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La mujer que creó el primer coche autónomo español: “Nos decían que estábamos locos”
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ENTREVISTA A TERESA DE PEDRO

La mujer que creó el primer coche autónomo español: “Nos decían que estábamos locos”

Es una de las científicas más destacadas de la historia de nuestro país. Hablamos con ella de inteligencia artificial, robótica y coches autónomos en el evento del Premio Julio Peláez

Foto: La vicepresidenta del CSIC, Elena Cartea; la premiada, Teresa de Pedro; y el presidente de la Fundación Tatiana, Teodoro Sánchez-Ávila. Imagen: cedida.
La vicepresidenta del CSIC, Elena Cartea; la premiada, Teresa de Pedro; y el presidente de la Fundación Tatiana, Teodoro Sánchez-Ávila. Imagen: cedida.

Es probable que ni siquiera te suene su nombre, pero debería hacerlo. Teresa de Pedro (Zamora, 1944) es física y ha trabajado, sobre todo, en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y su curriculum habla por sí sola: estudió una carrera de Ciencias cuando apenas había mujeres haciéndolo, se especializó en robótica, creó el primer coche autónomo desarrollado en España, lo hizo incluso antes que Google, inventó un sistema para predecir la contaminación en Madrid en los años 70…

Se lo reconozca o no la historia, lo cierto es que Teresa De Pedro es uno de los grandes rostros de la ciencia y la tecnología de nuestro país. De hecho, acaba de ser galardonada con el Premio Julio Peláez a Mujeres Pioneras de las Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas, que otorga la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán El Bueno, en el marco de su actividad de apoyo a la investigación científica y a la formación de jóvenes investigadores. Aprovechando esta condecoración, nos sentamos con ella para repasar su carrera y preguntarle por el futuro de tecnologías como la robótica (sí, le hemos preguntado si un robot nos quitará el trabajo).

PREGUNTA. ¿Cómo se siente al recibir este premio?

RESPUESTA. Me siento agradecida y sorprendida, pero también muy intrigada, porque no sé quién ha tenido la iniciativa de rescatar mi currículum ocho años después de haberme jubilado. Esto de verdad que me intriga mucho (ríe).

P. En su momento se especializó en robótica. A día de hoy, es fácil reconocer el potencial de esta tecnología, pero en su momento no lo fue. ¿Qué es lo que le atrajo de la robótica?

R. Una cosa es el interés de la sociedad y del gran público; y otra cosa es el interés que tenemos los investigadores. Nosotros –y hablo en plural porque siempre he trabajado en equipos– tenemos la obligación de estar atentos a las novedades y las posibilidades que nos ofrece la tecnología. Ya habíamos hecho cosas con inteligencia artificial, y los robots estaban ahí. Sobre todo eran robots manipuladores. Cuando España entró en la Unión Europea, hubo una convocatoria de ayudas para hacer proyectos de investigación en robótica. Postulamos a ello y empezar a investigar en robótica dentro de un proyecto de investigación europeo con grupos holandeses, franceses, griegos y alemanes.

Nuestro proyecto consistía en un robot móvil (hasta cierto punto) que circulaba por un carril y llevaba brazo manipulador. El objetivo era inspeccionar tuberías y nuestro grupo hacía el control de los movimientos del brazo manipulador y del robot móvil. Ya habíamos hecho algún trabajo similar en el terreno académico; aquí lo pusimos en práctica. Fue un proyecto muy interesante.

placeholder Teresa de Pedro, nuevo Premio Julio Peláez a Mujeres Pioneras de las Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas. Imagen: cedida.
Teresa de Pedro, nuevo Premio Julio Peláez a Mujeres Pioneras de las Ciencias Físicas, Químicas y Matemáticas. Imagen: cedida.

P. En 2014 formó parte del equipo que desarrolló el primer coche autónomo español. Me intriga cómo sale a la luz ese tipo de proyectos. ¿Cómo se les ocurrió? ¿Encontraron muchas reticencias para llevarlo a cabo?

R. En aquella época, los robots móviles eran muy caros, carísimos, y un coche no eran algo (tan) distinto. Como nuestro instituto del CSIC estaba en las afueras de Madrid y con terreno suficiente, podíamos construir unas pistas, unas carreteras y allí hacer experimentación con un coche. No fue tan fácil convencer a los superiores, porque nos decían que estábamos un poco locos: ‘¿Pero cómo vais a hacer eso?’. Estábamos un poco locos, sí, por eso el nombre del programa, Autopía, un acrónimo de automatización y utopía. Una curiosidad: los vehículos que usamos eran fabricados por Citroen en Vigo y les poníamos nombres de caballos españoles: los primeros fueron Rocinante y Babieca.

P. ¿Ha vuelto a hablar con esa persona que le dijo que estaban locos?

R. Sí (ríe). Me dio la enhorabuena por este premio y me dijo que qué bien que, al final, saliese adelante Autopía.

P. Teniéndola delante y hablando del vehículo autónomo, no me puedo resistir a preguntarle por su presente y su futuro. ¿Los veremos, más pronto que tarde, circulando de manera regular?

R. Esta pregunta me la hacen todos. Técnicamente, es posible tenerlos y circular con ellos. Lo que no sé es si es interesante. ¿Para qué va a haber vehículos autónomos en todas partes con personas ociosas sentadas en el vehículo? A lo mejor es matar pulgas a cañonazos.

