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El arte de ganar dinero versionando canciones en Spotify
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el negocio de replicar los éxitos de otros

El arte de ganar dinero versionando canciones en Spotify

Subir un 'cover' al servicio de 'streaming' musical es muy fácil. Obtener beneficios de ello, aún más (aunque necesitarás un poco de suerte)

Foto: Versionar canciones en Spotify como negocio
Versionar canciones en Spotify como negocio

Buscas una canción en Spotify de un artista comercial y te encuentras con numerosas versiones, a la misma altura (o casi) que la original. Por curiosidad, comienzas a pinchar en ellas y a escucharlas. Ah, suena bien. Puede que alguna incluso te guste más que la primigenia. Y comienzas a fijarte en sus autores. ¿Quiénes serán?

Suelen ser artistas poco o nada conocidos en las radiofórmulas, pero que se han hecho un hueco y han logrado cierta fama subiendo a la red covers, versiones de otras canciones a las que imprimen su sello personal. Internet ha facilitado que muchos cantantes se den a conocer de esta manera. Es fácil: buscas una canción en Spotify por su título, el servicio te devuelve una que no es la del autor original, pinchas en ella, escuchas y, si te aficionas, terminas escuchando más de esa persona o grupo. Multiplícalo por miles de personas que hagan lo mismo y ya tienes el resultado.

¿Subir estas canciones es legal? Perfectamente, tanto aquí en España como en uno de los países más potentes de las industrias culturales, Estados Unidos. Hace unos meses, Ari Herstand, un actor y cantautor estadounidense, publicaba un post en su página personal sobre cómo subir legalmente estas versiones. Para ello, hay que conseguir lo que se conoce en el país norteamericano como una mechanical license, una licencia que permite trabajar con un producto anterior que lleve copyright.

En el caso estadounidense, Spotify paga esa licencia a las discográficas, cuenta Ari a Teknautas. “Cualquiera puede hacer un cover una vez que la canción [original] ha sido lanzada”, explica. “La única restricción es, digamos… Yo escribí la canción, no puedes lanzarla sin mi permiso antes de que yo la saque”.

Es decir, que si subes tus covers a Spotify, ya no será necesario adquirir una mechanical license. Para otros servicios, sí. ¿Cuánto cuesta una licencia? 9,1 céntimos por canción descargada o disco adquirido, según las previsiones que tengas. Las autoridades pasarán ese dinero a las discográficas y tú podrás dar a conocer tu arte a la humanidad.

¿Y qué sucede en España? Exactamente lo mismo. Spotify, iTunes y demás servicios de streaming musical pagan a las entidades de gestión un porcentaje “por toda la música que está disponible” y luego ellas se arreglan con los autores, explica a Teknautas el experto en propiedad intelectual Andy Ramos.

Las entidades de gestión nacionales tiene acuerdos con otras de otros países, “por eso es sencillo hacer un cover de Imagine. Es muchísimo más complicado coger la grabación original y ponerla dentro de la película”, porque implica negociar.

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Grabar covers se ha convertido en una fórmula de éxito para algunos cantantes en España. Es el caso de Dani J, un joven andaluz que comenzó subiendo sus versiones a YouTube y al que el éxito lo ha catapultado a participar en programas de Canal Fiesta Radio, la radiofórmula de Canal Sur. En esos vídeos, Dani canta con su guitarra temas muy populares: Bailando, de Enrique Iglesias, popurrís de Nicky Jam y Don Omar…

Dani nos cuenta que empezó a grabar covers de pura casualidad y muy esporádicamente. Un día, regresando de la playa con un amigo, “me sentí tan a gusto que le pedí que parara el coche para coger la guitarra del maletero. Tal fue la emoción, sensación de bienestar ,y desconexión que hasta se me olvidó ponerme el cinturón de seguridad, cosa que siempre hago”.

Ese amigo es Manu Cobano, el hombre de la barba y las gafas de sol que se ven en muchos covers y se han convertido en una de sus señas de identidad: Manu conduce y Dani canta y toca la guitarra. “A partir de aquel día y viendo el resultado y la respuesta de la gente, hemos tomado como un ritual irnos una vez a la semana a la playa, con algún amigo al que le apetezca participar y grabar lo que la gente nos iba pidiendo mediante mensajes en las diferentes redes sociales”.

A pesar de la cantidad de vídeos que encontramos en su canal, Dani afirma que el verdadero éxito le llega gracias a Facebook: “En 3 meses”, asegura, “he recibido más de 2 millones de reproducciones y he pasado de tener unos 2.300 a 23.000 seguidores”. Para él era más fácil subir los vídeos desde su móvil a la red de Mark Zuckerberg. De momento, en Spotify solo tiene su primer sencillo, Estambul, y no contempla licenciar versiones de otros artistas para subir a la startup sueca.

¿Y da beneficios vivir de estos covers? Dani asegura que reporta beneficios monetarios pero vivir de ello “es muy difícil, se necesitan miles y miles de visitas diarias para tener un sueldo mensual decente con el que vivir”. Dani ha recibido los parabienes de algunos artistas a los que ha versionado y sigue trabajando en temas propios y en la radio.

Si no te gusta, te aguantas

Y pensemos ahora en los autores originales. ¿Y si no les gusta la versión que han hecho de su canción? O no les gusta que se estén forrando a su costa… Pues parece que deberán quedarse callados. Según afirma Ramos, “solo si esa versión atenta a su derecho moral y a la integridad de la obra”, un autor puede pedir su retirada. Por ejemplo, si es un tema de toques clásicos versionado en heavy metal y el autor se siente ultrajado.

Con la legislación en la mano, nada impide lucrarse en Spotify o YouTube a base de covers. Eso sí, hacen falta paciencia, esfuerzo y mucho trabajo. Prueba con The Beatles, que aún no está disponible en la plataforma sueca: puedes rascar muchas reproducciones de usuarios desinformados.

Buscas una canción en Spotify de un artista comercial y te encuentras con numerosas versiones, a la misma altura (o casi) que la original. Por curiosidad, comienzas a pinchar en ellas y a escucharlas. Ah, suena bien. Puede que alguna incluso te guste más que la primigenia. Y comienzas a fijarte en sus autores. ¿Quiénes serán?

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