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Ni España ni Croacia: soy fan de Eurovisión y esta es la canción que debería ganar la final 2024
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¿QUIÉN LEVANTARÁ EL MICRÓFONO DE CRISTAL?

Ni España ni Croacia: soy fan de Eurovisión y esta es la canción que debería ganar la final 2024

Como eurofan, y vistas las 26 actuaciones de los países que participarán en la final de Eurovisión 2024 este sábado, 11 de mayo, esta es mi clara favorita... y no es ni España ni Croacia

Foto: Ni España ni Croacia: soy fan de Eurovisión y esta es la canción que debería ganar la final 2024 (EFE/EPA/Ida Marie Odgaard)
Ni España ni Croacia: soy fan de Eurovisión y esta es la canción que debería ganar la final 2024 (EFE/EPA/Ida Marie Odgaard)

La máxima de la UER de querer mantener Eurovisión como un certamen blanco y apolítico es prácticamente imposible. Hablo, claro está, del visto bueno a la participación de Israel en la edición de este año que está empañando, sin necesidad, el desarrollo del festival. La política siempre ha existido en Eurovisión. Basta con ver las votaciones que, año tras año, dejan entrever la cercanía entre fronteras y los vínculos históricos entre países, así como las rencillas del pasado.

La organización ha decidido, erróneamente, no vetar la actuación del país hebreo, a pesar del genocidio que su ejército está perpetrando sobre los civiles en la Franja de Gaza. Lo tenía fácil. Solo hace dos años de la prohibición impuesta a Rusia tras la invasión de Ucrania. Un gesto (político) aplaudido por los eurofans de todo el mundo, que además premiaron a la exrepública federada con la victoria moral del año 2022. De lo contrario, Chanel se habría llevado el micrófono de cristal con su temazo SloMo.

Foto: Netta, Eden Golan y Dana Internacional. (EFE, HaKokhav HaBa y UER)

Asumido esto, lo cierto es que Hurricane, la canción que defiende la jovencísima Eden Golan, que sufrió lo indecible en su actuación durante la segunda semifinal por los abucheos del público del Malmö Arena, es de lo más eurovisiva y engancha. Buena voz, un vestido vaporoso y bien de ventiladores hacen que esta propuesta, más allá de la política, ocupe un puesto destacado en la tabla y, de no haber boicot, podría colarse en el top 5 con mucha facilidad e, incluso, arañar la victoria si cuenta con el apoyo de la población hebrea repartida por todo el mundo.

Croacia, la favorita

Volviendo al concurso, y vistas todas las actuaciones, hay canciones muy destacables. Croacia, con Baby Lasagna y su Rim Tim Tagi Dim, ha pegado muy fuerte desde el principio y parte como la favorita para hacerse con la victoria en la 68ª edición del Festival de Eurovisión. Aunque no enseña nada nuevo, este trabalenguas resulta muy potente pero termina siendo algo cansino una vez escuchado el primer minuto de su letra algo machacona. Eso sí, el directo es estruendoso y atronador. Se da un aire a la potente Cha Cha Cha que Finlandia presentó el año pasado y que pudimos disfrutar de nuevo el jueves durante la segunda semifinal con Käärijä al micrófono.

Irlanda, con una satánica Bambie Thug defendiendo Doomsday Blue, me parece la propuesta más arriesgada e innovadora que he visto en años en Eurovisión. El primer visionado me impresionó bastante, a partes iguales entre el “me gusta” y el “me horroriza”. Un tema loquísimo con una puesta en escena de lo más excéntrica y un directo muy rompedor. Logrará un buen puesto, pero dudo que el país gaélico obtenga su octava victoria en el certamen.

Con fuerza pisa este año Ucrania. Su Teresa & María, a manos de la rapera Alyona Alyona y la cantante Jerry Heil despliegan sobre el escenario dos estilos musicales totalmente diferentes, pero que no desentonan en la terna por el triunfo, aunque el mensaje a favor de las mujeres no acaba de entenderse bien. Sin opciones para ganar, pero con posibilidades de estar entre las diez primeras.