"Técnicamente, ya es posible tener coches autónomos y circular con ellos. Lo que no sé es si es interesante"

De todos modos, como digo, no es algo difícil. Lo complicado no es el control (solo hay que controlar el volante, el freno y el acelerador), sino considerar todos los parámetros del entorno, tener en cuenta todas las posibilidades. Una persona se puede equivocar conduciendo, pero es flexible y puede rectificar si hay una pelota, un bache… Un programa de ordenador tiene que tener previsto todo esto y eso es muy difícil. En definitiva, yo creo que es posible y cada vez lo será más, pero no lo veo tan interesante.

Ahora bien, hay muchísimas aplicaciones peligrosas o tediosas para las personas en las que la conducción autónoma es posible y deseable. En minería, en agricultura de precisión, en proyectos de obra civil, en situaciones de riesgo... Hay muchísimas situaciones en las que la conducción autónoma liberará de tareas peligrosas a las personas.

placeholder Teodoro Sánchez-Ávila, Elena Cartea y Teresa de Pedro, acompañados de los miembros del jurado del premio. Imagen: cedida.
Teodoro Sánchez-Ávila, Elena Cartea y Teresa de Pedro, acompañados de los miembros del jurado del premio. Imagen: cedida.

P. ¿Puede que el mayor freno para el coche autónomo sea un factor sociológico? Aun teniendo la mejor tecnología del mundo, si un conductor no se fía de ‘convivir’ con un vehículo autónomo, será difícil…

R. Puede ser, pero ese no es un problema de la tecnología, sino de las personas. Todavía hay personas que no se suben en un ascensor…

P. … y no por eso hemos quitado los ascensores.

R. Claro. Hay gente que piensa de esta manera, que desconfía hasta ese extremo de la tecnología, pero tiene un problema. Los sociólogos lo podrán estudiar mejor que yo.

P. Quería detenerme en un proyecto suyo que no vio la luz y que, si no me equivoco, consistía en predecir la contaminación de Madrid en función de las condiciones climatológicas.

R. Eso fue en 1970 o 1971. Hicimos un modelo en el que, conociendo la predicción atmosférica de lo que iba a pasar (presión, temperatura, velocidad del viento, parámetros sociológicos como si era un fin de semana y había más tráfico o menos), predecíamos la contaminación que iba a haber al día siguiente. Lo hacíamos con datos, de manera retrospectiva, porque usábamos los datos que había archivados en el Ayuntamiento de Madrid, tanto meteorológicos como de emisiones de contaminación. Dio resultados muy interesantes.

"Hicimos un modelo en el que predecíamos la contaminación del día siguiente, pero al Ayuntamiento de Madrid no le interesó"

P. ¿Y qué fue de ese proyecto?

R. Lo hicimos en colaboración con técnicos del Ayuntamiento de Madrid, pero en realidad el Ayuntamiento no estaba nada interesado en que se supiera cuáles eran los niveles de contaminación. Se quedó en un trabajo puramente académico. Nos dieron un premio que patrocinaba una empresa muy, muy contaminante, eso sí. O sea, que tuvo cierta repercusión, pero se quedó en algo académico.

Por cierto, recuerdo que aquel premio me lo dio Laureano López Rodó, que era ministro del Desarrollo. Recuerdo que TVE, la única que había en la época, llegó tarde al acto y no grabó la entrega de premios, así que nos hicieron repetir el acto de entrega de premio para que lo pudiera grabar la televisión (ríe).

P. Hemos hablado de robótica, de inteligencia artificial, de tecnología para vehículos autónomos, de predecir la contaminación… Con todos los conocimientos que usted tiene, no me resisto a hacerle la pregunta del millón: ¿nos va a quitar el trabajo un robot?

R. Tiene que haber una época de transición. También una excavadora quitó trabajo, porque antes la tierra se removía con pico y pala. No podemos negarnos a estas cosas; y además creo que es contraproducente para la sociedad estar ciegos ante los avances de la tecnología. Otra cosa es que lo aceptemos todo. Tenemos que tener cuidado con lo que hacemos y no olvidar las consideraciones éticas que pueden tener muchas soluciones robóticas y de inteligencia artificial. Solo tenemos que tenerlos en cuenta, pero los avances están ahí y son beneficiosos, creo yo.

"¿Que si te va a quitar el empleo un robot? También una excavadora quitó trabajo, porque antes la tierra se removía con pico y pala"

P. Teniendo en cuenta que fue una de las primeras mujeres españolas en estudiar robótica, ¿tuvo referentes femeninos en su campo de estudio?

R. Pues no te digo que no hubiera mujeres dedicadas a esto, porque quizá las hubo, pero yo no las conocía. Yo no tuve referentes en ese sentido. Pero, y también tengo que decir que, a pesar de las dificultades y del ambiente –quizá– hostil que había, no lo viví con preocupación, porque siempre he tenido el apoyo de mis compañeros varones.

P. ¿Es consciente de que más pronto que tarde habrá mujeres científicas que hablen de Teresa de Pedro como su referente?

R. Bueno, eso, sinceramente, me cuesta mucho pensarlo, porque, como te dije al principio, para mí este premio ha sido una gran sorpresa y todavía me pregunto por qué me lo han dado (ríe).

Es probable que ni siquiera te suene su nombre, pero debería hacerlo. Teresa de Pedro (Zamora, 1944) es física y ha trabajado, sobre todo, en el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Y su curriculum habla por sí sola: estudió una carrera de Ciencias cuando apenas había mujeres haciéndolo, se especializó en robótica, creó el primer coche autónomo desarrollado en España, lo hizo incluso antes que Google, inventó un sistema para predecir la contaminación en Madrid en los años 70…

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