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Los justicieros que persiguen los engaños: "1.300 científicos se retractaron en 2016"
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sacan los colores a los científicos tramposos

Los justicieros que persiguen los engaños: "1.300 científicos se retractaron en 2016"

Ivan Oransky es uno de los fundadores de Retraction Watch, blog que recoge artículos de revistas científicas que se han tenido que retractar, por errores imprevistos o por fraudes

Foto: Algunos científicos manipulan datos o imágenes para conseguir que sus ‘papers’ sean publicados (Fuente: ESO / Flickr)
Algunos científicos manipulan datos o imágenes para conseguir que sus ‘papers’ sean publicados (Fuente: ESO / Flickr)

Se justifican afirmando que la culpa es de un investigador inexperto o de uno extranjero o que una imagen claramente copiada presenta en realidad inapreciables diferencias con la original. Pero por muchas argucias que inventen sus autores, muchos artículos científicos acaban siendo retractados de publicaciones académicas por errores graves, plagio, manipulación de datos o imágenes o porque sus resultados no han podido replicarse.

Aunque las revistas deberían anunciar los casos, que se cuentan por miles cada año, lo cierto es que no siempre lo hacen o bien pasan desapercibidos para el público en general. Conscientes de la situación, los estadounidenses Ivan Oransky y Adam Marcus decidieron allá por el 2010 lanzar una web que recogiera estos incidentes para hacerlos públicos. Así nació el blog Retraction Watch, "una ventana al proceso científico" que aparece citada en un alto porcentaje de las noticias de medios de comunicación que hablan de algún escándalo de esta índole.

Foto: La biblioteca de la Universidad de Leuven, en Bélgica. (iStock)

Si bien comenzaron siendo solo dos, la plantilla actual está formada por cuatro trabajadores a tiempo completo dedicados a encontrar, investigar y escribir sobre retracciones. También los propios lectores les ayudan. Gracias a ellos, cuentan con una red internacional de vigilantes que no dudan en avisar si encuentran algún caso. Y se lo toman muy en serio: "Todas las mañanas mi bandeja de entrada de correo electrónico está llena", cuenta Oransky a Teknautas.

En cuanto a la dificultad para detectar los artículos retractados, el periodista asegura que "todo es fácil de encontrar si sabes dónde buscar". El equipo de Retraction Watch rastrea repositorios de trabajos académicos como PubMed o Web of Science. En teoría, cuando un estudio es eliminado de la literatura científica por sus fallos o por fraude, o recibe correcciones, las publicaciones científicas también deben dar parte de los cambios.

Muchas veces, sin embargo, "debido a que hay algunas editoriales que o bien no saben cómo hacerlo o bien no los notifican adecuadamente, hace falta escarbar un poco para encontrar los casos". Evitar este tipo de situaciones es el objetivo de la base de datos que están construyendo, la mayor hasta la fecha, que este verano contaba con 8.000 retracciones. Un estudio publicado en el 2016 en Arxiv arrojaba una cifra algo más tímida: según su análisis, entre 1980 y 2014 se retractaron 2.659 trabajos, pero advertía que la media anual se ha multiplicado en los últimos años.

placeholder La revisión por pares que pasan los artículos antes de ser publicados no siempre detecta fraudes y errores (Vmenkov / Wikimedia Commons)
La revisión por pares que pasan los artículos antes de ser publicados no siempre detecta fraudes y errores (Vmenkov / Wikimedia Commons)

Aunque todos los que identifican van a parar a ese registro de vergüenzas científicas, no escriben en el blog sobre cada 'paper' eliminado de las publicaciones. Son tan numerosos que sería imposible: solo el año pasado dieron parte de 1.300 en la web, cuatro al día de media.

Una vez descubiertos, llevan a cabo toda una labor de investigación periodística: contactan con los autores, con su universidad, con la revista, algunas veces con la institución que los financia o personas relacionadas de alguna manera con el estudio para averiguar todos los detalles y dar la oportunidad a sus responsables de explicarse.

Claro que no siempre se encuentran con las puertas abiertas ni con investigadores con ganas de colaborar. Como ocurre en cualquier área, no todo el mundo está dispuesto a asumir sus errores, ni por supuesto sus trampas. "Nos critican y no les gusta que hablemos de ello, pero han cometido un fraude o mala praxis", señala el estadounidense.

