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Las autonomías se quedan sin sitios para aislar casos: "Necesitamos dónde llevarlos ya"
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sin 'arcas de Noé' tras el estado de alarma

Las autonomías se quedan sin sitios para aislar casos: "Necesitamos dónde llevarlos ya"

El 42% de la población admite no poder guardar una cuarentena si fuera necesario y no hay un lugar donde llevarlos: las CCAA se han quedado sin los centros que tenían durante el estado de alarma

Foto: María, graduada en Medicina, trabajó en el hotel medicalizado Colón, en Madrid, en marzo. (EFE)
María, graduada en Medicina, trabajó en el hotel medicalizado Colón, en Madrid, en marzo. (EFE)
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"Cada día le pregunto a mi gente: 'oye, ¿está listo el arca de Noé?' Y me dicen: 'ya casi'. Al día siguiente pregunto otra vez y lo mismo. Así llevamos semanas. Estamos rastreando contactos y a la vez gestionando esto, y no te puedes imaginar lo complejo que es". María Dolores Chirlaque, jefa de vigilancia epidemiológica de Murcia, explica así el malabarismo al que se ven abocados sobre un asunto que preocupa, y mucho, a los epidemiólogos. Cada vez más personas admiten que no podrían ponerse en cuarentena durante 14 días si fuera necesario. Y el problema es que las infraestructuras de las comunidades para facilitarles un lugar de aislamiento, conocidas como 'arcas de Noé' —hoteles, albergues, residencias de estudiantes...—, no están listas. "Al día siguiente de terminarse el estado de alarma dejaron de estar disponibles", dice Chirlaque. Igual que Murcia, que acaba de confinar Totana, otras regiones viven una situación similar que añade riesgo extra en plena oleada de rebrotes. ¿De qué sirve rastrear contactos si los casos sospechosos identificados no se pueden poner en cuarentena?

El 42% de la población en España reconoce que no podría aislarse en caso de ser diagnosticado positivo en coronavirus. Son datos del covid-19 Impact Survey, una encuesta 'online' a más de 260.000 personas en toda España. Las cifras, recopiladas por la científica de datos Nuria Oliver, que asesora al Gobierno de la Comunidad Valenciana, apuntan a que un 38% de los encuestados no podrían ponerse en cuarentena por tener que estar al cuidado de hijos u otras personas, pero hay más motivos.

Foto: Los Mossos d'Escuadra hacen controles a la entrada de Soses (Lleida), uno de los pueblos afectados por el confinamiento por rebrotes de covid-19. (EFE)

Muchas personas aseguran que les sería psicológicamente imposible afrontar un confinamiento de 14 días, otros temen el estigma que eso supondría y para otros hay razones económicas detrás —miedo a perder el trabajo o imposibilidad de pedir baja médica—. Se aprecia también que, semana tras semana, más gente admite no poder llevar a cabo una cuarentena si fuera necesario: frente al 40% que lo reconocía a finales de abril, un 50% asegura a comienzos de julio que no podría. Las cifras, según los epidemiólogos consultados, son un reflejo de la realidad a pie de calle a la que los gobiernos regionales están prestando poca atención.

"La mayor parte de comunidades autónomas han cerrado los centros que tenían destinados para este fin, para aislar no solo a infectados leves, también a casos sospechosos, y esto vuelve a ser ahora urgente. País Vasco, por ejemplo, desmanteló todo. Necesitamos sitios a los que llevar a estas personas y los necesitamos ya", explica un técnico de Salud Pública que pide mantener el anonimato para evitar problemas laborales.

El Gobierno central hizo un amago de elaborar un plan nacional en este frente a comienzos de abril. El presidente Pedro Sánchez pidió a las comunidades detallar una lista de infraestructuras "públicas y privadas" que sirvieran para acoger infectados que no necesitasen hospitalización. La portavoz del Ministerio de Sanidad, María José Sierra, llegó incluso a calificar estas instalaciones de "esenciales" durante la desescalada. Se trataba de las denominadas 'arcas de Noé', lugares de aislamiento para pacientes leves, una estrategia que China usó de forma masiva en Wuhan en febrero, durante el pico de la epidemia destinando 16 de sus 34 hospitales solo a esta finalidad.

