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Del cambio climático a la privatización: los cinco problemas para el agua en España
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Del cambio climático a la privatización: los cinco problemas para el agua en España

Este 22 de marzo es el Día Mundial del Agua, un recurso al que nosotros estamos acostumbrados pero que no está libre de problemas en nuestro país

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Abrir el grifo y que salga agua potable para beberla, lavarse, cocinar o lo que sea. En el primer mundo apenas nos llama la atención lo que en la mayor parte del mundo es todo un lujo. Para 663 millones de personas, conseguir agua es la principal ocupación del día: pasan horas caminando o haciendo cola para llegar a ella.

Foto: Nguyen Tan Loi con su invento. (VietnamNet Bridge)

Para llamar la atención sobre este mundo a dos velocidades en lo que al acceso al agua se refiere, la ONU celebra el 22 de marzo el Día Mundial del Agua. Este año, el día estará orientado a denunciar el desperdicio del agua, y en cómo reducir y reutilizar hasta un 80% del agua que malgastamos en las casas, ciudades, industrias y agricultura "y que fluye de vuelta a la naturaleza, contaminando el medio ambiente y perdiendo nutrientes valiosos".

La mayoría de los españoles tenemos acceso cotidiano y sin complicaciones a agua potable, pero no es un privilegio que podamos dar por sentado. Según un informe del World Resources Institute de verano de 2015, gran parte población española estará expuesta un alto estrés hídrico en 2040.

Además, un documento de la UE editado en 2010 avisaba de que España utiliza cada año más del 20% de sus recursos de agua para el largo plazo (la cifra más alta solo por detrás de Chipre y Bulgaria). Si estas predicciones se cumplen, se deberá a una combinación de varias causas, algunas de las cuales pueden ser revertidas, y otras a las que tendremos que adaptarnos para mitigarlas.

1. El cambio climático

Aumento de las temperaturas y cambios en los patrones de precipitaciones son las principales consecuencias que tendrá el cambio climático a nivel global, y también en España. Enric Vázquez, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua, perteneciente al CSIC, explica que los estudios científicos en este área ya tienen en cuenta los rangos de cambio en los que el consenso científico es mayoritario: un aumento de las temperaturas de entre 2 y 5 grados y reducción en torno al 20-30% en las precipitaciones.

Datos similares se recogen en el Estudio sobre los impactos del cambio climático en los recursos hídricos y las masas de agua elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino en 2012: un aumento de las temperaturas entre 1,5 y 4,8 grados y una reducción de las precipitaciones de entre el 17 y el 28% dependiendo del modelo de cálculo y la década del siglo XXI. Los cambios no serán iguales en toda España: lloverá sensiblemente menos en lugares como Canarias y el suroeste de la península, y se notará menos cambio en Levante. Como consecuencia, también aumentará la evapotranspiración. "Se pronostica una reducción generalizada de recursos hídricos en España, más acentuada conforme avanza el siglo XXI", concluye el informe.

A causa de los previsibles cambios en el clima, el 80% del territorio español está en riesgo de desertificación, según otro informe del Ministerio de Medio Ambiente y recogido por Eldiario.es. Se considera la desertificación como la degradación de la tierra, que pasa a ser árida, subárida o subhúmeda seca, y según esta información, un 20% del suelo español que hoy está a salvo, dejaría de estarlo en los próximos años.

Las zonas susceptibles se amplían: a las regiones ya secas se añadiría la zona norte de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, el valle del Ebro, zonas de Cataluña y la submeseta norte. Las regiones húmedas, que suponían un 39% del territorio entre 1971 y 2000, se quedarán en un 20% a finales de este siglo.

2. La contaminación y sobreexplotación

Aunque los sistemas de depuración de aguas y gestión de los residuos de nuestro país son muy buenos según las palabras del investigador, no se libra de algunos problemas por contaminación. Según un documento del Instituto Geográfico Nacional, "la contaminación de las aguas subterráneas resulta, principalmente, de los vertidos urbanos, de la industria o de la infiltración de los fertilizantes depositados en el suelo, procedentes de la agricultura intensiva, y por las deyecciones del ganado". En ambos casos, los niveles de nitratos pueden llegar a consittuir una amenaza para la salud humana. Otro compuesto significativo para evaluar la calidad de agua es el amonio, que llega hasta ella procedente de las redes de saneamiento.

