Adriana Abenia: "Mentí sobre mi despido de 'Sálvame' para protegerlos"

Adriana Abenia es uno de esos rostros televisivos inusitados por su naturalidad, autenticidad y energía. Saltó a la fama en el año 2010 gracias a su papel de reportera dicharachera en Sálvame, haciéndose 'amiga' de la reina doña Letizia Ortiz en actos públicos y una persona de 'confianza' de políticos y personajes relevantes. Pero de la noche a la mañana desapareció de Telecinco porque no quería encasillarse y necesitaba afrontar nuevos retos. Mentía.

13 años después ha decidido abrirse en canal a través del libro La vida ahora (Vergara - Penguin Random House) y confesar toda la verdad. Más de una década después desvela el mayor engaño de su vida y narra cómo y por qué manipuló un despido inesperado y traumático. Traspié profesional que llegó poco después de sufrir un abuso sexual, tras cubrir un acto real con los por aquel entonces Príncipes de Asturias para el show de La Fábrica de la Tele (productora de Sálvame), un ictus y decidir callárselo.

Con problemas de salud de por medio, viviendo sola en Madrid, sin apoyo profesional, pero siendo una de las caras más conocidas de la pequeña pantalla, Adriana cambió para siempre. A través de la siguiente entrevista exclusiva centrada en su faceta profesional, nos explica algunas cuestiones clave que detalla en su publicación más inesperada. Un libro que ya está a la venta y en el que los episodios más impactantes de su vida están explicados sin edulcorantes. Por fin, gracias a este gesto de valentía, sinceridad y honestidad, se despejan importantes dudas que han sobrevolado sobre su figura durante tanto tiempo.

En primer lugar, Adriana, ¿por qué decides contar tu historia ahora?

Considero que la vida es espacio y tiempo y es precisamente ahora, cuando después de pasar por talleres y haber curado muchas heridas, soy capaz de regresar al pasado. Antes habría sido impensable. De hecho, si soy sincera, nunca pensé que contaría mi historia, pero he conseguido deshacerme de un peso importante y de esas lagunas que tenía en mi vida.

¿Cómo ha sido el proceso de escribirlo?

Dar un salto atrás implica de alguna manera resucitar fantasmas que yo había dejado a un lado. Había continuado con mi vida sin tan siquiera tener en cuenta que aquello había tenido lugar. Tengo la impresión de que vivimos en un continuo jet lag. Vivimos de una forma muy acelerada, a mil revoluciones. Y en mi caso, que extasiada por mi trabajo, resultó venenoso. Dejé de lado muchas cosas y olvidé cuidarme. La salud me frenó en seco.

Ha sido complicado y me lo he llorado a ratos. Lo he escrito en cinco meses y se me solapó con las grabaciones del programa que presento en Telemadrid. Vuelco las herramientas que me han servido para salir del atolladero por si le vale a alguien, sin ser coach, psiquiatra o psicologa, ni pretenderlo. Ojalá y en su momento hubiera podido leerme a mí misma.

¿Todo lo que cuentas en el libro es la realidad de lo que te pasó?

No hay nada ficcionado, pero a ratos he podido suavizar cosas porque no es un libro para abrir heridas, es para cerrarlas. Me sirvo de las personas que estaban a mi alrededor o los programas en los que estaba para contar mi historia, para que la persona que está intentando descifrarme pueda entender qué está pasando por mi cabeza y por qué hacía ciertas cosas.

Sobre el abuso sexual: "Decido callarme porque considero que si desvelo lo que me ha sucedido nadie va a querer contratarme"

Evitas hablar de abuso sexual al contar el episodio que viviste en Miranda de Ebro, ¿no usas el término de forma consciente?

Simplemente, narro cómo sucedieron los hechos. Para mí fue terrible lo que pasó en ese pueblo. Si se ha liado tan gorda por un beso, imagínate con lo que cuento en el prólogo... es grave. Fue el detonante de lo que hizo que me convirtiera en una persona completamente diferente. Decido callarme porque considero que si desvelo lo que me ha sucedido nadie va a querer contratarme. Me siento tan frágil, tan vulnerable... siento que en los inicios de mi carrera la confianza que tanta gente tiene depositada en mí, va a desaparecer.

El tiempo lo ha resuelto todo porque puedo viajar al pasado y regresar al presente ilesa, pero a día de hoy no sé si la mentira conviene más que la verdad. Han transcurrido trece años y puedo sumar éxitos en televisión, pero ¿qué habría pasado si lo hubiera contado? Tejí una mentira para proteger a la productora que me había dado la primera oportunidad en televisión y protegerme a mí, que estaba completamente rota.

Explicas también cómo sufriste un ictus al día siguiente sin utilizar tampoco la palabra concreta...

No menciono con nombre y apellidos lo que me sucede ese día para no generar expectación en torno a aquella noche que cambió mi vida. Quiero que sirva como hilo conductor para entender la dimensión de lo que ocurre después.

