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Por qué España no está (ni se le espera) en los 25 países más innovadores del mundo
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Al nivel de Turquía o Portugal

Por qué España no está (ni se le espera) en los 25 países más innovadores del mundo

El alto índice de pymes, la tardía industrialización y la falta de atención a la I+D+i son algunas de las causas por las que nuestro país no cuenta con los niveles de innovación que se merece

Foto: España no está entre los 25 países más innovadores del mundo.
España no está entre los 25 países más innovadores del mundo.

Una de las brillantes reflexiones que se le atribuye a Steve Jobs dice que “la innovación es lo que distingue a un líder de los demás”. Una afirmación que, más allá de referirse a un producto estrella o a un jefe con gran reputación, también podría utilizarse para hablar de países. Y en eso, España no aprueba ni de lejos. Según el último ranking en innovación realizado por Bloomberg y que califica el gasto en investigación y desarrollo y la concentración de empresas públicas de alta tecnología, nuestro país se encuentra en el puesto 29 en innovación, justo por detrás de República Checa, Hungría y Malasia. Una posición que no nos deja en buen lugar, pero que tampoco es extremadamente alarmante.

“No debemos preocuparnos tanto en si estamos en un lugar alto o bajo en los rankings de innovación, sino en si esa posición se corresponde con nuestro nivel de desarrollo económico”, precisa a Teknautas José Molero, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid y actual presidente del Foro de Empresas Innovadoras. Por desgracia, ahí tampoco aprobamos: “La posición española en cuanto a su esfuerzo en innovación y sus resultados en innovación está por debajo de lo que hipotéticamente le correspondería dado su nivel de desarrollo económico general”, sentencia.

Foto: Manuel de León, fundador y exdirector del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT).

Las razones de tal desigualdad son múltiples, puesto que engloba a todo el sistema. “Hablamos de muchísimos factores” entre los que se cuentan “con un papel importantísimo las empresas, pero también las instituciones públicas, las instituciones financieras, el sistema educativo…”, detalla el profesor.

Un tejido empresarial atomizado

Según datos de 2017 del Directorio Central de Empresas (DIRCE), en España el 99,87 % de las compañías son pequeñas y medianas, las famosas pymes que tienen entre 0 y 249 asalariados. Sin embargo, yendo más al detalle, nos encontramos con que las microempresas, de 0 a 9 empleados, en España suponen el 95,6% del tejido empresarial.

Para Molero, el tamaño “es un hándicap importantísimo”. Y aunque cree que hay algunas que con esas dimensiones pueden “ser potentes”, “lo normal es que empresas tan pequeñas tengan serias dificultades para abordar la innovación con plenas garantías”, explica. “Muchas empresas pequeñas lo que tienen que trabajar es para pagar la nómina a final de mes y, aunque lo consideren importante, no tienen tiempo ni personal para dedicarse a ello”, razona.

Además del tamaño, Molero añade otra razón estructural: los sectores más propensos a la innovación son reducidos en España. “En nuestra industria los sectores que se clasifican internacionalmente como de alta tecnología, como por ejemplo el instrumental científico, la microelectrónica, los temas aeroespaciales o la farmacia avanzada, tienen un tamaño pequeño en relación con el tamaño que esos mismos sectores tienen en otros países”, explica.

Por contra, “en España en torno a dos tercios de la producción y del empleo está en sectores de tecnología media y baja” y aunque, como precisa Molero, son fundamentales para nuestra economía, sus niveles de innovación no son los mismos que los anteriormente mencionados.

placeholder El tamaño y el sector de nuestras empresas son dos de los factores estructurales que explican la menor inversión en innovación (Fuente: Pexels)
El tamaño y el sector de nuestras empresas son dos de los factores estructurales que explican la menor inversión en innovación (Fuente: Pexels)

También a la estructura empresarial apela Aleix Pons, director de Economía y Finanzas de la Fundación Cotec para la innovación. “El tamaño medio empresarial de nuestras empresas es más reducido y esto perjudica nuestra inversión privada en I+D+i (investigación, desarrollo e innovación)”, afirma Pons. Aun así, no todo tiene que ver con el tamaño, sino que las grandes empresas, de más de 150 empleados, tampoco le prestan la atención necesaria. “En concreto, las empresas españolas de más de 250 trabajadores invierten en I+D+i la mitad que sus homólogas europeas o hasta cuatro veces menos que las empresas alemanas”, detalla.