Según ese documento, las zonas con más focos contaminantes son las que rodean a Madrid, Barcelona y las ciudades industriales de la cornisa cantábrica, así como las regiones ganaderas del Ebro, Andalucía y Castilla y León.

Otro factor relacionado es la explotación irracional de masas de aguas subterráneas por encima de los niveles de recarga, lo que produce la salinización de las aguas, empeora su calidad y altera hábitats naturales como los humedales. En España estos casos se dan sobre todo en el tercio sureste de la Península y en ambos archipiélagos, lugares donde las precipitaciones son menores que el agua que se consume y la solución habitual es recurrir a los acuíferos.

3. Una gestión irregular

El 22 de diciembre de 2000 entraba en vigor la Directiva Marco Europea del Agua, un intento por unificar la legislación y actividades de los países miembros en cuanto al a gestión de sus recursos hídricos. "Una de las indicaciones de esa norma era gestionar las aguas superficiales y las subterráneas de forma integrada, y esto en España no está bien resuelto", explica Vázquez.

Una de las indicaciones de esa norma era gestionar las aguas superficiales y las subterráneas de forma integrada, y esto en España no está bien resuelto

Es una consecuencia del modelo de gestión de los recursos hídricos en nuestro país, dividido en confederaciones hidrográficas correspondientes a las diferentes cuencas. "Cada una tiene sus procedimientos, y el enfoque a esa integración que pide la UE depende de la idiosincrasia de cada una". Esto dificulta la toma de medidas generales para proteger las masas de agua en superficie y subterráneas, así como establecer unos protocolos comunes a seguir en los próximos decenios, que tengan en cuenta el impacto del cambio climático, la concentración de la población y los nuevos sistemas agrícolas entre otros.

Otro punto que señala el experto es la falta de técnicos en estas administraciones con los conocimientos actualizados para diseñar planes de actuación adecuados. "Hay que ponerse al día en la gestión, algo que se ha ido quedando atrás con la crisis entre otros motivos".

4. Los regadíos ineficientes

En España, en torno al 80% del agua que se consume está destinada a la agricultura, y dentro de las explotaciones agrícolas española la eficacia en el uso del agua es muy variada. Según datos del Ministerio de Medio Ambiente, de 2002 a 2014 la superficie regada en España aumentó de 3,36 a 3,6 millones de hectáreas y a pesar de ello la cantidad de agua descendió en un periodo similar de tiempo de 17,68 a 15,83 hectómetros cúblicos.

Vázquez explica que en nuestro país conviven explotaciones agrícolas con un uso del agua altamente eficiente con otras que sufren grandes pérdidas de agua, y el elemento diferenciador está, a sus ojos, muy claro: la capacidad de inversión. "En muchos casos depende de la capacidad de inversión del agricultor para instalar un sistema eficiente y sin pérdidas. Instalaciones muy eficientes y otras que no lo son tanto conviven en las mismas comunidades autónomas o zonas agrícolas, no es una cuestión geográfica".

5. ¿Hace falta privatizar el agua?

Es una cuestión a debate en algunas ciudades españolas, y los defensores de esta opción señalan sus supuestas ventajas en la eficacia de la gestión privada. Vázquez no está de acuerdo en este punto. "Si el argumento es ganar en eficacia, desde luego que no me convence", zanja el investigador, que explica que solo el 15-20% del agua que se utiliza en nuestro país es para el consumo humano, sobre todo en entornos humanos y su gestión es muy eficiente, con pocas pérdidas y escapes. "Privatizar el agua no cambiaría los patrones de consumo porque estos ya están en general bien ajustados. Los motivos, si los hay, serán otros, pero no mejorar la gestión porque ahí hay ya muy poquito que ganar".

Abrir el grifo y que salga agua potable para beberla, lavarse, cocinar o lo que sea. En el primer mundo apenas nos llama la atención lo que en la mayor parte del mundo es todo un lujo. Para 663 millones de personas, conseguir agua es la principal ocupación del día: pasan horas caminando o haciendo cola para llegar a ella.

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