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No lo llame préstamo para investigar: llámelo subvención encubierta a grandes empresas
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la ayuda puede alcanzar el 50% del préstamo

No lo llame préstamo para investigar: llámelo subvención encubierta a grandes empresas

Los créditos a la innovación están a menudo dirigidos a grandes empresas tecnológicas, químicas o farmacéuticas. Pero ¿cómo de ventajoso es para el Estado concederlos?

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Hace unos días, en un 'coworking' de la Gran Vía, se presentaba un informe titulado 'Interés público en la investigación biomédica' que analizaba por qué, si casi toda la investigación básica sobre medicina se hace en universidades y hospitales públicos, nunca hay forma de saber si ese conocimiento, al ser absorbido por una empresa privada, acaba en un ensayo clínico, en una patente o en el desarrollo de un producto.

"Nos decidimos a hacerlo porque veíamos que había inversión pública en investigación biomédica pero no sabíamos qué pasaba con ella... No hay registros", dice Irene Bernal Carcelén, coautora del estudio y parte de la fundación No Es Sano. "Esa innovación procedente del Estado se invisibiliza".

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, en la reunión de alto nivel sobre cambio climático y transición ecológica organizada en Madrid. (EFE)

Junto a ella estaba Óscar David Sánchez, experto en transferencia de conocimiento y el otro autor del informe. "Las compañías más financiadas por parte del CDTI, por ejemplo, son grandes empresas, en su mayor parte farmacéuticas", admitía Sánchez, "y todas estas transferencias están sujetas a criterios de exclusividad y confidencialidad".

En ese momento, cae en que, claro, precisamente el Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial suele dirigir sus programas de ayudas a empresas tecnológicas o, por lo general, que investigan e innovan. En su mayoría, además, estas ayudas no son subvenciones —entrega dineraria sin contraprestación— sino préstamos ventajosos, que acaban yendo a empresas con solvencia suficiente como para devolverlos. "Por ello, otras empresas más pequeñas o 'startups' no concurren a estas ayudas", resumía Sánchez.

placeholder El presidente del Gobierno mantuvo en Davos un encuentro con el CEO de ArcelorMittal. (EFE)
El presidente del Gobierno mantuvo en Davos un encuentro con el CEO de ArcelorMittal. (EFE)

Analizando más de cerca esos préstamos para investigación, desarrollo e innovación concedidos por esta institución entre febrero de 2015 y diciembre de 2018, es evidente que los mayores perceptores han sido grandes multinacionales, pero no tanto farmacéuticas: ArcelorMittal, la mayor siderúrgica mundial, recibió del CDTI unos 43 millones de euros en préstamos para I+D+i, el grupo almeriense Cosentino recibió 41,2 millones y a continuación encontramos empresas como Universal Farma, BASF, Airbus, M. Torres Diseños Industriales o Laboratorios del Dr. Esteve, que recibieron entre 9,9 y 11 millones de euros en préstamos.

Hasta aquí, todo correcto. Pero la Base de Datos Nacional de Subvenciones incluye también otro apartado, que es la ayuda equivalente a cada préstamo, en otras palabras, la cantidad que la empresa tendría que haber abonado de haber solicitado el préstamo a un banco en lugar de a la Administración pública. Por ejemplo, en el caso de los 43 millones prestados a ArcelorMittal para realizar tareas de investigación industrial, la ayuda equivalente asciende a más de siete millones de euros o un 17% del total del préstamo.

Evidentemente, nada ocurre a coste cero. Para el Estado, conceder estas ayudas a empresas supone incrementar su propia deuda y, con ello, los intereses. De este modo, el "es un préstamo, no una subvención a fondo perdido" se convertiría en realidad en una subvención encubierta ya que, en algunos casos, la ayuda equivalente alcanza casi el 50% del valor del préstamo, como en los casos del dinero público inyectado a multinacionales como Airbus o Renault.

Técnicamente, serían ayudas a fondo medio perdido.

Hace unos días, en un 'coworking' de la Gran Vía, se presentaba un informe titulado 'Interés público en la investigación biomédica' que analizaba por qué, si casi toda la investigación básica sobre medicina se hace en universidades y hospitales públicos, nunca hay forma de saber si ese conocimiento, al ser absorbido por una empresa privada, acaba en un ensayo clínico, en una patente o en el desarrollo de un producto.

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