A todo esto se añade la falta de colaboración entre organizaciones. “Porque hoy en día el conocimiento no está en una empresa, está disperso en el sistema y la forma de poder adquirir lo que no se conoce es colaborar con otros”, apunta Molero. Algo a lo que también se refiere Silvia Leal, doctora en sociología y experta en en innovación y tecnología, como un problema: “El pecado nacional es que no colaboramos lo suficiente”.

Vamos por detrás: la historia y las políticas

“Nuestra economía de hoy es la herencia de lo que hemos sido en el pasado”, recuerda Molero. Como apunta el experto, en España no se puede hablar de una industrialización generalizada hasta mediados del siglo XX, “en algunos casos, casi un siglo después de lo que había ocurrido en los primeros: Reino Unido y Alemania”. En nuestro país el fuerte proteccionismo y el nacionalismo económico hicieron que el desarrollo de la capacidad tecnológica fuera insuficiente, lo cual nos lastró en los avances desde finales del siglo XIX hasta la segunda mitad del siglo XX. “Este retraso es un ‘hándicap’”, apunta Molero. Y aunque “no es un estigma insuperable, hay que desarrollar políticas para superarlo”.

Necesitamos que nuestros trabajadores cobren más, el objetivo de la economía no es especular, es que la gente viva mejor

Un ejemplo lo encontramos en Alemania, que desarrolló una política de largo plazo para alcanzar los niveles del adelantado Reino Unido y convertirse en una potencia a la llegada de la Primera Guerra Mundial. “Lo consiguieron porque se pusieron manos a la obra, si no por la inercia no es fácil que se supere el retraso”.

España ha hecho progresos, admite, pero “todavía no hemos dado esa especie de salto de calidad de ponernos en el grupo de cabeza que es lo que todos desearíamos”. Para Molero eso significa “tener más renta per cápita y que nuestros trabajadores y trabajadoras cobren mejores sueldos” porque, como él mismo reivindica, “el objetivo de la economía no es especular, es que la gente viva mejor”.

placeholder “Sacrificar la innovación para ahorrar costes sería algo así como parar el reloj para detener el tiempo”, aseguran desde la Fundación Cotec (Fuente: MaxPixel)
“Sacrificar la innovación para ahorrar costes sería algo así como parar el reloj para detener el tiempo”, aseguran desde la Fundación Cotec (Fuente: MaxPixel)

Por su parte, Pons también cree que, en parte, nos hemos quedado anclados en el pasado. “Mientras que antes para ser competitivo, para tener liderazgo, era necesario invertir en activos tangibles (es decir, maquinaria, edificios, equipo…), ahora esto no es suficiente; además, para tener este liderazgo en productividad, hay que invertir en activos intangibles” como la I+D+i. Algo en lo que España, como apunta Pons, no es competitiva. Si bien es cierto que con la llegada de la crisis estas inversiones disminuyeron a nivel global, en el caso español la actuación política agrava el panorama.

Según los últimos datos, España sigue sin recuperar niveles de inversión en I+D previos a la crisis (está un 9,1% por debajo). Se debe en gran parte a que “las políticas públicas en materia de I+D+i han sufrido recortes del 30 % de su máximo nivel en el año 2009”. Y todavía hay que añadir todavía algo peor: “En torno a uno de cada dos euros del presupuesto dedicado a I+D+i no se está ejecutando”. Un ejemplo lo encontramos en los impuestos. “A nivel de reducciones fiscales, el apoyo fiscal a la I+D+i empresarial es en España tres veces menos intenso que en Portugal o diez veces menos intenso que en Francia”, afirma Pons.

Además, el experto señala que la situación no tiene visos de ir a mejor. “Tenemos datos hasta noviembre de 2017 y son peores, lo que es especialmente preocupante puesto que en 2016, a mitad de año, hubo un cierre presupuestario para cumplir con los objetivos de déficit público”.

placeholder En España no nos hemos recuperado los niveles de inversión en innovación tras la crisis, mientras la media europea sí lo ha hecho. (Fuente: Cotec)
En España no nos hemos recuperado los niveles de inversión en innovación tras la crisis, mientras la media europea sí lo ha hecho. (Fuente: Cotec)

Desde la Agencia de Certificación en Innovación Española (ACIE) aportan más datos. “En España se generan anualmente casi 1.000 millones de euros de derechos de deducción por actividades de I+D+i en el Impuesto de Sociedades”, apunta su director, Diego López. El objetivo de esta entidad es “evaluar proyectos tecnológicos para, de una forma independiente, determinar si desde el punto de vista fiscal ese proyecto merece la calificación de I+D ó de innovación tecnológica” y así proveer a las empresas con un informe técnico cualificado y con seguridad jurídica para evitar inspecciones de Hacienda.