Volviendo a cuestiones profesionales, hablas de la complicada relación con Raúl Prieto, director de Sálvame en aquella época, ¿qué pasó con él?

No le gustaba. Consideró mi llegada como una imposición y desde el principio no le gusté, pero no pasa nada. Hay que admitir que no le puedes gustar a todo el mundo. Pero es cierto que me habría sentido más acogida si me hubiesen cuidado más en el programa. Algo que llegó a admitir Jorge Javier en Lecturas. Él sí supo entender mi personaje, me hizo crecer, le hacía gracia... fue una figura muy importante para mí desde el principio e intento no romper ese pequeño vínculo que tengo con él.

Estaba también en dirección Carlota Corredera y dices que con ella bastante bien...

Sí. Siempre ha sido estupenda conmigo. Tiene fama de tener mala hostia, pero fue el mejor abrigo que pude tener en Sálvame desde que llegué. Que por cierto, yo era reportera, pero tenía contrato de colaboradora, algo que la gente no sabía.

"Vasile tuvo el plan maquiavélico de hacerme volver a 'Sálvame"

Y de un día para otro te citan en un despacho y te despiden, ¿qué motivo te dieron?

Que había agotado mi personaje. Fue una reunión complicada porque no nos lo esperábamos. Fui con mi representante por aquel entonces, José Muro (el mismo que el de Jorge Javier), y lo que más me dolió fue que no me dejaran despedirme. Yo le debía a la audiencia un último día. Y a pesar de todo lo feo que pasó, decidí protegerlos a capa y espada porque, al final, me lo habían dado todo. Sálvame me ha ofrecido los mejores y peores momentos de mi vida, pero hay derrotas que hay que celebrar con todo el alma y nunca más volví a sintonizar Telecinco en esa franja.

¿Decidiste mentir sobre tu despido por vergüenza?

No, fue por agradecimiento. Quizá tenía que haber sido más honesta porque muchos proyectos se cayeron por esa mentira. Estaba tan mal que dije que necesitaba afrontar otros retos y evolucionar, una falsedad que de alguna manera tiraba de mí. Mi salud era tan mala, me sentía insegura, sufría ataques de pánico... vivía tan deshumanizada que no quería contar lo que me sucedía y que la gente sintiera pena por mí. Si lo contaba quizá se acababa todo, hubiera tenido que volver a Zaragoza y todo lo que había conseguido no hubiera servido de nada.

A los pocos meses tuviste una reunión con Paolo Vasile, llama la atención que él no supiera lo que pasó realmente...

Se va a enterar ahora por la publicación del libro si se lo mando a Italia [risas]. No, él realmente no sabía nada. Yo comía techo por las noches pensando por qué ya no contaban conmigo, qué es lo que había hecho mal... y de repente me llamó a su despacho y fui sola, no le gustaba que fuéramos con representantes. Él impone mucho y no fui capaz de decirle la verdad. Asumí las consecuencias de lo que pudiera suceder en adelante. El encuentro se tiñó de promesas y tuvo el plan maquiavélico de hacerme volver a través del mismo programa, solo que en su versión nocturna.

¿Entre esas promesas estaba que fueras la presentadora desde la isla en Supervivientes?

Sí, también otro programa en Cuatro. Esta idea estaba entre los deseos de la productora del reality. Habían depositado muchas esperanzas en mí y les defraudé cuando leyeron que me había marchado de Sálvame para no encasillarme. Se creyeron la mentira... De todo se aprende y a mí incluso todo eso me sirvió.

"Habría sido deshonesto y muy poco leal conmigo misma ir a despedir 'Sálvame"

Y de golpe vuelves a Sálvame, pero al Deluxe, sentada en las escaleras como copresentadora...

¿Qué hacía yo allí? Para mi fue salvaje regresar a ese sitio en ese momento de mi vida. No fui ni capaz de enfundarme de nuevo el personaje que tenía... Me sentí como pez fuera del agua. Hice mi función, un fugaz paripé, como describo en el libro, y acabó aquello. Con Óscar Cornejo (uno de los dueños de la productora) seguí manteniendo una relación muy especial porque había sido mi mentor. Alguien en quien confié desde el principio y que siempre será muy importante. Pero me ha dolido a ratos que no estuviera cerca cuando me despidieron o que no me hubiera protegido.

Finalmente, pasas a estar vetada de alguna forma, tal y como narras en La vida ahora, porque ya no apareces nunca más en ese programa, ¿sabes quién tomó esa decisión?

La gente es muy lista y entenderán cómo y por qué me hicieron 'ghosting'. Dejaron de preguntarme, de acercar sus cámaras... quisieron hacer desaparecer lo que un día crearon. Pero no lo consiguieron y los medios siguieron estando ahí. De cierta manera me habéis aupado muchas veces y tengo una relación excepcional con todos vosotros. Sin excepción. Me habéis tratado de forma increíble, algo que no siempre sucede y, desde aquí, me apetece dar las gracias.