El descrédito como castigo

A pesar de que el número de retracciones es alto, la mayoría de manipulaciones y fallos pasan desapercibidos y nunca llegan a destaparse. "Los expertos que hacen la revisiones por pares son humanos: tienen un tiempo limitado, no disponen de los datos originales...", justifica Oransky. El azar tiene algo que ver en que solo algunos salgan a la luz, pero también el descaro.

Científicos como el chino Jin Cheng reinciden una y otra vez. La publicación 'Journal of Biological Chemistry' retiró ni más ni menos que 19 artículos suyos después de que el investigador asiático especializado en cáncer pidiera la revisión de tan solo uno de ellos. Un ejemplo algo más reciente es el científico experto en nutrición Brian Wansink, que ya cuenta con cinco retracciones.

Algunos estudios aparecen firmados por investigadores que nunca participaron en el trabajo, y hay otros que hacen afirmaciones o sugerencias como que las manos humanas son obras del "Creador". Sin embargo, uno de los motivos más comunes de retracción es la manipulación de datos e imágenes, como ha ocurrido en varios casos españoles o con un reciente trabajo que vinculaba la vacunas y el autismo.

placeholder Un artículo publicado en la revista 'PLOS ONE' fue retirado el año pasado por su escaso rigor científico (PLOS ONE)
Un artículo publicado en la revista 'PLOS ONE' fue retirado el año pasado por su escaso rigor científico (PLOS ONE)

A pesar de que la simple retirada de un artículo ya representa una suerte de castigo, según Oransky, la imagen y reputación de los autores se ve profundamente dañada una vez el fraude sale a la luz. Desde recibir menos citas hasta sanciones, pasando por la pérdida de financiación y de su puesto, las consecuencias pueden ser múltiples y de diverso grado.

Algunos, incluso, llegan a ir a la cárcel. El anestesiólogo estadounidense Scott Reuben se enfrentó en 2010 a varios meses de prisión después de que más de una veintena de sus estudios fueran retractados de varias publicaciones debido a falseamiento de datos y otros fraudes.

Seleccionar la retracción más llamativa o destacar una sería para Oransky "como elegir entre uno de tus hijos". Sin embargo, recuerda la primera vez que descubrieron la existencia de revisiones por pares falsas hace cinco años, allá por el 2012. Esta estrategia consiste en que alguien, normalmente uno de los autores, se inventa el nombre de un experto o proporciona el de uno real, pero da un correo electrónico falso, de forma que el supuesto investigador siempre les da el visto bueno. Más de un centenar de artículos fueron retractados este verano de la revista 'Tumor Biology' por este motivo.

Oransky recuerda la primera vez que descubrieron la existencia de revisiones por pares falsas, hace cinco años

"Pero el caso que realmente desbordó nuestros servidores fue el del investigador Michael LaCour", recalca refiriéndose a un artículo retirado en el 2015 de la revista 'Science', por irregularidades en su metodología. A partir de unas encuestas inexistentes, el trabajo defendía que una conversación de 20 minutos era suficiente para hacer cambiar de opinión a alguien contrario al matrimonio homosexual.

Afortunadamente, los esfuerzos de Oransky y su equipo no solo se han visto recompensados por la repercusión mediática de los escándalos, sino también por el cambio de actitud de algunas revistas académicas. Por ejemplo, 'Journal of Biological Chemistry' comenzó a incluir información sobre trabajos fraudulentos hace solo un par de años a raíz de las críticas expresadas en Retraction Watch.

Aunque advierte que su objetivo no es convertirse en otro eslabón del ya de por sí largo e intrincado proceso científico, el periodista asegura que continuarán con su labor para que los tramposos no se vayan de rositas.

Se justifican afirmando que la culpa es de un investigador inexperto o de uno extranjero o que una imagen claramente copiada presenta en realidad inapreciables diferencias con la original. Pero por muchas argucias que inventen sus autores, muchos artículos científicos acaban siendo retractados de publicaciones académicas por errores graves, plagio, manipulación de datos o imágenes o porque sus resultados no han podido replicarse.

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