El amago del Gobierno en abril se quedó en nada: las comunidades elaboraron las listas, las enviaron a Sanidad, pero no se lanzó un plan específico desde el Ejecutivo para impulsar su uso durante el estado de alarma ni después del mismo. "Nosotros llegamos a detallar hasta 1.260 camas en toda Castilla y León entre hoteles, residencias de estudiantes, centros del Imserso y otras instalaciones. Al final se usaron muy pocas y todo se quedó ahí", explica Ignacio Rosell, epidemiólogo asesor del gobierno de Castilla y León. Tras el 21 de junio, cada uno de esos centros dejó de estar disponible y ahora las CCAA se ven en la situación de tener que volver a gestionar todos los permisos para asegurar espacio con la diferencia de que ahora, sin estado de alarma, es mucho más complejo.

"Hay trámites legales y administrativos detrás que están retrasando su puesta en marcha otra vez. La mayoría de hoteles se han borrado o imponían unas condiciones económicas inasumibles. Y luego está todo lo relacionado con dotar los centros una vez consigues los permisos: desinfección, vigilancia, 'catering', equipos médicos por si los casos sospechosos positivizan. La previsión era que los rebrotes no iban a evolucionar tan rápido, pero están aumentando mucho más de lo que esperábamos. Necesitamos ya las 'arcas de Noé', son indispensables, pero el proceso está costando mucho", explica María Dolores Chirlaque. En el primer rebrote en Totana en junio, Murcia improvisó una residencia de la federación española de voleibol para aislar a los infectados y sus contactos. Era importante porque los casos se dieron entre temporeros, muchos de los cuales compartían pisos con un grupo numeroso de personas y el aislamiento domiciliario era una quimera.

placeholder Personal sanitario se comunica en marzo a través de un 'walkie' con la recepción del hotel Sarriá (Barcelona), que alojó a 150 pacientes de covid durante la primera oleada de la epidemia. (EFE)
Personal sanitario se comunica en marzo a través de un 'walkie' con la recepción del hotel Sarriá (Barcelona), que alojó a 150 pacientes de covid durante la primera oleada de la epidemia. (EFE)

Los rastreadores de contactos y los médicos de atención primaria son los que detectan quién podría aislarse con garantías y quién no durante las encuestas epidemiológicas pero, de nuevo, hay agujeros. "La encuesta estándar no incluye muchos factores, no te pide preguntar cuántos metros cuadrados tiene tu casa, cuántas habitaciones o cuántos convivientes. Si no haces tú esas preguntas, esa labor social de entender bien el entorno del paciente, se van a escapar casos", explica un técnico de Salud Pública consultado.

La previsión era que los rebrotes no iban a evolucionar tan rápido, pero están aumentando mucho más de lo que esperábamos

Una vez se identifica a los infectados o casos sospechosos que admiten no poder aislarse con garantías, llega el paso más complejo: convencerlos de que se trasladen a un centro de aislamiento... si es que está disponible. Las comunidades autónomas que aún no han podido liberar de nuevo estas instalaciones, están optando por ingresar directamente a estos casos. Es posible ahora, que aún hay pocos casos en comparación con la primera oleada, pero puede que deje de serlo en unas semanas. "Desde hace 15 días, todos los casos positivos confirmados, si no pueden aislarse, los ingresamos. El otro día tuvimos 22 positivos y los ingresamos a todos. De esos 22, solo 6 necesitaban de verdad una cama. El resto, los ingresamos solo por motivos sociales, sabíamos que si se iban a casa no podrían guardar la cuarentena e iban a infectar a más gente", reconoce Chirlaque.

