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Cohetes caseros de 800$ contra misiles de 100.000: el abismo militar entre Israel y Gaza
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La gran guerra asimétrica

Cohetes caseros de 800$ contra misiles de 100.000: el abismo militar entre Israel y Gaza

Israel cuenta con una de las mejores defensas antiaéreas del mundo: desde el Iron Dome, para interceptar cohetes a muy corto alcance, a la posibilidad de tumbar misiles a más de 50 km

Foto: El Iron Dome, en acción nocturna interceptando los cohetes de Hamás. (Reuters)
El Iron Dome, en acción nocturna interceptando los cohetes de Hamás. (Reuters)

Si hay un país en el mundo que está preparado para la guerra, ese es Israel. Lo ha demostrado desde su origen como Estado y lo sigue haciendo en la actual escalada de ataques recíprocos que mantiene en Gaza contra Hamás. Este conflicto es un claro ejemplo de la llamada guerra asimétrica en todo el significado de la palabra. La asimetría es patente en todos los ámbitos, pero especialmente en el frente de la tecnología empleada por cada uno de los contendientes. Es la lucha de los artefactos caseros contra el armamento más puntero del mundo.

Todo un juego de perversas estrategias se une en este conflicto, en el que hay además grandes intereses de terceros países, unos justificando y apoyando las acciones defensivas israelíes y otros facilitando armas y asistencia técnica a Hamás. Ambos se encuentran presos de sus propias estrategias y políticas. Por un lado, Hamás debe mostrarse beligerante, es alentada por todo el movimiento yihadista y sobre todo por Irán, el gran enemigo de Israel. Su propia financiación e incluso su subsistencia se basan en mantener una determinada presión sobre el Estado judío.

Foto: Bombardeo en Gaza. (Reuters)

Por su parte, Israel recibe el apoyo abierto de Estados Unidos y cuenta además con otros aliados que ven en sus respuestas algo justificado ante las continuas provocaciones que llegan del otro lado. Pero, sobre todo, Israel está preso de su propia política de disuasión, según la cual debe responder a cualquier ataque y ninguno de ellos puede quedar impune. Hamás lo sabe y lo utiliza a su favor.

placeholder Lanzadores de cohetes Qassam (probablemente Qassam 2) en Gaza. (IDF)
Lanzadores de cohetes Qassam (probablemente Qassam 2) en Gaza. (IDF)

En el aspecto material y tecnológico, la distancia que separa a ambos contendientes es abismal. Israel es una potencia militar. Hamás, por su parte, cuenta con Irán como proveedor principal, pero su capacidad de recibir armamento es muy limitada, el adiestramiento de su gente es escaso y debe recurrir a material de fabricación autóctona, o, para ser más exactos, fabricación 'casera'.

Cohetes desde Gaza

Hablar de ‘escalada’ sería un término suave para reflejar el estado del conflicto. Las cifras son preocupantes. En lo que va de año, los ataques desde Gaza han sido esporádicos. Tan solo tres cohetes en enero y 37 en abril, pero desde el 10 de mayo se han lanzado más de 3.000, según el ejército israelí. El armamento empleado por la organización palestina es muy variado, pero nada sofisticado. Se trata de cohetes no guiados de diferentes tamaños y de los que se han identificado numerosos tipos.

El empleo de cohetes no guiados responde a un simple problema de coste y ausencia de tecnología. A falta de un ejército regular y de material militar convencional, que sería de inmediato localizado y neutralizado por Israel, no queda otro remedio que utilizar los elementos más baratos y menos sofisticados. Estos son los cohetes no guiados, ya que el sistema de 'navegación' es el que encarece cualquier arma, siendo aún más caro cuanta más precisión se le exige.

placeholder Milicianos de Hamás, junto a cohetes Qassam 4. (Abed Rahim Khatib)
Milicianos de Hamás, junto a cohetes Qassam 4. (Abed Rahim Khatib)

El cohete no guiado carece de cualquier tipo de elemento avanzado, es fácil de conseguir, pues el mercado es enorme y se manejan ingentes cantidades de este tipo de armas, cuyos envíos no son tan fáciles de rastrear como los de armamento de precisión. También son sencillos de fabricar y manejar, ya que solo se les exige que se eleven y que luego caigan, siendo el dónde lo hagan la parte menos importante. Por último, tienen la ventaja de que una vez lanzados, su ubicación deja de tener interés al ser abandonada y de un solo uso.

