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'Los Bridgerton' (Netflix), la deliciosa serie de Shonda Rhimes, el mejor regalo de Navidades
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CRÍTICA

'Los Bridgerton' (Netflix), la deliciosa serie de Shonda Rhimes, el mejor regalo de Navidades

La creadora de 'Anatomía de Grey' y 'Cómo defender a un asesino' vuelve con este precioso y entretenido drama de época, al más puro estilo 'Downton Abbey'

Foto: 'Bridgenton' (Netflix)
'Bridgenton' (Netflix)

A veces, una serie llega cuando uno más la necesitamos. Tras este año devastador, repleto de penurias, encierros, muertos, escaladas, desescaladas y unas inciertas Navidades, hacía más falta que nunca 'Los Bridgerton', el delicioso drama de época que acaba de aterrizar en Netflix. Se trata de una gran serie que derrocha sentido y sensibilidad, ingenio, humor, malicia, sexo, sensualidad y un universo de mágicos personajes, sobre todo femeninos, involucrados en los más descarados, adictivos y anacrónicos culebrones de la alta sociedad inglesa del siglo XVIII.

'Los Bridgerton' es el primer trabajo de prestigiosa la guionista y 'showrunner' Shonda Rhimes para Netflix, tras su sonado fichaje hace ya tres años. Tras exitosas ficciones como 'Anatomía de Grey', 'Scandal' o 'Cómo defender a un asesino', regresa por todo lo alto, adaptando la primera de las ocho novelas del mismo título de la escritora norteamericana Julia Quinn. Los astros o los millones sobre la mesa se han confabulado para que el talento de una y otra se fundan en una serie que promete hacer mucho ruido, aunque a buen seguro también habrá, como siempre, quién no esté conforme con la adaptación de la famosa saga.

placeholder Imagen de la serie 'Los Bridgerton'. (Netflix)
Imagen de la serie 'Los Bridgerton'. (Netflix)

El mercadeo matrimonial

'Los Bridgerton' describe con buena ironía el mercadeo matrimonial que rodeaba el Londres de la Regencia, a primeros del siglo XVIII. Cuenta cómo las adineradas familias del lugar tienen solo dos preocupaciones: una, encontrar un marido rico para sus hijas; y, dos, no salir malparados en alguna de las mordaces crónicas sociales, firmadas bajo seudónimo por una tal Lady Whistledown -a la que presta su voz Julie Andrews- y que todo el mundo lee. Nadie conoce su identidad, que no es revelada, hasta el último episodio.

placeholder Imagen de 'Los Bridgerton'. (Netflix)
Imagen de 'Los Bridgerton'. (Netflix)

En medio de este escenario, Dafne, la hija mayor en edad de merecer de los Bridgerton, una acaudalada familia numerosa formada por nueve hermanos y su madre viuda, se resiste a casarse por conveniencia y no por amor, hasta que se cruza en su camino el apuesto duque Simon Hastings.

La tórrida historia de amor y sexo que pronto surge entre ambos no se libra de tormentosas dificultades y obstáculos para salir adelante. Alrededor de ellos se tejen otras potentes historias independientes, pero interconectadas con la principal, que no hacen sino enriquecer la serie, algo muy frecuente en todos los trabajos de Shonda Rhimes.

"Es la perfecta parodia de esa alta sociedad tan cursi como encorsetada"

A este culebrón no le falta nada

Además de ese romanticismo cursi de la época, del que tan bien se ocupa la serie, 'Los Bridgerton' está llena de anacronismos y vivencias escandalosas, tan divertidos como poco propios de esa época: la reina y parte de su corte son negros; los hombres practican deportes tan violentos y de hoy en día como el boxeo; las damas, a espaldas de sus maridos, fuman y se lo beben todo; e incluso hay quien opta por peculiares prácticas sexuales. Todo vale y nada chirría en ese lujoso Londres colorista y sin niebla, entregado al placer y la perversión. A este culebrón no le falta de nada.

placeholder Imagen promocional de 'Los Bridgerton'. (Netflix)
Imagen promocional de 'Los Bridgerton'. (Netflix)

La química entre la pareja protagonista, Simon Basset (Regé-Jean Page) y Daphne Bridgerton ( Phoebe Dynevor), se palpa en cada una de las secuencias que comparten, pero sobre todo en la cama. Las abundantes y ardientes escenas de alto voltaje entre la pareja, sobradamente justificadas por guion, resultan del todo imprescindibles para entender la historia. 'Los Brigderton' no sería lo mismo sin el sexo tan carnal, exquisitamente acompañado de una perfecta música y unos bellísimos planos en los parajes más celestiales.

La serie cuida al máximo, además, sus imponentes localizaciones, esos majestuosos palacios que esconden impresionantes salones, donde tienen lugar los mejores bailes, aquellos en los que las jóvenes de alta alcurnia, perfectamente ataviadas, no dan un paso en falso, mientras buscan a su acaudalado esposo. Todo en lo nuevo de Shonda Rhimes es bonito, delicado, elegante y divertido.

placeholder Imagen de la serie 'Los Bridgerton'. (Netflix)
Imagen de la serie 'Los Bridgerton'. (Netflix)

En la serie de Shonda Rhimes hay también tiempo para la crítica feminista hacia la cosificación de la mujer. Denuncia con ironía el mercadeo que sufrían todas esas jóvenes, a las que sus hurañas madres, ansiosas por cazar fortunas, ponían a la venta del mejor postor. Lo importante y prioritario era 'firmar' suculentos contratos matrimoniales, en los que el amor y el dinero estaban con demasiada frecuencia altamente reñidos.

Y más allá de aquellos férreos muros de los suntuosos palacios y las lujosas mansiones, 'Los Bridgerton' da voz también a otra realidad, la de muchas mujeres solas y sin 'clase', ni marido, que se ganaban la vida cómo podían o cómo sabían. Todas, unas y otras, sufrían el machismo imperante en la época. Y es que, por desgracia, para muchos de aquellos respetables caballeros en aquella vida del siglo XVIII o eras cortesana o eras puta.

A veces, una serie llega cuando uno más la necesitamos. Tras este año devastador, repleto de penurias, encierros, muertos, escaladas, desescaladas y unas inciertas Navidades, hacía más falta que nunca 'Los Bridgerton', el delicioso drama de época que acaba de aterrizar en Netflix. Se trata de una gran serie que derrocha sentido y sensibilidad, ingenio, humor, malicia, sexo, sensualidad y un universo de mágicos personajes, sobre todo femeninos, involucrados en los más descarados, adictivos y anacrónicos culebrones de la alta sociedad inglesa del siglo XVIII.

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