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El bombardeo cósmico que puede revelar estancias escondidas en la gran pirámide maya
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El bombardeo cósmico que puede revelar estancias escondidas en la gran pirámide maya

La investigación se basa en un proceso no invasivo que utiliza la radiografía de muones de rayos cósmicos para observar el interior de estructuras de difícil acceso

Foto: Pirámide de Chichén Itzá. (Cortesía)
Pirámide de Chichén Itzá. (Cortesía)

Un equipo de investigadores mexicanos cree que dentro de la pirámide de El Castillo, en el conjunto arqueológico de Chichén Itzá (en Yucatán, México), puede haber escondida una estancia oculta. Para confirmar sus sospechas, los arqueólogos van a echar mano de la radiografía con rayos cósmicos, un método no invasivo y muy efectivo para poder crear imágenes de lo que hay en el interior de la pirámide.

Los científicos llevan tiempo usando muones para descubrir lo que se esconde en el interior de restos arqueológicos sin tener que entrar dentro y arriesgarse a provocar destrozos irreparables. Estas partículas elementales, similares a los electrones, se generan cuando los rayos cósmicos chocan contra las capas superiores de nuestra atmósfera.

Foto: (Inteligencia artificial - Dall-E - Novaceno)

“Los rayos cósmicos que llegan a nuestro planeta desde el universo están compuestos en 90 por ciento por núcleos de hidrógeno (protones)”, asegura Arturo Menchaca Rocha, exdirector del Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y uno de los líderes de la investigación. “Este tipo de radiación posee una energía tal que al bombardear la atmósfera terrestre se producen otras partículas. Inicialmente se trata de los llamados piones, de cuyo rápido decaimiento resultan los muones. Estos últimos son partículas penetrantes que constituyen la radiación de origen cósmico, cargada eléctricamente y más abundante, que incide sobre la superficie terrestre”.

Un ‘escáner’ cósmico

“A muy altas energías, llega uno [muón] por kilómetro cuadrado por año; en cambio, de poca energía hay muchos. De hecho, a nivel del mar, hay un muon atravesando el área de una de nuestras uñas cada minuto”, explica Edmundo García Solís, profesor de la Universidad Estatal de Chicago y el otro responsable de la investigación junto a Menchaca Rocha.

A diferencia de otras partículas los muones se pueden detectar y contar en un área concreta por unidades de tiempo y de energía. Los arqueólogos los usan para bombardear con ellos los objetos que quieren analizar y ver el número de muones que los atraviesan de forma natural. Con ello pueden determinar la densidad de la estructura interna de una construcción que en muchas ocasiones es inaccesible por otros métodos.

Si al realizar el conteo en la pirámide se encuentra una irregularidad, dicen los investigadores, es porque hay un cambio de densidad en la estructura del edificio. Menos materia significa que hay una cámara o un hueco, aseguran.

Esta técnica se llama muografía y es la base del proyecto internacional Arqueometría No Invasiva Mediante Muones (NAUM) que el año pasado ya consiguió obtener una imagen nítida de un pasillo de 9 metros en el interior de la Gran Pirámide de Guiza, en Egipto.

La respuesta llegará en verano

Según explica la nota de prensa de la UNAM, el equipo de investigación ya ha visitado en cuatro ocasiones Chichen Itzá y ha escaneado la pirámide de Kukulkán (otro de los nombres de El Castillo) mediante láser para conocer sus dimensiones y obtener su imagen exacta. Además, se ha medido la densidad de sus materiales y se ha probado el tamaño del detector en los túneles con ayuda de una maqueta.

Los detectores son unos rectángulos de un metro de largo por 80 centímetros ancho y un metro de alto que está colocado en un soporte que está inclinado y rota hacia arriba como si fuera un telescopio que se puede orientar en distintas direcciones. El aparato contiene plástico que produce una señal de luz cada vez que lo atraviesa un muon. Esa señal electrónica, dice García Solís, se digitaliza y se convierte en números que se guardan en un ordenador y se mandan por internet a las universidades participantes para su análisis.

“Planeamos poner dos detectores; uno en cada túnel sería lo ideal, aunque es necesario apuntalar uno de ellos, que colapsó cuando fue excavado en el pasado por los arqueólogos”, añade el investigador. El instrumento se conforma de tres planos elaborados de barras triangulares, de forma que cada muon pase por tres puntos que definen una recta y muestran la dirección de la señal.

Según Menchaca, es más importante medir tres puntos que dos, porque así se gana resolución espacial sin importar si una de las tres señales es más pequeña porque una partícula cósmica ha pasado rozando a uno de los planos. Una vez que el equipo llegue al yacimiento arqueológico, la radiografía de El Castillo, tardará aproximadamente seis meses en completarse.

Un equipo de investigadores mexicanos cree que dentro de la pirámide de El Castillo, en el conjunto arqueológico de Chichén Itzá (en Yucatán, México), puede haber escondida una estancia oculta. Para confirmar sus sospechas, los arqueólogos van a echar mano de la radiografía con rayos cósmicos, un método no invasivo y muy efectivo para poder crear imágenes de lo que hay en el interior de la pirámide.

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