Se trata de modelos de fabricación autóctona, como la ‘familia’ Qassam, que van desde las pequeñas dimensiones del Qassam 1, con 80 cm de largo, 60 mm de diámetro y un alcance de 3 km, hasta el Qassam 4, con casi 2,5 m de largo, un diámetro de 115 mm, una cabeza de guerra con aproximadamente 10 kg de explosivo y un alcance que podría alcanzar los 30 o 40 km. Estos cohetes, de fabricación casi artesanal, utilizan un sistema de propulsión de combustible sólido a base de mezclar azúcar con nitrato potásico, ambos productos muy fáciles de conseguir en grandes cantidades, lo que da una buena idea del nivel tecnológico en que se mueve Hamás. Las cabezas de guerra suelen estar compuestas por explosivo convencional más una carga de fragmentación a base de bolas de rodamiento e incluso tornillería y chatarra.

Irán, el principal proveedor

Junto a los de fabricación propia, en los que también hay ‘asesoramiento’ externo, se están usando diversos tipos de cohetes no guiados de origen militar y, digamos, de ‘importación’. Tal es el caso, por ejemplo, del Grad o el Fajr-5. El primero, BM-21 en denominación rusa y Arash en la iraní, es el típico cohete de sistema móvil de origen soviético, copiado por China, a su vez adquirido y replicado por Irán y enviado a Gaza. Son los herederos de los famosos Katiusha de la Segunda Guerra Mundial, baratos y muy extendidos por medio mundo. Se trata de cohetes de 2,83 m de largo y 122 mm de diámetro, pesan 72 kg y tienen un alcance de unos 20 km.

placeholder El Iron Dome israelí, lanzando un cohete defensivo el pasado 12 de mayo. (Reuters)
El Iron Dome israelí, lanzando un cohete defensivo el pasado 12 de mayo. (Reuters)

El Fajr-5 es un cohete fabricado por Irán, pero de inspiración china, con casi 6,5 m de longitud y 333 mm de diámetro. Pesa 907 kg, con una cabeza de guerra de 175 kg a base de explosivo y camisa de fragmentación, causando daños en un radio de cerca de 500 m. Su alcance es de 180 km, siendo una de las armas más potentes de Hamás, pero a la vez de las de uso más complicado, por su peso y dimensiones. Ambos cohetes (Grad y Fajr) se diseñaron para uso sobre lanzaderas múltiples móviles, aunque Hamás los emplea sobre lanzadores individuales improvisados para evitar su rastreo.

Hablar del coste que representan estos cohetes para Hamás es extremadamente difícil, por no decir imposible. Depende mucho del coste de sus componentes, pagos por asesoramiento y las dificultades inherentes a colocar ese armamento en Gaza, burlando los férreos controles israelíes. Para hacernos una idea, el coste de un cohete Grad en Irán podría rondar los 1.000 dólares, pero ese precio se podría elevar a los 10.000 dólares en Gaza. El coste de uno de los pequeños cohetes Qassam 1, teniendo en cuenta la facilidad de obtención de su combustible, se estima que puede rondar los 800 dólares.

La defensa aérea israelí

Frente a este tipo de lanzamientos indiscriminados (es imposible que los operadores puedan tener idea, ni siquiera aproximada, del punto de impacto), Israel presenta una de las mejores defensas antiaéreas del mundo, establecida en diferentes capas en función de la distancia a la que haya que enfrentar la amenaza. Es una defensa planificada para derribar misiles y preparada para hacer frente a ataques de saturación, como se ha venido viendo en los últimos días.

placeholder Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

La primera capa es la denominada David Sling, encargada del largo alcance, cuenta con radar de detección AESA y misiles de dos etapas denominados Stunner, con guiado radar y electroóptico. Ha sido desarrollado por la israelí Rafael junto a la norteamericana Rytheon. La segunda capa, desde 50 km, es la MR ADS (Medium Range Air Defense System) o Spyder-MR, desarrollada por Rafael junto a Israel Aerospace Industries. Es un sistema móvil que utiliza misiles supersónicos tierra aire Pyton y Derby.

