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El gigante de los muebles 'hipster' va a concurso y deja tirados a miles de clientes
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El gigante de los muebles 'hipster' va a concurso y deja tirados a miles de clientes

Sklum, su rival, compró SuperStudio en marzo y dos meses después solicitó el concurso voluntario de acreedores, con más de 7000 clientes pendientes reclamando sus muebles

Foto: Imagen del escaparate de la tienda de SuperStudio en Barcelona.
Imagen del escaparate de la tienda de SuperStudio en Barcelona.

Si no puedes con el enemigo, únete a él. O cómpralo, reduce a la mitad sus ventas, pide el concurso voluntario de acreedores y, por el camino, deja la marca a la altura del betún con miles de clientes reclamando el dinero pagado por unos muebles comprados hace meses.

SuperStudio y Sklum son los protagonistas de esta tragicomedia en el sector del mueble. Son dos de las empresas que en los últimos años han multiplicado sus ingresos vendiendo sillas, mesas, lámparas y demás muebles ‘cuquis’ imitación de grandes iconos del diseño al calor de la mejora económica y la ‘hipsterización’ de hogares y bares.

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Ahora, cuatro meses después de comprar SuperStudio, los dueños de Sklum han llevado a la firma a concurso voluntario de acreedores, dejando tirados a los más de 7.000 clientes que compraron sus muebles hace semanas o meses.

La operación

SuperStudio es un gigante en el sector. Además de la tienda 'online', cuentan con una física en Barcelona y Madrid y sirven pedidos a diez países en Europa. La facturación ha pasado de 437.000 euros en 2013 a los 26 millones en 2018, un ejercicio en el que “algunas inversiones fallidas” frenaron la facturación después de haber superado los 28 millones un año antes, comentan a El Confidencial fuentes de la empresa.

Los beneficios han seguido la misma senda: de casi 48.500 euros hace seis años a los 643.000 con que cerraron 2017, según las últimas cuentas disponibles en el Registro Mercantil.

En seis años, la facturación de SuperStudio ha pasado de 437.000 euros a los 26 millones

Un gigante… y un caramelo. Después de más de una década levantando la empresa, su fundador, David Morante, vio que en el mercado había interés por SuperStudio. En enero de este año, los dueños de Sklum (firma que arrancó en 2016 y logró facturar casi 6 millones en 2017 y un beneficio de más de 600.000 euros), Roberto Gómez e Isaac Catala, tocaron su puerta.

Direlec, la matriz de Sklum, abrió la posibilidad a un nuevo inversor a finales de 2018 y, entre este empujón financiero y los buenos resultados de sus demás negocios, los valencianos se vieron con músculo para lanzar una oferta sobre su principal rival.

“Las negociaciones empezaron en enero, fueron rápidas, no se realizó ni siquiera un ‘due dilligence’ porque en principio no pretendían comprar toda la sociedad, sino la parte que les interesaba”, explican fuentes conocedoras de la operación a este medio. Lo que querían era el fondo de negocio de la compañía, es decir, la página web -con un tráfico muy superior a la suya-, las bases de datos, etc., y argumentaron que unir sus fuerzas era lo más inteligente en un segmento de mercado cada vez más competitivo y que les obligaba a hacer potentes inversiones en publicidad.

Los dueños de SuperStudio pusieron un precio por la parte que querían comprar y se comprometieron a liquidar la sociedad, encargándose de rescindir los contratos con trabajadores y proveedores que no siguieran trabajando con Sklum. Para realizar esa liquidación presentaron a los dueños de Direlec una estimación de los costes, monto que, al margen de la compraventa, tendrían que asumir también.

La negociación dio entonces un giro y, tras una breve deliberación, Gómez y Catala ofrecieron comprar la compañía al completo y encargarse ellos de la liquidación. Los dueños de SuperStudio aceptaron y la operación se cerró el pasado mes de marzo.

La sorpresa llegó varias semanas después. Lejos de iniciar la liquidación de SuperStudio, presentaron a los trabajadores un plan de negocio que prometía crecimiento aprovechando los puntos fuertes de ambas empresas. No se despediría a nadie y llegaría nuevo talento.

