaze y retorcido. Dos villanos perversos a los que nos encanta odiar pero que no queremos perder de vista. Un brutal Ewan Mitchell da vida a Aemond, un joven sin escrúpulos dispuesto a todo por aniquilar a sus enemigos, responsables de la pérdida de su ojo cuando era un niño.

placeholder Tom Glynn-Carney y Ewan Mitchell son Aegon y Aemond. (HBO)
Tom Glynn-Carney y Ewan Mitchell son Aegon y Aemond. (HBO)

Tom Glynn-Carney interpreta a Aemon II, el rey usurpador, un alcohólico casado con su propia hermana que hace gala de comportamientos repugnantes como la violación de una sirvienta o la financiación de peleas clandestinas entre niños. Un indeseable con demasiado poder, al estilo de Joffrey Baratheon, llamado a convertirse en el personaje más odiado de la pequeña pantalla. Más villanos verdes: el matón de Sir Criston Cole (ojo con el carrerón que le espera a Fabien Frankel) y el metemierdas más asqueroso de los siete reinos, el mencionado Larys Strong, capaz de acabar con la vida de su propia familia en beneficio propio. No caben más miserables por metro cuadrado en esos palacios. Y eso, francamente, nos encanta.

Una superproducción a la altura

La serie es un deleite en todos los sentidos, incluido el de la vista. La construcción de una atmósfera claustrofóbica a través de la luz, unos cuidadísimos decorados, la excelente caracterización de los protagonistas (¡arriba esos pelucones!), el manejo de la tensión a través de los planos y la belleza de los escenarios naturales han remado muy a favor de obra. HBO ha puesto toda la carne en el asador (es decir, el dinero de sus productores) para convertir a su gran apuesta del año en una superproducción a la altura de las altas expectativas del fandom de la saga, aunque a veces haya pecado de oscura.

placeholder Una de las escenas de 'La casa del dragón'. (HBO)
Una de las escenas de 'La casa del dragón'. (HBO)

La temporada ha contado con un presupuesto total de 200 millones de dólares, unos 20 millones por episodio. La cifra supera el presupuesto de la última entrega de 'Juego de tronos', que costó a la cadena estadounidense 15 millones por episodio, y triplica al de la primera temporada, que contó con una inversión de tan solo seis millones por capítulo.

Foto: Robert Aramayo es Elrond en 'Los Anillos de Poder'. (Amazon Studios)

Al margen de pagar las nóminas del extenso reparto y del equipo técnico y creativo, la mayor parte del presupuesto se ha ido en los efectos especiales para dar forma a los múltiples dragones, más realistas de lo que cabría esperar en un producto televisivo, así como en el rodaje en localizaciones exteriores ubicadas en diferentes países. La serie se ha rodado entre Reino Unido, Estados Unidos, Portugal y España (en provincias como Cáceres, Girona o Granada), un despliegue de medios que ha dado como resultado un producto muy vistoso.

placeholder Dos de los dragones de 'La casa del dragón'. (HBO)
Dos de los dragones de 'La casa del dragón'. (HBO)

Un final trágico que anticipa la gran guerra

Una temporada tan redonda solo podía concluir con un final sobrecogedor y, evidentemente, teñido de sangre. Si algo nos ha demostrado George R. R. Martin es que no tiene ningún tipo de reparos a la hora de acabar con sus protagonistas de la forma más despiadada posible. Tras la coronación de Aegon II por parte del bando de los verdes en el noveno episodio, el capítulo final se centra en cómo encajan el golpe los negros, con una Rhaenyra muy dudosa ante la posibilidad de declarar la guerra a su propia familia y un Daemon que lo tiene muchísimo más claro. Antes de ello, la recién proclamada reina negra pierde a la hija que estaba esperando con un doloroso parto prematuro, porque en Poniente las tragedias siempre llegan por partida doble.

El drama definitivo se origina cuando Rhaenyra decide enviar a sus dos hijos mayores, Jacaerys (Harry Collett) y Lucerys Velaryon (Elliot Grihault), a Bastión de Tormentas e Invernalia, respectivamente, para cotejar con qué alianzas cuentan. La cámara únicamente sigue el viaje de Lucerys, el hermano menor y heredero de Marcaderiva, quien vuela a lomos de su dragón, Arrax, con la intención de solicitar el apoyo de Sir Borros Baratheon (Roger Evans) para la contienda bélica que se avecina. Sin embargo, al llegar se encuentra inesperadamente con su pertubado tío Aemond y su dragón, Vhagar, el más grande y monstruoso de los Siete Reinos.

placeholder Lucerys Velaryon (Elliot Grihault) y Rhaenyra Targaryen (Emma D'Arcy). (HBO)
Lucerys Velaryon (Elliot Grihault) y Rhaenyra Targaryen (Emma D'Arcy). (HBO)

Tras una primera disputa, en la que el príncipe tuerto le exige al hijo bastardo de la reina que se arranque un ojo, en compensación por el que le mutiló a él cuando eran niños, finalmente el joven de los negros consigue huir con su dragón. Por poco tiempo. Aemond y Vhagar les persiguen por los cielos y la bestia del Targaryen termina devorando a ambos, en una de las escenas más tensas y terroríficas de la temporada. Cabe destacar que, al contrario de lo narrado en los libros, Aemond no pretende acabar con la vida de su sobrino a propósito, sino que pierde el control de su dragón. Una tragedia involuntaria de consecuencias incalculables. La furiosa mirada de Rhaenyra tras enterarse de la noticia cierra el episodio y nos avisa de que la gran guerra, la Danza de Dragones, ya ha comenzado.

¿Rhaenyra terminará perdiendo el norte y arrasará con todo, al estilo de su bisnieta? ¿Veremos un enfrentamiento directo entre Daemon y Aemond, los dos gallos del corral? Lo descubriremos en la próxima temporada, cuyo rodaje arranca comienzos de 2023 y podremos ver, previsiblemente, en el segundo semestre de 2024. Por el momento, celebremos que Poniente ha vuelto a nuestras pantallas con la fuerza del rugido de un dragón.

A veces, muy en contadas ocasiones, estirar el chicle da buenos resultados. Cuando HBO anunció la puesta en marcha de la producción de 'La casa del dragón', una precuela de Juego de tronos centrada en la familia Targaryen, muchos nos preguntamos si realmente era necesario recuperar un producto que nos dejó con tan mal sabor de boca tras un final abrupto y fallido. Diez episodios después, es evidente que nos equivocábamos: la serie no estira el chicle sino que lo hace más sabroso, más picante, más placentero.

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