La tercera capa es la SRM ADS (Short Range Mobile Air Defense System) o Spyder-SR, desde 20 km y que utiliza los mismos misiles que la capa superior, pero en versiones de más corto alcance. La última capa, la de muy corto alcance, es la VSRM ADS (Very Short Range Mobile Defense System), más conocida como Iron Dome.

El Iron Dome es el sistema que ha cobrado gran protagonismo en estos días. Se trata de un sofisticado conjunto de equipos diseñado para interceptar desde cohetes a proyectiles de artillería, incluso de pequeño calibre. Su utilización se basa en actuar como ‘defensa de zona’, protegiendo áreas vulnerables o sensibles, que para Israel son sus núcleos urbanos, instalaciones clave y fuerzas militares. Entre sus características, están su capacidad de actuar con climatología adversa, de día o de noche, y ser eficaz ante un ataque de saturación (ataque masivo). También es capaz de predecir el punto de impacto de caída de los proyectiles enemigos e ignorarlos si estos no van a afectar a zonas de interés.

Su funcionamiento se basa en tres elementos que trabajan coordinados. Por un lado, un radar para detección y seguimiento de objetivos (Detection & Tracking Radar) desarrollado por la israelí ELTA. La información del radar llega a un centro de control o BMC (Battle Management & Weapon Control), donde se analiza la información y se toman decisiones de tiro, que se envían a los lanzadores de misiles o MFU (Missile Firing Unit). Todo el sistema es móvil, el BMC tiene el tamaño de un contenedor que va sobre un camión y los lanzadores, normalmente tres o cuatro por batería, situados por delante y próximos a las áreas a proteger, van sobre una estructura fácil de instalar y constan de 20 misiles cada uno.

placeholder Un misil israelí intercepta un cohete lanzado desde Gaza. (Reuters)
Un misil israelí intercepta un cohete lanzado desde Gaza. (Reuters)

Los misiles son los denominados Tamir, con unos 3 m de longitud, 160 mm de diámetro y 90 kg de peso. Disponen de un guiado electroóptico, que capta tanto los focos de calor como cualquier radiación electromagnética, aunque reciben desde tierra actualizaciones de la posición del blanco. Su cabeza de guerra es de fragmentación y cuenta con espoleta de proximidad que, en la última fase de vuelo, evalúa el rumbo del objetivo, lo compara con el propio y detona a la menor distancia calculada.

El sistema ha demostrado una alta eficacia y ha despertado interés incluso en los Estados Unidos, que ha adquirido ya dos unidades para su evaluación. Tampoco es infalible, aunque se dice que, en estos últimos días, en que se ha puesto a prueba en las peores condiciones, su tasa de eficacia ha superado el 90%.

Su gran problema es que se trata de un sistema muy caro. Cada batería supera los 50 millones de dólares y cada misil se estima que cuesta entre 60.000 y 100.000 dólares, pero teniendo en cuenta su sofisticado guiado y prestaciones, hay que pensar que estará mucho más cerca de la segunda cifra. Para interceptar cada cohete de Hamás, se disparan dos misiles, y ese es el abismo tecnológico: gastar 200.000 dólares para destruir un cohete de 800.

Si hay un país en el mundo que está preparado para la guerra, ese es Israel. Lo ha demostrado desde su origen como Estado y lo sigue haciendo en la actual escalada de ataques recíprocos que mantiene en Gaza contra Hamás. Este conflicto es un claro ejemplo de la llamada guerra asimétrica en todo el significado de la palabra. La asimetría es patente en todos los ámbitos, pero especialmente en el frente de la tecnología empleada por cada uno de los contendientes. Es la lucha de los artefactos caseros contra el armamento más puntero del mundo.

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