Otras CCAA, como Cataluña, están en una situación similar. "No me consta que dispongamos ahora mismo de estos espacios para aislar gente. De momento el sistema sanitario tiene disponibilidad de espacio, pero si aumenta la necesidad de cuarentenas esto generará un estrés importante", explica Pere Godoy, jefe de vigilancia epidemiológica de Lleida y presidente de la Sociedad Española de Epidemiología. Godoy señala además un punto clave de las cuarentenas. "Se ha puesto mucho énfasis en el aislamiento de infectados cuando lo realmente importante es la cuarentena de contactos estrechos. Ahí es cuando de verdad puedes cortar cadenas de transmisión. Cuando detectas a un contagiado ya se han generado esas cadenas, pero en los contactos estrechos aún estás a tiempo".

Los protocolos son claros: cualquier contacto estrecho de una persona infectada debe guardar también cuarentena de 14 días, incluso si la PCR ha sido negativa, ya que pueden positivizarse en los siguientes días y contagiar desde el inicio. Solo si la PCR es negativa tras 10 días de aislamiento es posible suspenderlo. "Si ya es difícil convencer a la gente infectada de que se aísle correctamente, imagina una persona que solo es contacto estrecho, que no tiene ningún síntoma. Yo he llegado a llamar a asintomáticos positivos para pedirles ingresar dos semanas y daban excusas de todo tipo, desde tener que cuidar de sus palomas o regar huertos de tomates. También a gerentes de empresa para decirles que o aprobaban la baja laboral a uno o dos contagiados o se les cerraba toda la empresa. Hasta que les convences no puedes parar", explica Chirlaque.

El estigma que pesa sobre los centros de aislamiento, por creer que son lugares solo destinados a inmigrantes, temporeros o familias con escasos recursos económicos, no ayuda a convencer a la gente de trasladarse a ellos en caso de no poder aislarse en sus domicilios. La historia tampoco juega a favor. Las llamadas 'arcas de Noé' o 'lazaretos' llevan usándose durante siglos. Se han empleado en enfermedades infecciosas como la lepra —denominada antiguamente como 'mal de San Lázaro', de ahí el apodo de 'lazaretos'—, la tuberculosis o la fiebre amarilla. Se solían levantar 'fortalezas sanitarias' cerca de los puertos, como el conocido Lazareto de Mahón (Menorca) de 1793, o el de San Simón, en la Ría de Vigo, de 1842. Y siempre ha pesado sobre ellos esa sombra de guetos insalubres que era mejor no pisar.

"Una de las estrategias que hizo muy bien el País Vasco y hasta cierto punto Madrid durante el pico de la pandemia fue tirar de hoteles. Son establecimientos agradables, fáciles de usar, no tienen las connotaciones asociadas a albergues o centros del Imserso, aumenta mucho la disponibilidad de la gente a aislarse allí", explica un especialista en Salud Pública consultado. "Si me dicen que me tengo que ir 10 días a un NH, ni me lo pienso. Pero la realidad es que ahora los hoteles ya no están disponibles", explica Chirlaque. Con un 42% de población que asegura no poder guardar cuarentena, sin centros de aislamiento disponibles, con casos en ascenso en todo el país y escasez de rastreadores, el cóctel ahora mismo no augura nada bueno para el final del verano.

"Cada día le pregunto a mi gente: 'oye, ¿está listo el arca de Noé?' Y me dicen: 'ya casi'. Al día siguiente pregunto otra vez y lo mismo. Así llevamos semanas. Estamos rastreando contactos y a la vez gestionando esto, y no te puedes imaginar lo complejo que es". María Dolores Chirlaque, jefa de vigilancia epidemiológica de Murcia, explica así el malabarismo al que se ven abocados sobre un asunto que preocupa, y mucho, a los epidemiólogos. Cada vez más personas admiten que no podrían ponerse en cuarentena durante 14 días si fuera necesario. Y el problema es que las infraestructuras de las comunidades para facilitarles un lugar de aislamiento, conocidas como 'arcas de Noé' —hoteles, albergues, residencias de estudiantes...—, no están listas. "Al día siguiente de terminarse el estado de alarma dejaron de estar disponibles", dice Chirlaque. Igual que Murcia, que acaba de confinar Totana, otras regiones viven una situación similar que añade riesgo extra en plena oleada de rebrotes. ¿De qué sirve rastrear contactos si los casos sospechosos identificados no se pueden poner en cuarentena?

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