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Ayuso lleva razón: "Nadie muere por la contaminación". Pero sin ella habría 5.500 madrileños vivos más cada año
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LA POLÍTICA JUEGA CON LA CAUSALIDAD

Ayuso lleva razón: "Nadie muere por la contaminación". Pero sin ella habría 5.500 madrileños vivos más cada año

La presidenta de la Comunidad de Madrid ha dicho que nadie muere por culpa de la contaminación. Técnicamente es cierto, la contaminación no aprieta el gatillo, pero contribuye a la muerte de miles de personas en Madrid

Foto: Una boina de contaminación cubre la ciudad de Madrid, el 10 de marzo del 2017. (Juan Carlos Hidalgo / EFE)
Una boina de contaminación cubre la ciudad de Madrid, el 10 de marzo del 2017. (Juan Carlos Hidalgo / EFE)

Empecemos por echarle un capote a Isabel Díaz Ayuso exponiendo, para que no haya equívocos, la transcripción exacta de lo que dijo y a qué estaba respondiendo la presidenta de la Comunidad de Madrid en aquella entrevista con la SER.

— Tiene que haber un equilibrio entre el que quiere entrar a Madrid y el que quiere vivir en Madrid, en el centro, y no quiere morir contaminado.

— Claro, pero eso evidentemente va a existir. Nadie ha muerto tampoco de esto, es decir, yo no quiero que se cree una alarma de salud pública porque no la hay. Madrid es una de las ciudades con mayor longevidad del mundo, con uno de los mejores sistemas de transporte del mismo y cada vez se están utilizando más renovación de calderas y de vehículos. Lo importante es que cada vez más personas utilicen el transporte público porque voluntariamente así lo quieren [...] Las ciudades cada vez van a estar más destinadas a eso y es evidente que tendremos que estar ahí, pero nadie... no se va a morir la gente, tal y como se expone muchas veces creo que no es real. Evidentemente la contaminación a nadie nos gusta y tendremos que ir atajándola poco a poco.

Foto: Fotografía facilitada por la Comunidad de Madrid de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso. (EFE)

La atribución de la contaminación en las muertes es como aquel chiste en el que un tipo dice frente al féretro de un amigo: "¡Ay, Evaristo, te dije que el tabaco te iba a acabar matando!" Entonces alguien le comenta "pero qué dices, si a Evaristo le ha atropellado un camión" y el amigo dice "sí, pero cuando iba a por tabaco".

Nadie tiene registrada la contaminación del aire como causa de su muerte, pero la relación entre la polución y el agravamiento de muchas enfermedades —hasta provocar la muerte— sí es algo contrastado por muchos estudios científicos. La Organización Mundial de la Salud calcula el número de estas muertes prematuras en 4,2 millones, y estima que la contaminación es particularmente responsable de un 29% de los casos de cáncer de pulmón, un 17% de infecciones respiratorias agudas, un 24% de las muertes por ictus, un 25% de los casos de enfermedad isquémica del corazón y un 43% de todas las muertes y casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica o EPOC.

Es importante señalar, de nuevo, que no hablamos de causalidad directa sino de atribución, dado que la "contaminación" es como denominamos a una mezcla de componentes diversos (óxidos de nitrógeno, material particulado u ozono troposférico) y es imposible determinar con precisión qué culpa tiene cada cual en el agravamiento de una enfermedad respiratoria o cardíaca.

Díaz Ayuso tiene parte de razón en que "nadie ha muerto" por contaminación, pero esta sí que es capaz de agravar el estado de salud de ciudadanos inmunodeprimidos o enfermos hasta mandar a muchos a la tumba. La forma en que funciona está bien estudiada: las partículas que respiramos se incorporan a nuestro torrente sanguíneo. También se conocen bien los límites a partir de los cuales este aire empieza a envenenarnos: 40 microgramos de dióxido de nitrógeno por metro cúbico de aire, que es justo lo que sucede durante los episodios de altas emisiones como el que padeceremos estos días.

Durante 2019 la media en la capital estuvo algo por debajo de ese límite, con 34 microgramos, pero en la década anterior la media se situó en 38 microgramos y hubo años, como 2015 o 2017, en los que se superó el valor límite anual de 40 microgramos.

Algunos estudios realizados exclusivamente sobre la capital de España arrojan los siguientes datos: 5.416 muertes en 2015 por episodios de alta contaminación (la media fue de 42 microgramos de NO2 ese año) además de 3.959 ingresos pediátricos derivados de este problema.

Como suele ocurrir, cuanto más se investiga más efectos de la contaminación aparecen. Justo esta semana investigadores del centro ISGlobal de Barcelona han publicado en 'Jama Network Open' que la mala calidad del aire también incide negativamente en los huesos. "La inhalación de partículas contaminantes podría conducir a la pérdida de masa ósea a través del estrés oxidativo y la inflamación causada por la contaminación del aire", explica Otavio Ranzani, investigador principal del trabajo.

Pongamos que NO habló de Madrid

Este trabajo, llevado a cabo en el sur de la India, muestra que la contaminación afecta notablemente a quienes viven en países en desarrollo, que están aún más expuestos que los españoles al material particulado fino o PM2.5. En concreto, la exposición media de los sujetos del estudio fue de 32,8 microgramos, muy por encima de los 10 microgramos que establece la OMS como valor límite.

Sin embargo este valor es notablemente rebasado también en nuestro país. Un estudio internacional publicado en el 'New England Journal of Medicine' a finales de agosto de 2019 analizaba la calidad del aire en 652 ciudades de todo el mundo y la mortalidad asociada a la misma. Aunque España está lejos de las cantidades registradas en muchas ciudades chinas (con más de 100 microgramos) también sale muy bien en la foto cuando se compara a Madrid (11,36 microgramos) con Atenas (21,12 microgramos), Lisboa (12,75 microgramos) o Berna (19,73 microgramos por metro cúbico de aire).

Empecemos por echarle un capote a Isabel Díaz Ayuso exponiendo, para que no haya equívocos, la transcripción exacta de lo que dijo y a qué estaba respondiendo la presidenta de la Comunidad de Madrid en aquella entrevista con la SER.

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