Italia, Francia y Suecia: apuesta segura

Angelina Mango con La noia, por Italia, y Slimane con Mon amor, por Francia, llevan muy buenas propuestas. La italiana lleva la cumbia al escenario del Malmö Arena y ha sonado como una de las favoritas por su letra pegadiza. Sin embargo, la canción pierde fuerza en el directo y puede hacerse larga y pesada, algo que la puede penalizar en las votaciones. La balada del francés también opta a lograr una buena posición. Su registro vocal es grandioso y destaca por ser opuestamente diferente al resto de canciones de este año. Estarán en el top 10.

El país anfitrión, Suecia, con los gemelos noruegos Marcus & Martinus como abanderados interpretarán Unforgettable, una canción muy discotequera y contagiosa que vuelve a demostrar que son unos auténticos profesionales en esto de Eurovisión. Reino Unido con Olly Alexander y su Dizzy, lleva el sello eurovisivo en su melodía y también es una apuesta interesante, aunque la voz le tiembla bastante en el directo.

Croacia es la favorita para ganar Eurovisión 2024, aunque Israel puede dar la campanada si obtiene el voto masivo de la comunidad hebrea

Me gusta bastante la canción con la Luxemburgo vuelve al festival después de 31 años de ausencia. El francés con el que Tali defiende Fighter es algo hipnótico y pese a lo pegadizo de la canción, lo cierto es que puede ser una canción que pase totalmente desapercibida, lo mismo que le puede ocurrir a Alemania, Letonia y Portugal, con tres estupendas voces (Isaak, Dons y Iolanda) que brillan con luz propia, pero cuyas canciones no destacan con la misma potencia.

Países Bajos y su gamberra 'Europapa'

En la parte lúdica destacan Finlandia y Países Bajos. La primera, a cargo de Windows95man y su No Rules! lleva una alocada puesta en escena que hará reír a los eurofans con un toque muy festivo, muy bizarro y muy absurdo. La segunda, se convertirá, sin lugar a duda, en un temazo para bailar en cualquier discoteca. Los holandeses han elegido a Joost Klein y su Europapa para sorprender a Europa, y vaya si lo han hecho. Una apuesta happy, actual y muy gamberra.

Las representantes de Austria, Chipre, Eslovenia, Georgia y Grecia traen temas moviditos, de los que gustan a los eurofans. Movimiento de cadera, melenaza y ritmo, mucho ritmo. Entretienen, pero no destacan especialmente. Seguro que alguna logra buena puntuación en la tabla, pero no ganarán. Respecto a las actuaciones de Armenia, Estonia, Lituania, Noruega y Serbia, poco que decir. Más de lo mismo, ni frío ni calor. Sus estilos están demasiado vistos y no aportan gran cosa.

España y Suiza: mi talón de Aquiles

¿Qué decir de España? Pues que ha mejorado mucho la potencia vocal de su cantante, María Bass, que ha demostrado que el trabajo duro tiene su recompensa, con un público totalmente entregado con su polémica Zorra, una propuesta amada y odiada a partes iguales. A mí, me encanta. Y si la audiencia en sus casas responde como en el Malmö Arena, podemos obtener una digna puntuación, pero con España nunca se sabe. El número es brutal, pese a quien le pese. Haber logrado que todos los eurofans coreen al unísono el estribillo de su canción, es ya una victoria más que suficiente para Nebulossa.

Dejo para el final a Suiza que este año presenta The Code, la canción de Nemo. Un tema que me tiene totalmente enganchado y que, para un servidor, es perfecto para alzarse con el micrófono de cristal, si Croacia o Israel lo permiten. La canción del país alpino reúne todo lo necesario en tres minutos. Tiene pop, tiene rap, tiene ópera y tiene drum and bass. Todo un acierto, cuya letra lleva a Europa el mensaje autobiográfico del cantante, que habla de su lucha interior por asumir una identidad de género en la que no se define ni como hombre ni como mujer ¡Los valores de Eurovisión! Mis 12 puntos van para ti, Nemo.

La máxima de la UER de querer mantener Eurovisión como un certamen blanco y apolítico es prácticamente imposible. Hablo, claro está, del visto bueno a la participación de Israel en la edición de este año que está empañando, sin necesidad, el desarrollo del festival. La política siempre ha existido en Eurovisión. Basta con ver las votaciones que, año tras año, dejan entrever la cercanía entre fronteras y los vínculos históricos entre países, así como las rencillas del pasado.

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