'De la vida al plato' (Amazon): 8 grandes chefs se 'desnudan'... aparcando sus recetas

Hasta hace no demasiado tiempo, el hombre solo entraba en la cocina durante la mili, los domingos cuando, orgulloso, se enfundaba en el mandil y rodeado por los mejores ingredientes y utensilios, se hacía dueño y señor del único plato que sabía hacer, esa paella con la que alardeaba ante amigos y familiares, y poco más. Los fogones desde siempre, habían sido territorio de la mujer, por aquel imperante machismo heredado desde bien antaño, y porque, en verdad, todos los secretos y trucos que rodeaban al arte culinario, pasaban de receta en receta y de generación en generación, única y exclusivamente de madres a hijas.

Nada ha sido fácil hasta llegar donde están. Mucho esfuerzo, trabajo, éxitos y fracasos detrás de las vidas de las estrellas de la alta cocina española

Era otra época, otra España. Llegaron los años sesenta y la incorporación de la mujer al mundo laboral. Ellas cambiaron el delantal y las cacerolas por los libros y las máquinas de escribir, mientras ellos se hacían fuertes, poco a poco, en la alta cocina. Aupados por grandes del oficio en el País Vasco, curtidos cocineros formados en las más prestigiosas escuelas y empapados a la vez de los conocimientos heredados de la sabiduría matriarcal dentro y fuera de la cocina, escalaron rápidamente posiciones, sembrando, a la par, el firmamento de la península ibérica de las más codiciadas estrellas, las anheladas estrellas Michelin. España se convertía desde entonces en referente de grandes chefs a nivel mundial.

No es un programa de cocina

'De la vida al plato' la serie de ocho episodios estrenada este viernes en Amazon y producida por Unicorn Content y Mediterráneo, reúne a ocho de estos grandes chefs de la cocina española, al frente de establecimientos en primera línea de la gastronomía mundial como El Corral de la Morería (Madrid), Echaurren (La Rioja), Noor (Córdoba), Casa Solla (Pontevedra), Ricard Camarena (Valencia), Lera (Zamora), Etxebarri (Vizcaya) o El Celler de Can Roca (Girona). No es un programa de cocina, no se confundan. La receta del éxito de este 'docushow' no está entre rodillos, cuchillos o sartenes, sino en cómo cuenta y desarrolla la vida de sus protagonistas. Ejerce de maestro de ceremonias, visitando cada uno de esos emblemáticos locales, el actor Juan Echanove.

En primera persona Bittor Arginzoniz, los hermanos Roca, Pepe Solla o Ricard Camarena entre otros, se 'desnudan' y confiesan a cámara, lo duro del camino recorrido desde sus comienzos. Un camino lleno de esfuerzo y tesón, de valentía y arrojo, de éxitos y fracasos, de sonrisas, pero también de lágrimas por esa pasión, convertida en su forma de vida... Tras escucharlos, uno constata lo que ya sabía; que la cocina es todo un arte, y que lo que estos hombres hacen, no es cocinar sino crear, sentir y amar a través de la buena mesa. Cada frase que pronuncian, cada plato que elaboran, y cada plano de la serie, rebosa sabiduría... y buena literatura.

Las madres y esposas de los grandes chefs tienen mucho que decir en la serie y es que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer

El sexo femenino tiene mucho que decir en la serie. Y es que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer. Sus esposas, pero sobre todo y afortunadamente sus madres, toman la palabra y sus apariciones son tan valiosas y sabias, o más que las de sus hijos. Unas madres abnegadas trabajadoras de la postguerra que, en la cocina de los restaurantes familiares, alternaban los guisos y potajes con el cuidado entre fogones de esos vástagos, convertidos hoy en reconocidos chefs. Pocas veces el amor incondicional madre e hijo, y viceversa, estuvo tan presente y tan patente como en 'De la vida al plato'. Y pocas veces, tal cúmulo de excelsos recuerdos y anécdotas dio para tanto.

Un ejercicio de sinceridad

No es necesario ser un fanático de la cocina para devorar 'De la vida al plato'. Es posible incluso, que ni siquiera le suenen todos los nombres de los grandes de las estrellas Michelin que en ella aparecen. O que no le gusten por igual todos los episodios. No importa. Disfrútela porque suma un ejercicio de sinceridad narrativa y belleza visual exquisito, con una factura impecable, que cuida al máximo, hasta el más mínimo detalle. Si hubiera que ponerle un pero, ese sería sin duda Juan Echanove, que poco o nada aporta a esta historia.