Los índices, a examen

La metodología de los índices también es un tema de debate entre los expertos. “Los indicadores tradicionales de innovación han estado muy sesgados hacia lo que es la economía de base industrial. Y la industria en nuestra estructura productiva pesa menos que en estas economías centrales de Europa”, explica Pons. Esto es una de las razones que explicaría porque España sale mejor en la foto de la ciencia, siendo la undécima potencia científica del mundo, que en la de la innovación.

Para mejorar las métricas y los estándares internacionales de innovación, la Fundación Cotec participa en el proyecto Eurito de Horizonte 2020 junto con otras tres organizaciones europeas: Nesta (Reino Unido), Danmarks Tekniske Universitet (Dinamarca) y Fraunhofer-Gesellschaft (Alemania).

“El objetivo es trabajar en la nueva generación de indicadores europeos en innovación y hacerlo a partir de las tecnologías disponibles como el ‘big data’”, explica Pons. Para ello, una de sus primeras actuaciones, a principios de abril, será reunirse con responsables públicos en materia de innovación de distintos países europeos con el fin de detectar carencias y necesidades. Además, está previsto que durante los tres años que durará el proyecto se lleven a cabo ocho iniciativas piloto que vayan desde la obtención de datos en tiempo real y en abierto hasta la creación de indicadores mucho más adelantados que los actuales.

placeholder Los responsables del proyecto Eurito en su primera reunión en Londres (Fuente: Cotec)
Los responsables del proyecto Eurito en su primera reunión en Londres (Fuente: Cotec)

Los cambios que se necesitan

La mayoría de los expertos creen que es necesario que la innovación se sitúe en el centro de la estrategia de la política económica en España. Desde Cotec apelan a una política transversal “y no sectorial como se ha entendido durante mucho tiempo”, puntualiza Pons.

Molero también considera que se debe apelar a todo el sistema. Por ejemplo, “no se pueden tener unas empresas fomentando la innovación tecnológica con una mano de obra con contratos miserables. Eso es una contradicción en sus términos. No solo es un problema de justicia social (que, por supuesto, para mí lo es), sino que además no es eficaz para lo que queremos, para la innovación tecnológica”, reivindica. Además serían necesarias medidas en el sistema financiero, ya que “el capital que financia el riesgo en innovación está mucho menos desarrollado que en otros países”, o en el sistema educativo, donde “la situación de muchos centros públicos en innovación y en muchas universidades es preocupante”.

Por su parte, López también llama a una acción global y a largo plazo. “Necesitamos un Pacto de Estado por la Innovación que tenga como objetivo el ‘blindaje’ de políticas públicas que se consideran necesarias para el fomento de la I+D+i, y que, para que tengan efecto, deben prolongarse más allá de una legislatura”, explica.

placeholder La innovación debe ser la base de la estrategia económica de nuestro país, reclaman los expertos (Fuente: Pixabay)
La innovación debe ser la base de la estrategia económica de nuestro país, reclaman los expertos (Fuente: Pixabay)

También en nuestra forma de pensar y actuar se necesitan cambios. “Con honrosas y admirables excepciones, la cultura de los directivos españoles tiene un alto componente de aversión al riesgo y miedo al fracaso”, dice López. “Existe mucha inseguridad sobre que puedas o no hacerlo bien o incluso que hagas el ridículo”, agrega Leal.

Por contra, tenemos cualidades como el “ingenio”, la “flexibilidad” o la “pasión por hacer cosas”. Ahora bien, para Leal, además de políticas públicas que favorezcan la innovación, hace falta más actividades de difusión y divulgación para que cada vez más gente quiera progresar con la tecnología en España. Así, de cara al futuro, podremos subir puestos en esa clasificación que ni siquiera nos cuenta entre los 25 países más innovadores.

Una de las brillantes reflexiones que se le atribuye a Steve Jobs dice que “la innovación es lo que distingue a un líder de los demás”. Una afirmación que, más allá de referirse a un producto estrella o a un jefe con gran reputación, también podría utilizarse para hablar de países. Y en eso, España no aprueba ni de lejos. Según el último ranking en innovación realizado por Bloomberg y que califica el gasto en investigación y desarrollo y la concentración de empresas públicas de alta tecnología, nuestro país se encuentra en el puesto 29 en innovación, justo por detrás de República Checa, Hungría y Malasia. Una posición que no nos deja en buen lugar, pero que tampoco es extremadamente alarmante.

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