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Así funciona un protector solar, según la ciencia (y cuáles deberías usar)
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Así funciona un protector solar, según la ciencia (y cuáles deberías usar)

Los protectores solares contienen un ingrediente vital: los filtros. Estos frenan la acción de los rayos y pueden ser de dos tipos, físicos y químicos. Pero no todos funcionan igual

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“El sol no se toma como un acto voluntario, el sol te da cuando estás al aire libre sin que seas consciente. Por eso hay que protegerse en todo momento”. Ya es verano, y, como cada año, vuelven los mensajes para concienciar sobre la importancia de usar protector solar. Así lo transmite la dermatóloga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) Anna Tuneu.

Foto: Aprende a protegerte... por todas partes. (Cortesía)

Se hace hincapié en esta estación porque, en España, es cuando la radiación ultravioleta llega con más potencia y es por tanto más dañina. Sin embargo, hay que protegerse de ella durante todo el año. “El sol nos da cuando paseamos, cuando estamos sentados en una plaza, cuando hacemos deporte... Hay que cuidarse de él con cabeza: no vale con ponerse una protección muy alta y pasarse todo el día al sol, eso es tan tonto como hacer dieta y luego pegarse un atracón”, dice la dermatóloga.

Hay tres tipos de radiación ultravioleta emitida por el sol, UVA, UVB y UVC. De la del tercer tipo, pese a ser la más peligrosa para la salud por su gran energía, no debemos preocuparnos, ya que es absorbida totalmente por la atmósfera. Así, los protectores solares están diseñados para resguardar nuestra piel de los efectos perjudiciales de las radiaciones de tipo A y B, las dos que sí atraviesan la capa atmosférica.

No obstante, no protegen al 100% y siempre hay una fracción de radiación que llega a nuestra piel. “Igual que una gabardina te protege parcialmente de la lluvia, una crema solar te ayuda a no quemarte y te permite hacer vida al aire libre, pero no debemos pensar que estamos totalmente protegidos”, explica Tuneu. Por eso, por ejemplo, hay que evitar la exposición en las horas centrales del día, ya que entre las 12:00 y las 16:00 los rayos solares inciden de forma más vertical y con mayor radiación.

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Por otro lado, como bien saben los tuaregs del desierto del Sáhara, la mejor protección al sol es la ropa. Sin embargo, con las altas temperaturas que se registran, agonizar bajo prendas largas no parece una opción tentadora. Desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) sugieren al menos el uso de gorras, gafas de sol y camisetas cuando nos exponemos al sol. En cualquier caso, conocer cómo funcionan las cremas solares, y cuáles son sus diferencias y ventajas, puede facilitarnos escoger la opción que mejor nos va a ayudar.

Filtros físicos versus filtros químicos

Los protectores solares contienen un ingrediente vital: los filtros. Estos frenan la acción de los rayos y pueden ser de dos tipos, físicos y químicos. La animadversión que en los últimos años produce la palabra ‘químico’ hace que muchas personas quieran decantarse por la primera opción. Pero ¿cuáles son mejores?

Los filtros físicos son los más antiguos y están formados por minerales, normalmente óxido de titanio y de zinc. “Estos compuestos son fluorescentes, es decir, absorben la radiación ultravioleta y la reemiten como visible evitando que nos haga daño; la reflejan como un espejo”, explica Deborah García Bello, química y divulgadora científica. Por eso, antiguamente se conocía a estos protectores con el nombre de pantalla total. Tienen principalmente dos inconvenientes: “son deshidratantes y resecan mucho la piel, y dejan el típico rastro blanco”, detalla. Actualmente, hay mejoras innovadoras, como los filtros nanoparticulados, que minimizan las partículas y evitan el intenso color blanco. Una ventaja de estos filtros es que “no se gastan, un fluorescente lo es siempre, aunque incida el sol”.

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Por otro lado, los filtros químicos u orgánicos están basados en compuestos de carbono; por ejemplo, el Mexoryl. “Estos absorben la radiación ultravioleta y la devuelven como radiación térmica, inocua para nuestro cuerpo”, explica García Bello. En contraposición a los físicos, son muy cosméticos y no deshidratan ni dejan marcas blancas, pero se pueden degradar. “Una vez que al compuesto le da la radiación ultravioleta, se convierte en calor y se agota. Esto puede hacer que lo absorba la piel y presente intolerancias”, indica la divulgadora. Normalmente, esto se corrige con fotoestabilizadores, unas sustancias que los estabilizan y los hacen más funcionales. También necesitan aplicarse unos 30 minutos antes de la exposición para que se activen.

“Actualmente, los mejores productos de protección solar suelen combinar los dos filtros, ya que así son más eficaces, te dan una protección más alta, y el producto sigue siendo cosmético”, concluye García Bello. “Todos son perfectamente seguros”. Entonces, ¿cuál elegir?

Manual de instrucciones de uso

Para la elección del protector solar, lo mejor es acudir a una farmacia para buscar asesoramiento personalizado de acuerdo a nuestro tipo de piel y nuestras circunstancias. Luis Valdés, farmacéutico en Farmalife Alcalá, da algunos ejemplos. “Para un deportista, mejor un filtro químico para evitar el rastro blanco con el sudor. Para pieles sensibles, con problemas de dermatitis o de alergias, las cremas solares específicas contienen filtros físicos. Si es una piel con acné, mejor un químico en textura de gel. Si se requiere una protección inmediata, un filtro físico para no tener que esperar media hora”, indica.

