Fallo épico: el protocolo anticontaminación de Carmena sólo redujo las emisiones un 3%

28 de diciembre de 2016. Un episodio de alta contaminación obliga al Ayuntamiento de Madrid a pasar a la fase 3 del protocolo anti-contaminación. Era la primera vez que el gabinete de Manuela Carmena se veía forzado a aplicar estas medidas de choque: dentro de la M-30 sólo circularían vehículos con matrícula impar y siempre a menos de 70 kilómetros por hora. Además, se mantenía la prohibición de aparcar en zonas del Servicio de Estacionamiento Regulado y la Gran Vía permaneció parcialmente cerrada al tráfico durante aquella Navidad.

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Paloma Esteban

Nunca antes se había llegado a esta situación, pero tres de las estaciones de calidad del aire —Cuatro Caminos, Escuelas Aguirre y Plaza Elíptica— habían registrado concentraciones de óxidos de nitrógeno (NOX) superiores a 250 microgramos por metro cúbico de aire, excediendo el límite de 200 que marca la Organización Mundial de la Salud. El resultado durante aquellos dos días fue una reducción del tráfico del 19%, es decir, uno de cada cinco coches se quedó aparcado. Sin embargo, el protocolo sólo logró reducir las emisiones en un escaso 3,8%, según revela un estudio —pendiente de publicación en una revista científica— al que ha tenido acceso Teknautas.

Roberto San José, de la Universidad Politécnica de Madrid, y sus compañeros se propusieron calcular cuánto se habia logrado realmente en estos dos días de restricciones al tráfico. Para ello, tomaron por un lado los datos oficiales de emisiones y, por el otro, construyeron un modelo informático capaz de simular cuánto se habría emitido en un escenario de 'business as usual', es decir, si no se hubiera aplicado ninguna medida.

"Nos habíamos propuesto hacer un estudio para responder a esta pregunta clave, ¿qué impacto tienen las medidas del Ayuntamiento de Madrid?", explica San José a Teknautas. "Era una ocasión científica estupenda para hacer un trabajo de investigación y estudiar la sensibilidad de los modelos".

El modelo consiste, grosso modo, en tomar los datos antes y después del episodio de contaminación y tratar de reconstruir los niveles de dióxidos de nitrógeno durante esos dos días, 28 y 29 de diciembre de 2016, teniendo en cuenta variables como el viento, la dispersión de contaminantes o las condiciones del tráfico, extraidas de los más de tres mil detectores ubicados en las calles de la capital.

A continuación, procesaron los datos en el Centro de Supercomputación y Visualización de Madrid para obtener sus resultados. El primer día de restricciones, donde sólo se prohibió aparcar en el centro, el tráfico se redujo alrededor del 10% y el día siguiente el 19%. Por su parte, las emisiones rondaron una reducción del 4% aunque alcanzó en algunos momentos una rebaja de hasta el 9%.

"Cuando hicimos este estudio no teníamos ni idea de lo que iba a salir", dice San José, que reconoce que "hay que seguir trabajando en medidas que tengan un impacto más limitado en la vida diaria del ciudadano y sean más eficientes en la reducción de la contaminación, porque una reducción del tráfico del 19% para obtener un 3% menos de emisiones no parece muy eficiente".

Sin embargo, San José admite que el suyo es sólo un estudio, y que dada la complejidad del asunto, "el mismo protocolo aplicado en cualquier otro momento del año podría haber arrojado resultados muy diferentes". Su objetivo, como el de sus compañeros, es simplemente tener un punto de referencia con fundamentos científicos sólidos para compararlo con futuras intervenciones del mismo tipo.