Por eso, cuando Sálvame me llamó para despedir y enterrar el programa, habría sido deshonesto y muy poco leal conmigo misma decir que sí tras ver cómo no me han dado visibilidad en todo este tiempo. Y no sabes lo bien que me sentí cuando colgué el teléfono. Aunque me dio pena por todo el equipo que lo ha sacado adelante y porque han acompañado a mucha gente desde hace años, pero ya estaba en decadencia. La audiencia es soberana y siempre decide.

Tras Sálvame cierras etapa y llegas a La Sexta con Así nos va junto a Florentino Fernández, el cual llega a decirte que le decepcionas, ¿por qué?

Flo me llamó y me pidió que me embarcara con él en este nuevo proyecto para 7yAcción, la productora de El hormiguero, y decido cambiar el rumbo. Allí queda Mediaset y no puedo seguir esperando. Y sí, fue al grabar el programa piloto cuando me dijo eso, algo que me dolió profundamente. Para mí era un momento delicado por cómo estaba, además, me enfrentaba a las cámaras sin un personaje en el que refugiarme. Quizá él contaba con la Adriana de Sálvame, alguien más histriónico y loco, pero yo no quería recuperarla, había dejado atrás esa época. Y, jolín, si quieres motivar a tu equipo, tal vez no era la manera más correcta.

El programa también estaba presentado por Anna Simon y tú hablas en el libro de una figura de primer nivel que te lo puso difícil, ¿es ella?

Si no he puesto en el libro su nombre es porque no quiero resaltarlo. Para mí es agua pasada y en la vida es importante perdonar. No te voy a decir si es ella o no, pero me hubiera gustado que entre esa persona y yo hubiera habido más sororidad. Fue muy duro para mí, además, ella sabía que había estado ingresada, que no veía bien... Pude llegar a entenderla más adelante porque todos pasamos por momentos duros que el resto desconoce. Lo importante es que me llegó a pedir perdón y ahí acabó la cuestión.

"Estoy convencida de que mi gran oportunidad a nivel nacional en TV está por llegar"

Concursante de ¡Mira quién baila!, programas en Cuatro, en las televisiones de Aragón y Madrid, pero... ¿sientes que te ha faltado tu gran oportunidad a nivel nacional?

Nunca me ha faltado el trabajo, pero sí creo que me ha faltado esa gran oportunidad a nivel nacional. Algo que estoy convencida que está por llegar. Estoy muy volcada con Callejeando, el programa que presento en Telemadrid y que va muy bien, el libro me está dando muchas alegrías y hay alguna cosita por ahí, por lo tanto, a ver qué pasa [risas].

Después de tantos años en el medio, ¿tienes algún amigo real de la televisión?

La tele es un mundo muy de carton piedra, pero claro que hay gente que merece la pena. Amigos reales de llamarnos en cualquier momento y vernos siempre, no. Yo he conservado a mis amigos de toda la vida, pero sí tengo amistades de confianza como Luján Argüelles, Anne Igartiburu, Roberto Leal o Raúl Gómez, por ponerte algunos ejemplos.

¿Cómo valoras la crisis de audiencia que vive Telecinco?

Todo en la televisión son ciclos. Mira Antena 3, que la llamaban la cadena triste y está ahora en lo más alto. O Televisión Española, que está haciendo las cosas realmente bien. Telecinco volverá a recuperarse, pero creo que deben darle una vuelta a los cambios que están haciendo. Tal vez la televisión por la que estaban apostando hasta hace poco deberían reconsiderarla. Me encantaría formar parte de ese proyecto de reestructuración. Hasta me atrevería a presentar Supervivientes desde Honduras, ya que en su momento no pudo ser [risas].

"Ya no soy tan competitiva ni tengo tantas aspiraciones como antes"

Eres también una persona influyente en el mundo de las redes sociales, ¿te consideras influencer?

No me gusta esa etiqueta, pero asumo que ejerzo esa figura. Un influencer nace de la nada, que también tiene su mérito, pero yo soy una presentadora que viene de la tele. En las redes sociales pagan muchas veces mejor que en la tele. Ser madre me dio mucha credibilidad de cara a las marcas. Estas empresas están interesadas en que alguien como yo muestre sus servicios. Pongo mucha pasión y me entrego en todo lo que grabo, pero no estoy involucrada en la gestión económica y delego. Este otro trabajo me da la opción de elegir lo que hago y no hago en televisión.

Estaría todo el día charlando contigo, pero para finalizar, ¿tienes algún objetivo o alguna meta marcada a nivel profesional?

Ya no soy tan competitiva ni tengo tantas aspiraciones como antes. Quiero que la vida me sorprenda y voy cogiendo las cosas conforme se van sucediendo. Creo que ahora ese es el secreto de mi éxito. Estoy en un momento magnífico de mi vida porque sigo las pautas médicas y porque he aprendido a cuidarme. Lo primero soy yo. Con salud puedes empezar una y mil veces, pero sin ella, no.