Los nuevos dueños de SuperStudio cambiaron la estrategia de publicidad y la decisión recortó a la mitad los ingresos de la firma

Pero, al tiempo, los nuevos dueños cambiaron la estrategia de publicidad en Google (AdWords) y la decisión recortó a la mitad los más de 2,5 millones que SuperStudio facturaba, limitando la caja disponible para afrontar los diversos gastos como el pago a proveedores y empresas de logística. “Para una empresa de venta 'online' como ésta, el tráfico de pago es clave para sostener los ingresos”, aseguran fuentes cercanas a la firma.

La compañía no estaba para pedir el concurso”, agregan estas fuentes que creen firmemente que los compradores tenían un plan para colapsar el negocio desde dentro y así pedir el concurso, una vía 'barata' para liquidar la compañía.

Los afectados

Irene compró seis sillas para su comedor en febrero. Acaban de mudarse y las opciones de SuperStudio encajaban en estilo y presupuesto. Se gastaron casi 130 euros y, según la confirmación de compra, el plazo de entrega sería en unas 12 semanas. Tres meses para unas sillas que vendrían probablemente de China es un plazo de entrega largo, pero cualquiera que haya comprado un mueble -aunque sea un sofá en El Corte Inglés- sabe que al menos tardará unas semanas en llegar. Muchas veces, en función del color o modelo, la tienda cuenta con ‘stock’ y en una semana el cliente lo tiene en casa. No fue el caso.

En abril reclamaron la primera vez y la respuesta fue que tenían que esperar a junio si no querían optar por otro color. Con rabia, decidieron seguir esperando. En las semanas siguientes Irene, como tantos otros clientes, siguió recibiendo promociones y cupones de descuento. Mientras, los pedidos sin entregar crecían.

El remate llegó en junio cuando los nuevos dueños de SuperStudio decidieron insertar un aviso en forma de ‘pop up’ en su web en el que indicaban que tenían problemas técnicos y, de paso, que habían iniciado un proceso concursal, remitiendo todas las quejas al correo del administrador concursal.

placeholder Captura de pantalla del aviso insertado en su web.
Captura de pantalla del aviso insertado en su web.

A mediados de mayo, los nuevos dueños de SuperStudio solicitaron el concurso voluntario en el Juzgado de lo Mercantil número 3 de Barcelona. La suspensión de pagos se presentó sin pasar por preconcurso, una decisión que solo apuntala las sospechas de que se pretendía el concurso desde la adquisición de la compañía ya que, aunque no lo necesitaba, en preconcurso se podría haber solucionado cualquier problema de liquidez puntual con los acreedores. Según el balance, la compañía tiene un activo de 8 millones y las deudas alcanzan los 6 millones.

El caso de Irene es el de miles de personas. Isabel, Gonzalo o Nuria son otros ejemplos. “Son menos de 300 euros, que no es mucho por ocho sillas, pero quiero recuperar el dinero”, explica a este medio Isabel. Ella, como otros afectados, se inquietó ante los sucesivos retrasos en las entregas hasta que vio el aviso del concurso y se encontró sin la mercancía y sin una vía para reclamar el reembolso.

Otros clientes han logrado que sea el banco el que les devuelva el dinero presentando una denuncia y los justificantes de compra y de reclamación a la empresa. Desde la OCU confirman que ya han recibido una treintena de reclamaciones contra SuperStudio, en Facua aún no hay ninguna ligada al desenlace de la firma de muebles.

Además de los grupos en redes sociales donde entre unos y otros se apoyan y aconsejan cómo solucionar el entuerto, desde Facua recomiendan informar del crédito a la administración concursal, aportando los datos del pedido y los datos personales. El plazo es de un mes desde que se publique en el BOE la declaración de concurso de acreedores, si no se hace esta comunicación, los clientes afectados perderían la condición de crédito ordinario, quedando los últimos en la liquidación de la sociedad.

Si no puedes con el enemigo, únete a él. O cómpralo, reduce a la mitad sus ventas, pide el concurso voluntario de acreedores y, por el camino, deja la marca a la altura del betún con miles de clientes reclamando el dinero pagado por unos muebles comprados hace meses.

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