Carlos Sobera se siente obligado a salir en defensa de un soltero asiático por el prejuicio de su cita en 'First Dates'

Ying es un electricista chino que vive en Las Palmas de Gran Canaria. El soltero acudió a First Dates en busca de una mujer con la que romper su mala suerte en el amor. Nada más llegar al restaurante, el asiático afirmó que en su gimnasio lo comparan con Bruce Lee e incluso bromeó con su nombre. Ying también destacó que se siente más identificado con la cultura española que con la de su país de origen.

"Llevo 23 años en España, prácticamente ya soy español. De España me gusta su gente, su cultura y una filosofía que encaja mucho conmigo", reconoció el chino, que vivió con gran entusiasmo poder hablar con Carlos Sobera. El programa de Cuatro le concertó a Ying una cita con Ana, una agente inmobiliaria de Tenerife a la que le gustan los hombres asiáticos.

Sin embargo, la soltera empezó su cita con mal pie. Antes de que Ying comenzase a hablar, Ana dio por hecho que el comensal era de Japón. Ante esto, Carlos Sobera intervino en la conversación: "Vamos a empezar de nuevo porque, si le dices que es de Japón, tenemos un problema. Es español y, en todo caso, originario de China. Lleva 23 años en las Islas Canarias", le dijo el presentador a la canaria.

Ana intentó justificar su error, alegando que "puedes confundirlo con un japonés". Carlos Sobera tiró del humor que le caracteriza y volvió a corregir a la soltera: "No, me vas a perdonar. Esto es como confundir a uno de Bilbao con uno de San Sebastián. ¡Vamos, hombre!". Le espetó el comunicador a la canaria. Una vez pasado este momento, los solteros pasaron a una mesa para conocerse mejor.

Al principio de la cena, Ana se disculpó con Ying por su fallo: "Antes te había dicho que eras de Japón porque a mí me gusta mucho Japón", alegó la soltera, reconociendo que le gustan los japoneses porque son "educados, limpios, muy trabajadores". "A mí me gusta mucho Asía, pero si me das a elegir entre China o Japón, me quedo con Japón", declaró la canaria.

Aunque aquí no terminaron los prejuicios de Ana. Antes de que Ying revelase en qué trabaja, la canaria asumió que el asiático se dedica al comercio. "No, soy electricista", le cortó el comensal. Finalmente, e independientemente a todos estos errores, a Ying no le gustó nada el físico de Ana: "La esperaba más alta, más delgada y más cuidada", sentenció el electricista, que acabó rechazando a la canaria.