Antonio Naranjo deja por los suelos a un invitado, con Sonsoles Ónega viéndose obligada a intervenir: "Avalo su presencia"

¿Podemos revivir a los muertos? Esta fue una de las cuestiones que más tiempo ocupó este jueves, 18 de abril, en Y ahora, Sonsoles, donde se quiso invitar tanto a José Luis Cordeiro, experto en criónica y longevidad, como a una mujer que había ordenado congelar el cerebro de su marido para poder traerlo de vuelta a la vida cuando la tecnología lo permita.

El ingeniero, autor de un destacado libro sobre criopreservación, expuso en el plató de Antena 3 cómo funciona esta práctica que cuesta desde los 15.000 euros por congelar solo el cerebro hasta los 200.000 euros que conllevaría preservar el cuerpo entero. Cordeiro puso ejemplos de cómo esto ya se está llevando a cabo a pequeña escala con embriones y óvulos, o con órganos de pequeños animales, los cuales vuelven a funcionar tras ser trasplantados.

Sin embargo, ni su esperanzador y optimista testimonio, ni los presagios de que en 20 o 30 años la ciencia habrá avanzado tanto que volver a la vida será posible convencían, en absoluto, a Antonio Naranjo. Escuchados los dos relatos, la postura del periodista era clara, aunque al principio trató de tirar de sorna para no tirar por tierra directamente el trabajo del equipo al haber traído a este experto: "Menudo negocio, yo ya veo las ofertas: criogeniza tres cerebros y te regalamos un cuerpo. ¡Venga hombre!".

Este ácido comentario no sentaba nada bien a José Luis, como ya apreciaba Sonsoles, advirtiéndole de su enfado. Naranjo no tardaría en descubrirlo, ya que este se revolvía en su asiento: "Oye, tu nivel intelectual es bajísimo, perdóname que te lo diga". "Y usted me parece a mí un vendedor de crecepelo", le espetaba Naranjo, sin cortarse en absoluto.

"Oye, no, Antonio, no", trataba de frenarle la presentadora, pero la tensión ya había estallado entre colaborador e invitado: "Esto no solo lo hacemos voluntariamente, sino que estamos pagando para hacer esto. Yo dono todos los derechos de mi libro, que es un best seller mundial en doce idiomas y siete ediciones", decía Cordeiro, tratando de defenderse, sin demasiado éxito.

"Pero tiene a gente a la que se le han muerto sus seres queridos vendiéndole la moto de que si paga 12.000 euros o 200.000 euros les pueden revivir", le arrojaba Antonio, muy rotundo. "Tú no has escuchado, lo estamos pagando nosotros", se limitaba a decir el invitado, algo que chocaba con su exposición anterior en el propio programa.

"Sí, le he escuchado, y precisamente como le he escuchado le digo que esto. La gente que nos vea y esté desesperada y piense que podía haber salvado a su ser querido, pero no tiene dinero, seguro que entiende perfectamente lo que le estoy diciendo. La ciencia no corrobora nada de lo que usted ha dicho, solo la posibilidad de congelar un cerebro, no de devolverle la vida a nadie, ni de implantarle en un cuerpo artificial; y mucho menos en el cuerpo de otro ser humano que se ha muerto en unas circunstancias probablemente trágicas y que su fin no puede ser donarle lo que le queda a un rico", sostuvo muy vehemente Naranjo, dejando por los suelos al invitado.

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"Si usted no lo entiende, me parece muy bien, pero se lo voy a decir las veces que haga falta", aseveró con contundencia Antonio, con Cordeiro recriminándole tener "un conocimiento primitivo de la ciencia y de los avances". "Y usted solo es ingeniero, no es médico y no es científico, solo es ingeniero", remató el colaborador, dejando sin argumentos al invitado.

Sonsoles se veía entonces obligad a intervenir, con la intención de rebajar los ánimos y defender la idoneidad del testimonio: "No quiero que discutáis. En cualquier caso, yo sí avalo la presencia del señor Cordeira hoy aquí, al que hemos invitado con mucho gusto para que nos explique un asunto del que queremos conocer más, en tanto que es una opción que existe al alcance del ser humano, más allá del asunto económico. Yo sí quiero escucharlo en este programa y le agradezco mucho que haya venido", concluyó, dando por finalizado este bloque temático tras el fuerte choque vivido.