La elección de este factor depende del fototipo (la capacidad de la piel para broncearse)

Otro elemento a tener en cuenta es el SPF (factor de protección solar). “Es el número por el que multiplicas el tiempo que tu piel resiste la exposición al sol antes de quemarte, una vez que tienes aplicada la crema”, explica Valdés. La elección de este factor depende del fototipo (la capacidad de la piel para broncearse), que podemos conocer por el color de piel, cabello y ojos de la persona.

También debemos fijarnos en si nos protege de la radiación de tipo A, de tipo B o de ambas. Por ejemplo, para ir a la playa debemos cuidarnos de las dos, así que en el envase que compremos deberá poner UVA+UVB (con el UVA rodeado por un círculo).

¿Salud o estar moreno? Las dos cosas

Solemos pensar que si no nos aplicamos protección solar nos broncearemos más rápido, y para algunos la estética prima por encima de la salud. Es cierto que las cremas bloquean parte de la radiación y el bronceado se ralentiza, pero si lo que quieres es estar moreno (y sano) durante más tiempo, usar la protección acorde a tu fototipo de piel te ayudará. La explicación está en la acción que produce la radiación ultravioleta en nuestro organismo.

“La radiación de tipo B penetra hasta la epidermis, la capa más superficial de la piel, y ahí desencadena la formación de melanina, pigmento responsable de darle color”, explica García Bello. De esta manera, cuanta más melanina se produce, más duradero será el bronceado. Pero hay que tener cuidado, porque “si te pasas de dosis de UVB, es decir, te quemas por no llevar protección suficiente, lo que estás haciendo es matar células de la epidermis, dejarlas inútiles y que no puedan producir melanina. Por eso se nos desprende la piel”, aclara. Por tanto, aunque después del enrojecimiento nos veamos muy bronceados, en realidad estamos quemados y ese moreno no durará.

Por su parte, la radiación UVA alcanza la dermis, capa interior, y provoca la oxidación de la melanina. “Esa oxidación nos da pigmentación en la piel de forma muy inmediata, pero desaparece igual de rápido”, explica García Bello. Esta es la que se utiliza en los solárium, y por eso dura tan poco.

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Por tanto, el bronceado se produce de dos formas: por oxidación de melanina y por formación de la misma. “Un bronceado paulatino, en el que se combine la generación de melanina y su oxidación pero sin quemar células, nos durará más tiempo, aunque tardemos un poco más en ver el resultado”, concluye la divulgadora. Por tanto, mejor apostar por una forma segura de broncearse con protector solar y en pequeñas dosis, que además nos aguantará más.

No hay más que hablar: protégete del sol

Los datos hablan por sí solos: el cáncer de piel es el tipo de cáncer más frecuente en el ser humano. De entre ellos, el melanoma es el más agresivo de todos y deriva de la alteración de las células del pigmento de la piel. Su incidencia en España ha aumentado un 38% en los últimos cuatro años, y cada año se detectan 4000 nuevos casos. “La piel es el órgano más grande que tenemos, y con la reducción de la capa de ozono y la cultura del bronceado, la exponemos más que nunca”, dice Anna Tuneu. La supervivencia ante este tipo de cáncer depende de la fase en la que se detecte, por eso el diagnóstico precoz es vital. Según la AEDV, en Europa el número de casos de melanoma supera los 3,5 millones y cada año fallecen más de 22.000 europeos por esta enfermedad.

El ciudadano puede estar tranquilo con su protector solar y no alarmarse por la presencia de químicos

“El principal factor de riesgo evitable para la mayoría de estos cánceres es una sobreexposición a la radiación ultravioleta inapropiada al tipo de piel”, advierten desde la AECC. Las quemaduras solares provocadas por los UVB son las responsables de la posible alteración del ADN, que puede desembocar en cáncer. Aunque en menor grado, la UVA también puede modificarlo, y por eso es vital protegerse de ambas. También recuerdan desde la asociación que “la piel tiene memoria y acumula la radiación del sol: una quemadura solar en la infancia o en la adolescencia multiplica el riesgo de tener cáncer de piel en la edad adulta”. Por eso, hay que tomarlo con precaución y enterrar viejos mitos: si está nublado, estamos bajo la sombrilla o en el agua, podemos quemarnos igualmente.

Además del riesgo de sufrir cáncer, el sol es lo que más nos envejece: provoca arrugas y manchas, deteriora la elastina y el colágeno, y es la principal causa del envejecimiento prematuro. Por eso, además de filtros solares, los protectores también contienen antioxidantes.

Foto: Carolyn Murphy para Estée Lauder.


No hay que olvidar que el sol es bueno para la salud tomándolo de manera adecuada y con moderación; por ejemplo, la vitamina D es vital en el organismo para la fijación del calcio. Además, el ciudadano puede estar tranquilo con su protector solar y no alarmarse por la presencia de químicos: en el Reglamento sobre los productos cosméticos del BOE aparecen todos los filtros solares admitidos para su uso, y todas las cremas pasan un riguroso proceso de validación. Mejor no recurrir a santerías, ni obviar la importancia de la protección solar, para evitar acabar este verano de color grana y sufrir graves consecuencias en el futuro. Quieras estar moreno o no, la mejor defensa es una buena protección.

“El sol no se toma como un acto voluntario, el sol te da cuando estás al aire libre sin que seas consciente. Por eso hay que protegerse en todo momento”. Ya es verano, y, como cada año, vuelven los mensajes para concienciar sobre la importancia de usar protector solar. Así lo transmite la dermatóloga y miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) Anna Tuneu.

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